El otoño de Peñailillo

Catorce meses exactos duró Peñailillo como ministro de Interior. Su salida es el símbolo del fracaso de una apuesta personal de la Mandataria y del inicio de una nueva etapa, la del gobierno de Bachelet sin el bacheletismo.




Un breve apretón de ambas manos y un protocolar beso en la mejilla marcaron la despedida pública de la Presidenta Michelle Bachelet y el ahora ex ministro de Interior Rodrigo Peñailillo.

Testigos más cercanos a la escena: el nuevo titular de Interior, Jorge Burgos, y el subsecretario de la cartera, el socialista Mahmud Aleuy, con quien Peñailillo no cruzó saludo ni mirada, tal vez como capítulo final de una pugna que los enfrentó por meses.

Luego, el ex hombre fuerte del bacheletismo dio 12 pasos para cruzar el Salón Montt-Varas de La Moneda y ubicarse al lado de la puerta de salida. A su izquierda lo miraba el resto del gabinete de ministros, algunos, como la nueva autoridad de Justicia, Javiera Blanco, mezclaban los aplausos con unas incipientes lágrimas. Luego se arrimaron el saliente titular de Hacienda, Alberto Arenas, y el ex vocero Alvaro Elizalde. Toda una epítome del fin de la más ambiciosa apuesta bacheletista.

Atrás quedaron exactos 14 meses como el principal y más poderoso ministro del segundo gobierno de Bachelet. Atrás quedaron 10 años y cuatro meses de estrecha colaboración y confianza con la Mandataria, desde que en enero de 2005, a los 30 años, dejó la Gobernación de Arauco, en el gobierno de Ricardo Lagos Escobar, para sumarse a su primer comando de campaña.

Y atrás quedó un modelo de gobierno sustentado en un equipo político que destacaba más por su cercanía con la Presidenta que por sus vínculos con los partidos de la Nueva Mayoría.

"El jueves, en un íntimo diálogo en la oficina presidencial, los motivos y las explicaciones para la remoción de Peñailillo fueron puestos por última vez sobre la mesa. Ese fue el gesto de deferencia que tuvo la Jefa de Estado con su ex hombre de confianza. Al resto de los ministros, sólo les avisó su destitución entre las 8.20 y las 8.50 de ayer."

La mañana partió con suspenso. Cuando a eso de las 8.50 todos los ministros que dejarían el gobierno ya habían subido uno a uno al despacho de la Gobernante para ser notificados de boca de la propia Presidenta, Peñailillo recién venía rumbo a la casa de gobierno.

Hace semanas, la Mandataria y su ex delfín político venían conversando sobre una posible salida del gobierno y el jueves, en un íntimo diálogo también en la oficina presidencial, los motivos y las explicaciones para la remoción fueron puestos por última vez sobre la mesa.

Ese fue el gesto de deferencia que tuvo la Jefa de Estado con su ex hombre de confianza. Al resto de los ministros, sólo les avisó su destitución entre las 8.20 y las 8.50 de ayer.

"He trabajado con la Presidenta muchos años, en distintos lugares, más de 10 años; quiero agradecer la confianza depositada por la Presidenta en mí y de verdad, de corazón, el mayor de los éxitos en el cumplimiento del programa de gobierno", dijo Peñailillo, junto con destacar la aprobación de las reformas durante el primer año de gobierno, en especial al sistema electoral.

El ex ministro evitó referirse al inédito anuncio de cambio de gabinete hecho la semana pasada por la Presidenta en entrevista con Don Francisco. En privado, el ex titular de Interior se ha mostrado totalmente crítico de la puesta en escena escogida por el segundo piso presidencial.

Por mientras, el ex secretario de Estado se tomará unas vacaciones, las que, de hecho, partieron ayer mismo. Tras dejar Palacio partió rumbo a un campo en la Región de Coquimbo y a fines de esta semana llegará al sur junto a su mujer y dos hijos.

Luego de un par de semanas comenzará a buscar opciones laborales. Algún rol en el gobierno o asumir la plaza de diputado que deja el nuevo ministro Insunza -algo que fue planteado ayer en el PPD-, en un principio, está descartado. De hecho, Peñailillo le hizo llegar anoche una carta a la directiva de su partido, declinando el ofrecimiento.

Y junto con la interrogante por el futuro de Peñailillo se abre otra por la de sus más cercanos. Varios de ellos habían sido instalados en puestos estratégicos del gobierno, principalmente jefaturas de gabinete. Ese es el caso, por ejemplo, de Harold Correa, en el Ministerio de Educación.

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