En la vitrina de Louis Vuitton

<img height="15" alt="" width="50" border="0" src="https://static-latercera-qa.s3.amazonaws.com/wp-content/uploads/sites/7/200911/586904.jpg" style="padding:0; margin:0;"> La reconocida artista visual Mónica Bengoa expondrá en una de las monumentales vitrinas que da a los Champs Elysées.




Este jueves 18 de febrero los miles de turistas que diariamente transitarán por los Champs Elysées, en París, se quedarán observando las vitrinas de la tienda Louis Vuitton, la marca más lujosa del mundo asociada a carteras, maletas, bolsos de viajes y, más recientemente, a relojes y joyas espléndidas. Los paseantes mirarán con la perspectiva de comprar alguno de estos carísimos objetos (una cartera pequeña puede costar 1 millón de pesos) o quizá sólo lo hagan para constatar la fina factura de los productos elaborados desde 1854.

Hasta ahí todo será muy parecido a lo que vienen haciendo los viajeros desde el 9 de octubre del año 2005, cuando la firma francesa inauguró sus oficinas centrales en un imponente edificio de siete pisos, a pocos metros de la torre Eiffel. Lo distinto estará dado por una de sus imponentes vitrinas, donde podrán contemplar una obra visual realizada en fieltro. Leerán que su autora es Mónica Bengoa (40), una de las artistas chilenas más valoradas por críticos y teóricos extranjeros. Reconocida por su versatilidad en el uso de materiales (servilletas, flores de cardo, bordados) y por sus montajes a gran escala, esta académica de la Escuela de Arte de la Universidad Católica ha expuesto en la Bienal de Venecia; en el Museum of Contemporary de Los Angeles (ambas en 2007), y en la Feria Internacional de Arte Contemporáneo, ARCO, en Madrid (2006), entre otras muchísimas exhibiciones.

Su pieza creada especialmente para esta vitrina es parte de la exposición denominada Chili: L'enverse du Décor (traducido como Chile: La Otra Cara de la Moneda) que reúne a un grupo de once creadores locales: Claudia del Fierro, Francisca García, Ignacio Gumucio, Mario Navarro, Álvaro  Oyarzún, Tomás Rivas, Nicolás Rupcich, Carolina Saquel, Camilo Yáñez, Iván Navarro y Bengoa. Mientras su obra tendrá 'vista' a la calle, la del resto será instalada en el Espace Culturel ubicado en el séptimo piso de la tienda.

Para este proyecto optó por paños de fieltro, un elemento con el que jamás había experimentado. No es casual que lo haya escogido. En 2009 obtuvo financiamiento del Fondart en la categoría Proyectos de Excelencia para su propuesta denominada El Fieltro como Soporte de un Nuevo Ejercicio Óptico. Y como ambos temas se cruzaron en el tiempo, traspasó la experimentación con esta tela al encargo de los curadores de Vuitton.

Desde diciembre pasado comenzó a recibir fotos del lugar y su apuesta está basada en aquellas imágenes. "Trabajo con la fotografía como base, entonces, pensando en este espacio específico, me pareció interesante jugar con lo que pasa adentro de la vitrina". Dibujos calados en paños de fieltro de distintos tonos rojos y un sofisticado sistema de iluminación dispuesto por la tienda producirán el efecto que busca: mostrar ´el otro lado´; ´el revés´.

ARTESANIA VERSUS ASEPSIA
-¿Qué relevancia le das a esta invitación del Espacio Cultural LV?

-Es relativamente nuevo en términos de circulación de arte contemporáneo, pero como espacio físico es bien espectacular. Me siento muy beneficiada con la posibilidad de estar con una obra que será vista desde la calle. En ese sentido, es una tremenda vitrina.  Además, me gusta el desafío de hacer un proyecto para un sitio específico, y esforzarme para ver cómo lo inserto e intentar que funcione.

-¿Qué significa proyectar una obra para una tienda cuya marca está asociada al lujo?  

-Me parece interesante el contraste entre trabajar de manera tan artesanal (calar los paños de fieltro) y esta confección ultrasofisticada. Lo que hago también es riguroso, pero en otro sentido, porque en estos productos no se nota la mano de quienes los hicieron; es todo perfecto, clínico, aséptico. En mi caso, siempre está presente mi mano  y va a existir una cierta torpeza artesanal, porque es inevitable.  Me atrae poner ese matiz; el fieltro es muy cálido y no tiene nada que ver con los cueros y metales de Vuitton.

-Aunque estarás en un lugar distinto, ¿qué significa exponer en una colectiva donde hay otros diez artistas contemporáneos chilenos? 

-Lo que me parece relevante es que se trata de  un grupo un poquito más amplio y más diverso que lo que últimamente me ha tocado. No sé qué ojo pusieron los curadores para elegirnos; sí sé que se encontraron con algo distinto a lo que venían a buscar. Ellos pensaban en algo más exótico, porque proveníamos de Sudamérica, pero se toparon con artistas que trabajaban de manera similar a lo que están acostumbrados a ver. No creo que esta muestra pretenda dar cuenta de un estado de situación del arte contemporáneo chileno, sino  que pienso que cada uno de nosotros representa  pequeños episodios que les parecieron atractivos por alguna razón.

-Te dice algo el nombre de la muestra: Chile: La Otra Cara de la Moneda?

-No sé cuál será la otra cara, pero imagino que puede ser la contradicción entre lo que ellos andaban buscando y lo que nosotros estábamos proponiendo. En términos personales, me gusta mucho la relación que se arma entre el nombre y mi trabajo, que es, justamente, el otro lado de la imagen; el otro lado de la vitrina.

-Es la segunda vez que expones en Francia, ¿tiene un sentido especial presentar tus ideas en este país? 

-Es un lugar donde conviven muchas culturas y eso lo hace muy rico como contexto... Nunca en mi vida he tenido objetivos del tipo: 'quiero llegar a exponer no sé dónde'. Las cosas se han ido desarrollando paulatinamente fruto de mi esfuerzo y una invitación ha llamado a la otra. Cuando expuse en la Bienal de Venecia un periodista me preguntó: "¿Y ahora qué?". "Y ahora nada", le respondí. "Seguir trabajando, haciendo clases". La vida no cambia; no eres famosa, no te van a parar en la calle.

-Pero son marcas dentro de tu ruta artística.

-Exacto, son marcas, pero la vida sigue.

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