El cine chileno express

El cine comercial nacional ya no demora años, sino que meses en producir una cinta. No dependen de fondos concursables y hacen hasta dos películas por año.




Es un cine flash, que se ha ido masificando en los últimos dos años. Directores que demoran un año o menos en llevar sus historias a las salas de cine, incluyendo el período de preproducción, rodaje y posproducción. Desde que se piensa hasta que se exhibe, en tiempo récord. Algo impensado una década o incluso unos años atrás. Tienen en común el hacer cine comercial; el interés está en llenar las salas, cortar boletos.

El modelo de negocios se basa en el autofinanciamiento, el apoyo monetario a través de placements comerciales o la asociación con distribuidoras que hacen las veces de productoras, como es el caso de Carlos Hansen y BF Distribution, con Mamá ya crecí y El derechazo, en la que también participó Invercine. Además, se generan alianzas con canales de televisión. De este modo, no dependen de fondos concursables estatales o coproducciones internacionales y pueden acelerar los procesos que de otro modo implicarían postulaciones, visitas a mercados extranjeros y espera -mucha espera-, por resultados que no siempre son positivos o cubren todos los costos.

Miguel Asensio, de Sobras International Pictures (nombre que el año pasado adquirió la productora de Nicolás López), es un veterano en esta incipiente industria local. El español ha sido productor o productor ejecutivo en cuatro cintas que han llegado a los cines en los últimos cuatro años: Qué pena tu vida (100.058 espectadores), Qué pena tu boda (191.871), Qué pena tu familia (204.532) y Promedio rojo 2: Mis peores amigos, película que bajó en asistencia, quedando en 70.432. Algo que Asensio explica por una errada campaña de marketing que incluyó no llamarla sólo Promedio rojo 2. Él considera que este es el modelo que se debe seguir para efectivamente tener una industria -"si tardas dos años en vez de seis meses, los costos se duplican o triplican"- y explica que han ido perfeccionando su modo de trabajo. "Fuimos incorporando gente al equipo cada vez más profesional". Algo que los ha ayudado en eso es la crisis europea: tienen más técnicos con experiencia en rodajes internacionales.

Los hermanos Sebastián y Gonzalo Badilla son parte de la camada que ha adoptado el modelo express: en 2013 estrenaron El Babysitter; en febrero pasado, Mamá ya crecí, y en octubre llega Maldito amor, con la que planean empezar a llevar dos cintas anuales al cine. Sebastián Badilla considera que dentro de las fortalezas está el hecho de que el guión está más fresco. Por otro lado, cree que es un buen modo de fidelizar audiencias: "En mi caso, se empieza a ver la costumbre por una película de los hermanos Badilla. Tenemos un público cautivo". Las cifras de El Babysitter llegan a 81.988 y Mamá ya crecí, que se mantiene en cartelera, suma 73.690.

Para Guillermo Amoedo, el guionista de la trilogía Qué pena, además de Aftershock y Mis peores amigos -y que en diciembre estrena El extranjero-, el tema va más allá de la lealtad de los espectadores: "Lo principal es la película, puede ser que algo te incentive a verla, como los directores o los actores, pero el resultado final depende de la historia". Para Juan de Dios Larraín, de Fábula, la productora que llevó a cines Barrio universitario -con 367.128 espectadores en 2013- y hoy trabaja en Exijo ser un héroe, de Fabrizio Copano, este modelo tiene un plus, "Enganchamos un proceso con otro sin detenernos", lo que ayudó a optimizar los tiempos.

La otra mitad del elenco de Barrio Universitario también está trabajando rápido por su nueva cinta: Fuerzas Especiales, protagonizada por Rodrigo Salinas y Sergio Freire, y producida por Nicolás López, comenzó a escribirse en octubre y se grabó desde el 17 de febrero a mediados de marzo. Su estreno sería el 2 de octubre.

"Muchas buenas ideas de películas mueren cuando empiezan a atrasarse", opina Sergio Freire. "Un modelo de producción más acelerado te mantiene de la mano con la contingencia, responde a un público que está contigo hoy día". Pero reconoce que existen peligros: "Las desventajas tienen que ver dónde apuras tus tiempos. No puedes escribir rápido un guión, que es la base de todo, eso se reflejará en la grabación, por muy profesionales que sean todos".

Para Juan de Dios Larraín la calidad es clave: es por ello que Fabrizio Copano contó con asesoría externa para el guión de Exijo ser un héroe, por ejemplo. "Por muy pequeñas que sean, necesitamos que las películas tengan cierto calibre y eso se da por la riqueza de locaciones, la cantidad de actores y su desempeño, la música, el tipo de campaña. Porque necesitan hacerle frente a una de estudio: acá hay películas que se hacen con 150 millones de pesos, que compiten con unas de 150 millones de dólares y la entrada vale igual".

Por su parte, el crítico de cine Héctor Soto no considera que estas producciones tengan algo negativo necesariamente: "Hacer películas rápidas de cocción fulminante no me parece malo en sí, toda vez que funcione: que por lo menos haya una buena idea, historia u originalidad". De todos modos, considera que a temas como la contingencia responde más el periodismo o la TV, a menos de que se trata de cine político o que se haga en ocasión de una gran marcha, por ejemplo: "Ahí me cuadra perfectamente lo de la velocidad, pero cuadra menos el hacer películas comerciales de batalla".

CASOS EXTREMOS

Justamente, el año pasado se dieron dos casos paralelos de cine político, en que El ciudadano Kramer y El derechazo -cintas producidas por separado por miembros del equipo tras Stefan v/s Kramer- llegaron a las salas de cine en menos de medio año, aprovechando la elección presidencial. Los resultados de taquilla fueron muy diferentes: Kramer supera los 900 mil espectadores, mientras que El derechazo llevó a 110.900.

Si bien asegura que "la calidad nunca se transó", el productor ejecutivo de El ciudadano Kramer, Luis Felipe Engdahl, piensa que les habría gustado hacer visionados con público antes del debut. "Pero no me cierro a volver a trabajar así", comenta, y explica que si en la primera cinta ocuparon 20 meses, acá fueron sólo cinco. Por su lado, el director y guionista de El derechazo, Lalo Prieto, dice "Hay una sola cosa que yo mejoraría: tener dos o tres meses de preproducción". Ahora sólo tuvieron un mes. Pero más allá de eso, defiende el modelo: "¿Qué prefieres, sacar una película al año, tener tres fracasos y un éxito, o demorar 10 años y que sea un fracaso? Yo me entretengo creando y haciendo".

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