Barrio Bravo: El decálogo de un best seller de fútbol

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Roberto Meléndez (32), el autor detrás de Barrio bravo. ¿Por qué amamos la pelota?, cuenta cómo pasó en dos años de tener cerca de cien seguidores en Facebook a los más de cien mil actuales y cómo se logra agotar la primera edición de un libro en menos de una semana.




1.- La pelota siempre estuvo ahí, no me acuerdo de un momento en que no haya estado. Como decía Oliver Atom, de la serie Supercampeones, era mi amiga. Mi primer recuerdo con ella es en la casa de mi mamá, en Calera de Tango, pateándola a los cuatro años. El fútbol lo empiezo a entender en el Mundial de Italia 90. A mi mamá y a mi hermana les gustaba un jugador italiano, Giuseppe Giannini, siempre hablaban de él y por eso hinchaban por Italia. Yo, como era chico, las seguí. El que hacía los goles en ese equipo era "Totto" Schillaci y a mí como que me terminó enamorando.

2.- La primera vez que fui al estadio tenía cinco años. Jugó la U y perdió 2-0 con Colo Colo, en el Estadio Monumental. Me llevó mi tío Manuel y cuando íbamos entrando me dijo: "Este es el único lugar del mundo donde Dios no escucha los garabatos". Esa frase me quedó grabada. Mi segunda vez fue un clásico universitario, en el Estadio Santa Laura, que ganó 3 a 0 la Católica. Como ven, mis primeras experiencias en el estadio fueron traumáticas.

3.- Mi primer libro lo leí a los 12 años. Fue Sandokán. Antes de eso no leía nada, era el típico niño que jugaba a la pelota y veía tele. Lo hice porque estaba con insomnio y no estaban dando nada. No tenía nada mejor que hacer. Después, como a los 14 años, empecé a leer más porque mi hermana grande estudiaba literatura y la casa estaba llena de sus libros.

4.- No soy de leer literatura futbolera. Si vas a mi casa encuentras muchos autores franceses del siglo XIX: Stendhal, Victor Hugo, (Guy de) Maupassant, (Gustave) Flaubert. También a Charles Dickens. Soy muy clásico en ese sentido. Del siglo XX me gusta (Milan) Kundera. Me acuerdo que una vez un profesor vio que lo estaba leyendo y me dijo: "Pero qué light". El tipo estaba esperando que leyera La Divina Comedia. Me parece que hay un elitismo super grande respecto a la literatura, de que hay que leer cosas profundas y rebuscadas.

5.- Cuando se murió mi viejo sentí que no había hecho nada por mi vida. Estaba trabajando en un restaurante de mi familia y me había vuelto super carretero. Era un tipo pesado y raro, no me gustaba hablar de mi vida. Hoy siento que era así porque no estaba haciendo lo que quería. Un día, dentro de las muchas borracheras que tuve, dije: "Voy a ser escritor y voy a escribir de fútbol". Me fui para Algarrobo, llegué un poco antes de la Copa América de 2015, y me dediqué de lleno a Barrio bravo.

6.- Al principio le decía a mis amigos que esto era un hobby, me escondía en esa palabra. Un día una amiga, la Cleme, me dijo: "Esto es lo que te apasiona, asúmete". Fue como salir del clóset. Ahí partí subiendo mis crónicas en Facebook en serio. Al principio tenía 170 seguidores que no crecían y estuve a punto de tirar la toalla. Casi me rindo el día en que se me echó a perder el computador y había un partido de eliminatorias, es decir, el momento en que podía captar seguidores. No tenía un peso. Entonces hice un WhatsApp con mis mejores amigos y les pedí que me prestaran como 20 lucas cada uno para comprar otro. Me apañaron al tiro, siempre lo hacen.

7.- Me había puesto como límite cinco textos más. Si no prendían, significaba que el proyecto no funcionaba. Ahí escribí un relato sobre el gol del "Huaso" Isla a Uruguay en la Copa América. Lo publiqué y me fui a trotar por Algarrobo. Por lo general cuando me iba bien tenía como 12 likes, pero al volver este tenía como 300 y para la tarde ya eran mil. La rompió. Ese partido con Uruguay cambió la historia del fútbol chileno y también la mía, ahí entendí que al lector tienes que meterlo en el texto, hacerlo parte. Transmití la euforia de ganar y la rabia contenida de todos esos años sin triunfos. Expresé el sentimiento del fútbol, en resumen. Ahí definitivamente me tomé esto en serio. Tenía 500 seguidores y no paré más.

8.- La primera oferta para hacer un libro fue de La Pollera Ediciones después de un texto sobre (Francesco) Totti al que le fue muy bien. Me llamó (el editor) Nicolás Leyton, pero me dijo que tenía interés, nada más. No fue como Gonzalo (Eltesch, editor de Penguin Random House), quien en junio del año pasado me contactó y preguntó si tenía intenciones de hacer un libro porque a él le encantaría publicarlo.

9.- La primera vez que nos juntamos con Gonzalo me ofreció una primera tirada de 1.500 ejemplares, que podían ser tres mil en la medida de que nos fuera bien. Él pensaba en un primer libro para posicionarme y, después, en otro para matar. Pero yo me tenía fe, cuando me contaron que la primera edición iba a ser de tres sabía que se iban a quedar cortos porque el interés que sentía de mis seguidores era muy grande. Ahora ya me proyecto en esto, no creo que sea un escritor de corto aliento. Estoy pensando en un segundo y un tercer libro, también espero explorar otras cosas, ya me ofrecieron escribir guiones de documentales.

10.- Está surgiendo una forma media esnob de mirar el fútbol. Hay proyectos que tienen esa pretensión, que no es la de Barrio bravo. Esa mirada "académica" no me gusta porque el fútbol es barrio, es rabia, es una expresión no acartonada. No necesita de la política para tener una inspiración profunda, no necesita validarse con otro tipo de elementos. Si quieres reflejar lo coloquial del fútbol, lo puedes hacer en una escena de amor en un paradero, en un torneo de recreo, en una rebelión colegial. No es necesario buscar su relación con un presidente. Esos proyectos se quieren legitimar así porque no asumen que simplemente quieren escribir de fútbol; es una manera estúpida de hacerlo.

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