Emisiones de carbono de Chile crecieron 150% desde 1990

En el mismo periodo, la emisión global creció en 57%. Sólo entre 1999 y 2002 se desacopló el crecimiento de la emisión.




La contribución nacional (INDC) a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) de Chile, que la presidenta Michelle Bachelet oficializará hoy, firmando en Nueva York, señala a 2030 el país reducirá su producción de GEI en 30%, tomando como base los niveles de 2007 y según el crecimiento del PIB.

La propuesta nacional ha sido calificada por investigadores como “inadecuada”, no sólo porque incluye un porcentaje adicional (45% a 2030), dependiente de ayuda internacional, sino porque el país tendría capacidad para hacer más y, aunque su contribución a nivel global es baja, ha sido una de las que más se ha superado en la región.

Desde 1990, las emisiones de carbono de Chile han aumentado 150%, pasando de 9.095 toneladas métricas ese año a 22.681 toneladas métricas en 2013, según datos del Laboratorio Nacional Oak Ridge (ORNL), dependiente del Departamento de Energía de EE.UU. Esto es 83.171 toneladas métricas de dióxido de carbono (CO2), unas 4,7 toneladas per capita del GEI acusado de ser causante del calentamiento global. En el mismo periodo, las emisiones globales crecieron 57%.

De acuerdo a los datos del ORNL, desde 1960 la emisión de este gas de efecto invernadero en Chile creció cinco veces (516%), a un promedio de 325 toneladas métricas por año, tasa que aumentó a 578,9 por año desde 1990.

“Concentrándonos exclusivamente en las emisiones , la tasa de crecimiento promedio entre 1990 y 2010 fue 3,2%. El primer hecho importante es que la mayor contribución al crecimiento de las emisiones proviene del sector Energía que explica en promedio 2,6 puntos porcentuales del crecimiento total”, señala Luis Edwin Gonzales, economista del Centro Latinoamericano de Políticas económicas y Sociales (Clapes), de la U. Católica. Le siguen los sectores Procesos Industriales y Agricultura, el sector Residuos y el Uso de Disolventes y otros productos (UDOP).

Históricamente el sector energético es el principal emisor. Si bien en los primeros cinco años de los 90, la industria energética contribuía negativamente al crecimiento de las emisiones, pues el 80% de la generación eléctrica era por hidroelectricidad, en el siguiente quinquenio aumentó, en promedio, 4,8% por el mayor uso del carbón, dice Gonzales. Entre 2006-2010, la generación eléctrica aportó 8 puntos porcentuales al crecimiento de las emisiones, en promedio. Para entonces ya se veían los efectos de la falta de gas desde Argentina.

“Después del cierre de la llave de gas natural por Argentina, se ve cómo un sustituto contaminante, costoso e inmediato, como el diésel para la generación eléctrica, explicó 5 puntos porcentuales del crecimiento de las emisiones de 2006 en adelante, periodo en el que creció a una tasa cercana al 10% las emisiones del sector generación de energía eléctrica”, dice el economista.

La comunicación oficial con la evolución de las emisiones de GEI de Chile (1990-2013), que prepara el Ministerio de Medio Ambiente, debería estar lista en noviembre, para ser presentada en la próxima COP22, en Marruecos.

Fernando Farías, jefe de la Oficina de Cambio Climático, del Ministerio de Medio Ambiente, dice que las generadoras de electricidad, entre 2010 y 2013 registraron los consumos históricos más altos de carbón mineral, lo que empujó al alza de las emisiones de CO2 de ese rubro. “En transporte, han aumentado los consumos de petróleo diésel y de gasolina, llegando también a valores históricos para el periodo hasta 2013, impactando directamente en el CO2 producido”, agrega. Sólo el sector forestal captura más CO2 del que emite, por el incremento  en biomasa y porque las tierras convertidas a plantaciones forestales ha sido mayor que la cosecha del bosque, la producción de leña y los incendios forestales en su conjunto.

Nicolás Bambach, director ejecutivo del Centro Cambio Global de la UC, explica que la emisión de GEI está correlacionada con el crecimiento económico y con el aumento de población. “Desde 1990 al 2006, las emisiones de GEI aumentaron 70%, mientras que el PIB lo hizo a más del doble y la población creció cerca de 25%. Por lo que las emisiones de GEI han tendido a crecer más lentamente que la economía”, señala. Sin embargo, sólo entre 1999 y 2002 se aprecia un desacople absoluto de las emisiones de GEI y crecimiento del PIB, en que las emisiones disminuyeron por la disponibilidad de gas natural desde Argentina.

Que pueda desacoplarse otra vez ayudaría no sólo a cumplir con la meta comprometida con el Acuerdo de París, sino a tener una economía más sustentable. “Chile tiene compromisos internacionales para la reducción de emisiones, y en los escenarios de proyección, considerando esfuerzos importantes para la reducción de emisiones, impactarían claramente a partir de 2025”, dice Bambach.

Gonzales sostiene que es importante contribuir a la meta común de evitar el cambio climático, “pero no podemos darnos el lujo de sacrificar nuestro desarrollo sostenible, eso implica crecimiento, empleos y mejor ambiente”. Agrega que una manera de lograrlo es con productividad. “Concentrarse sólo en la generación eléctrica para reducir emisiones es mal negocio, es como ignorar las 4 toneladas restantes que cada persona emite a la atmósfera al año y eso debe cambiar con productividad”.

“No nos hemos puesto en un escenario de no cumplir nuestra contribución”, dice el ministro de Medio Ambiente, Pablo Badenier. “Chile ha hecho un análisis acabado de las potencialidades de su meta, y las reducciones en la intensidad de emisiones debieran empezar a hacerse más visibles la próxima década”, asegura.

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