Director de Comunicaciones de la Iglesia de Colombia para la visita papal: "Donde hay líos es donde quiere estar Francisco, no es un Papa facilista"

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De visita en Chile, Juan Camilo Díaz, uno de los hombres clave de la visita del Papa a Colombia, dice que lo único que les aconsejaría a los organizadores chilenos es que sigan como van, pero advierte: "Imprevistos van a haber".




"Sería demasiado ambicioso dar recomendaciones, cada circunstancia cambia y depende del contexto de cada país", dice Juan Camilo Díaz cuando se le pregunta qué consejos le daría a quienes participan en la organización de la visita del Papa a Chile. De paso por Santiago, donde se reunió con el equipo que participa en la preparación del viaje, el director de Comunicaciones de la Conferencia Episcopal colombiana para la visita del Pontífice, sí hace una advertencia: "Hay que estar preparados para los imprevistos, imprevistos van a haber".

En esta entrevista con La Tercera recuerda, por ejemplo, la inquietud que generó el golpe que se dio el Papa en el Papamóvil y que le produjo un corte en la sien. "A ninguno de nosotros se nos pasó por la cabeza que pasara lo que pasó, que el vehículo frenara de golpe y el Papa se pegara en la varilla, pero el Papa lo tomó con alegría, pese a que fue un golpe duro", dice ahora tranquilo, aunque sin poder ocultar la inquietud y temor que generó el hecho en su momento. Pero luego concluye: "Lo único que les recomendaría es sigan como van, porque todo va a salir bien".

El Papa tiene un estilo espontáneo, no parece muy dispuesto a los protocolos. ¿Qué otro imprevisto recuerda durante la visita?

Recuerdo uno que causó un revuelo impresionante. Según la agenda, el Papa llegaba a Bogotá de Medellín el 9 (de septiembre). Lo recibían en la nunciatura, cenaba y descansaba, porque al otro día debía salir a Cartagena para su último día. Todo estaba agendado para que Francisco se fuera al día siguiente en auto particular, con un esquema de seguridad establecido, directo para el aeropuerto y ahí salía para Cartagena. Pero a Francisco le impactó tanto el recibimiento del pueblo bogotano que a las 7 de la noche del sábado 9 tomó la decisión de que al día siguiente no saldría de la nunciatura en auto privado, sino que en papamóvil. Y eso había que organizarlo, poner vallas, voluntarios, poner policías, Ejército. Eso generó revuelo en las autoridades de Bogotá que se preguntaban cuándo vamos a hacer eso. Era sábado 7 de la noche. Pero se hizo. Francisco quería despedirse cerca de la gente. Y cuando se fue salió casi el doble de personas que lo recibieron.

Colombia viene saliendo de una guerra de más de 50 años. ¿Cómo se enfrentó la seguridad del Papa?

Lo primero que hay que tener en cuenta es que ni el Vaticano ni el Papa hacen exigencias fuera de lo común. Al Papa hay que brindarle la seguridad propia de un jefe de Estado y ahí es donde el Estado entra y pone de su parte. Lo segundo, es que el Papa si bien no es temerario, sí confía en que nada le va a suceder. A Colombia fue en un momento en que había una fuerte polarización y secuelas de más de 50 años de guerra. Había de pronto temores de que algo le podía pasar.

Y ¿qué se hizo?

Hay que tomar precauciones, pero hay que tener en cuenta una particularidad, el papamóvil jamás es blindado, el Papa no lo usa blindado. El Papa lo que quiere decir con ello es que quiere estar cerca de la gente. De una u otra manera todos somos garantes de la seguridad del Papa. Ahora, siempre que se organizan estas actividades, un par de horas antes, el Vaticano hace un recorrido de seguridad para garantizar que todo esté bien antes de que empiecen las actividades. Incluso hacen un recorrido por donde va a pasar el papamóvil.

El Papa visitará la Araucanía y hace algunos días aparecieron panfletos con amenazas. A la luz de su experiencia en Colombia, ¿cómo se enfrenta esa situación?

Donde hay lío es donde quiere estar el Papa. No es un Papa facilista, él ha recibido invitaciones de Reino Unido, de Francia, de España y no las ha aceptado porque tal vez cree que ahí ya no tiene nada que hacer. Nosotros nos hacíamos la misma pregunta: aquí estamos muy polarizados y viene en el momento más complicado. Pero el hecho de que venga a Chile y especialmente a una zona donde se están presentando problemas muy particulares es porque Francisco primero ve lío ahí y siente que su presencia puede ayudar a subsanar los problemas.

En Chile el costo de la visita ha generado críticas. ¿Hubo esa discusión sobre los costos en Colombia?

Esas discusiones siempre se van a presentar por un grupo pequeño que lo único que encuentra es el tema de los costos. Pasó en México, en Ecuador, está pasando en Perú, pasó en Colombia, en todo los lugares donde un Papa viaja siempre aparece el tema bajo el argumento de que ese dinero podría invertirse en escuelas, carreteras y hospitales. Aquí hay que darse cuenta de una cosa. Una visita papal no exige nada más allá de lo normal y no genera ningún gasto, sino que es una inversión. Es una inversión porque es tener en el país a una persona que deja grandes ganancias espirituales.

¿Cómo se enfrentó el tema del financiamiento en Colombia?

En Colombia, en el caso de una visita papal, el Estado asume toda la seguridad. La Iglesia, por su parte, se encarga de todos los traslados, flores, ornamentos litúrgicos por lo que tiene que recurrir a una gestión fuerte de donaciones, alianzas, colectas, porque no tiene recursos para eso. En el caso colombiano la inversión fue cercana a los 40 mil millones de pesos (unos 9 mil millones de pesos chilenos), pero la visita le dejó una ganancia a Colombia de 190 mil millones de pesos en turismo, hotelería, venta de artículos religiosos, etc.

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