El proyecto que levantó la esperanza de Iloca

El terremoto y posterior tsunami de febrero de 2010 destruyeran completamente la pequeña localidad de Iloca, incluyendo los sueños de sus habitantes. Pero gracias al empuje de empresarios privados, en 20 días se inauguró una flamante escuela modular, la que fue replicada en otros pueblos.




Hasta la noche del 26 de febrero de 2010, Iloca era una más de las pequeñas y tranquilas localidades costeras de la VII Región. Allí vivían alrededor de 500 habitantes, quienes  se dedicaban preferentemente a la pesca artesanal, al comercio, el turismo y la agricultura de subsistencia. El terremoto y posterior tsunami que azotaron a la zona esa madrugada trajeron desolación total: casas, negocios, escuela, restaurantes, botes todo destruido.  Iloca estaba en el suelo.

Este escenario fue el que recorrió a pocas horas del desastre  el empresario y navegante Felipe Cubillos, quien luego encabezaría la Fundación Desafío Levantemos Chile, la cual en un año ha coordinado un gran número de exitosos proyectos. Conmovido, comenzó una cadena de  mails a sus contactos para conseguir ayuda.

Entre quienes recibieron esa primera llamada de auxilio estaba su amigo Cristián Goldberg, gerente general de la empresa Tecno Fast Atco, especialista en construcciones modulares.  Goldberg estaba en Canadá, pero se las arregló milagrosamente para llegar en pocos días a Santiago y luego a Iloca. Allí ofreció la colaboración de esta empresa chileno-canadiense en la reconstrucción.

En Iloca todo seguía igual: los pobladores en shock, las autoridades evaluando los daños. La máxima de los ejecutivos fue intentar sacar al pueblo de la inercia en que amenazaba sumirse y devolverle atisbos de normalidad lo antes posible.

LIMPIAR, CONSTRUIR, NORMALIZAR
En ese contexto, lo primero fue conseguir maquinaria para iniciar la limpieza y despeje de escombros y, lo segundo, entregar cien soluciones habitacionales provisorias (mediaguas) a los más afectados. Esto se realizó en pocos días. 

La tercera etapa fue intentar "mover" nuevamente al pueblo. Un hito importante era levantar en mínimo tiempo una escuela que acogiera a los estudiantes y evitara su éxodo hacia otras ciudades o que perdieran el año. Corría marzo y la idea era que los niños recuperaran cuanto antes un espacio, una rutina y, sobre todo, la esperanza. Y esto permitiría también a los padres volver a concentrarse en sus actividades.

Tecno Fast Atco decidió no sólo donar la escuela, sino que hacerse cargo de todo el proyecto, desde la definición hasta la entrega. La empresa se puso un plazo de sólo dos semanas para tenerla funcionando.

Con las autoridades locales se determinó que la nueva escuela debía beneficiar a los niños de las localidades de Iloca, Duao y La Pesca, unos 150 alumnos en total. A pesar de la situación de emergencia, también se definió que los estándares de calidad debían superar a lo que se había destruido. La escuela sería modular, transportable, ampliable y eventualmente replicable en otros pueblos y ciudades.

El siguiente paso fue conseguir un terreno apto para ubicar la escuela, que fuera amplio, seguro y no muy retirado. Un vecino de Iloca prestó un sitio muy idóneo con buenas vías de evacuación, el que fue rápidamente limpiado para sus nuevos fines.

UN EJEMPLO Y UN SIMBOLO
A muy pocos días de la tragedia y con las especificaciones claras de lo que se requería en cuanto a metros cuadrados y en la normativa del Ministerio de Educación en relación a iluminación, ventilación y vías de evacuación, un equipo de  ingenieros en la fábrica de Tecno Fast Atco diseñaba los módulos que posteriormente entrarían a producción. Tuvieron que fabricar módulos de menor tamaño por si tenían que ser transportados en camiones más cortos, debido a los cortes de camino.

En sólo cinco días se tuvo todo listo y se cargaron los camiones que partieron el viernes 12 de marzo a Iloca junto a un grupo de 20 maestros y dos supervisores. Se agregaron dos estanques de agua y una mini planta de manejo de aguas servidas, porque allá no había alcantarillado. 

En una semana, los maestros organizados en turnos tuvieron listas las seis salas de clases, algunas para 25 alumnos y otras para 35, además de sala de profesores, comedor, cocina y una sala de computación. En definitiva, 380 metros cuadrados con excelentes terminaciones, agua y empalme eléctrico.  El costo total del proyecto superó los 400 millones de pesos.

Según relata Goldberg, en el Ministerio de Educación les costaba creer que podría inaugurarse el año escolar en medio de la zona devastada. Pero, finalmente el ministro Lavín comprometió su presencia ese lunes 22 de marzo. Todo salió perfecto: los niños posando con sus uniformes y útiles nuevos y toda la población aglutinada en torno a la nueva escuela, la que era calificada por el ministro como "un ejemplo y un símbolo de lo que vamos a levantar".

"El éxito nos hizo asumir que podíamos y debíamos replicarlo en muchas partes, y eso hemos estado haciendo como Fundación Desafío Levantemos Chile en todo este año. Fue un gran aprendizaje y un gran impulso", concluye Goldberg.

EXTRACTO DE LA CLASE: PASOS CLAVE DE UN PROYECTO EXITOSO
Así como los productos tienen ciclo de vida, también los proyectos lo tienen. El ciclo de vida va desde el inicio de la idea hasta que el proyecto concluye. Su objetivo es hacer más eficientes la administración y el control.

Es fundamental para el éxito de cualquier proyecto que los involucrados acepten utilizar un conjunto de procesos y procedimientos comunes.

El ciclo de vida de un proyecto define: qué trabajo técnico se debe hacer en cada fase; cuándo generar los entregables, cómo se revisan, verifican y validan; quién está involucrado en cada fase; y cómo se controla y aprueba cada etapa.

Por lo general, el ciclo de vida de un proyecto atraviesa, secuencialmente, cuatro etapas: definición, planificación, ejecución y entrega. Los esfuerzos comienzan poco a poco, llegan a un punto máximo y luego caen hasta la entrega del proyecto al cliente, sea interno o externo.

En la etapa de definición se determinan las especificaciones del proyecto, se establecen objetivos, se integran equipos y se asignan las principales responsabilidades.

En la planificación aumenta el nivel de esfuerzo, se determina con detalle qué implicará el proyecto, la programación, a quién beneficiará, la calidad a mantener y el presupuesto.

Una gran parte del trabajo, tanto mental como físico, se realiza en la etapa de ejecución. Se elabora un producto físico (puente, informe, software), y se utilizan mediciones de tiempo, costo y desempeño como forma de control del proyecto.

La entrega comprende dos actividades: traspasar el producto o resultado al cliente y volver a desplegar los recursos del proyecto. Lo primero puede comprender capacitar al cliente y transferir documentos; lo segundo implica, por lo general, que se libere el equipo, y los materiales y los recursos sean reasignados en otros proyectos.

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