El tribunal que está en peligro de extinción

Frente a la ex Penitenciaría, este tribunal aún tramita causas por delitos cometidos antes de 2005. Dos juezas y 82 funcionarios forman parte de un sistema de justicia que se resiste a morir.




Los  juzgados del crimen de santiago están en peligro de extinción. Casos como el que involucró al ex párroco de El Bosque, Fernando Karadima, y al empresario Mauricio Mazza, procesado por el supuesto lavado de dinero que era enviado desde Clombia para remitirlo a Estados Unidos, forman parte de las investigaciones que se gestaron en el antiguo edificio ubicado en avenida Pedro Montt, frente a la ex Penitenciaría.

El último tribunal de este tipo tiene asignado el número 34 y, desde el 2 de enero de 2011, asumió todas causas que estaban radicadas en los otros 35 juzgados que funcionaban en la capital.

Detrás de sus muros de color damasco, torres de archivadores y papeles adjuntos con hilo y aguja -para evitar que las hojas se separen- son estudiados por dos magistradas y 82 funcionarios que continúan tramitando 940 causas del sistema antiguo de justicia, dado que todo caso posterior a junio de 2005 se enmarca dentro de la Reforma Procesal Penal.

Viviana Toro es la jueza interina a cargo de dictar las sentencias en estos extensos procesos: "Pocos saben que acá se continúan tramitando causas, incluso, de los años 90. También se siguen abriendo investigaciones por delitos cometidos antes de 2005. Cerca del 80% de estos casos son por delitos sexuales de  personas que recién se atrevieron a denunciar", asegura la jueza. Sólo en 2015, según los registros del tribunal, se abrieron 61 casos nuevos. Las detenciones de personas buscadas durante años por las policías llevó a que, sólo en los primeros cuatro meses del año, se detuviera a 493 de éstas. De ese número, 126 fueron puestas nuevamente ante la justicia. La cifra es marginal, si se considera que, según las estadísticas del juzgado, aún existen 24.000 personas que mantienen órdenes de detención por causas del sistema antiguo. "Tenemos que estar atentas al teléfono, porque es recurrente que nos llamen cualquier día por causas que personas mantienen (detenciones) vigentes", aclara la jueza Claudia Salgado, encargada de la tramitación de los procesos del mismo juzgado. "Legalmente somos un tribunal obsoleto, pero para las causas que quedan en tramitación, somos un sistema legítimamente vigente y obligado a investigar. No podemos incurrir en denegación de justicia si hay una denuncia", aseguran las juezas.

Oficinas y calabozos

A pasos del despacho de la jueza Salgado, una puerta de metal de color café oscuro es custodiada por dos gendarmes. Detrás de ésta, personas que cumplen condena en la cárcel y quienes están  a la espera de su sentencia, aguardan su turno para entrevistarse con las magistradas.

"Acá estuvo el Keitel", "Garra Blanca" y "El pelao", son algunos de los rayados que decoran los muros para llegar a la zona de tránsito para ingresar al tribunal. En la planta baja del recinto, seis celdas -una de ellas de espacio común que puede albergar hasta 10 personas- conforman la zona de los "calabozos", un sector desconocido por muchos, al igual que el área de que alberga a las bodegas del tribunal.

Este último lugar, es catalogado como "la base de datos" que mantiene los archivos desde 1960 y que aún se mantienen intactos. Un robo con fuerza del 11 de octubre de 1995 es uno de los delitos que se mantiene en los registros del último juzgado del crimen capitalino. La revisión de los documentos, sin embargo, evidencia un aspecto desconocido: los nulos ingresos de casos entre el 11 y el 14 de septiembre de 1973.

José García, funcionario del tribunal, sabe "que todo el trabajo que hacemos pasará a la historia de la justicia chilena, porque somos el último tribunal del crimen de Santiago".

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