Dalcio Giovagnoli: "El mensaje al norte es que seguimos de pie"

El técnico que condujo a los mineros a su primera estrella analiza las claves del milagro.




Seis meses de trabajo en El Salvador han bastado a Dalcio Víctor Giovagnoli (Álvarez, Santa Fe, nacido el 5 de junio de 1963) para lograr en Cobresal lo que nadie antes había logrado. El director técnico de 51 años, que aterrizó en el campamento minero el 31 de octubre del pasado año para tratar de ayudar al equipo a eludir el descenso, escribió el domingo su nombre en la historia del club atacameño. Veinte equipos y casi 20 años avalaban al preparador, que había sido contratado, sin embargo, para otra cosa. Para sobrevivir, para continuar subsistiendo.

Treinta y seis años tuvo que aguardar la pequeña localidad nortina para conquistar su primer campeonato de Primera División. Toda su vida. El fin de semana, la fuerza y el temple minero del conjunto albinaranja tuvieron su premio. Una estrella. La primera de Cobresal, pero también la primera en suelo chileno del oriundo de la pampa húmeda que hizo florecer El Salvador. Giovagnoli, sin perder en ningún momento su característica serenidad, se sienta frente a la cancha, fija su mirada en algún punto distante y, tras respirar una larga bocanada de aire, comienza a hablar.

¿Quién es en realidad Dalcio Giovagnoli?


Yo soy de la provincia de Santa Fe, de un lugar cercano a la ciudad de Rosario. Un lugar que pertenece a una región que es la Pampa Húmeda que, según los entendidos, es la zona más fértil del país, en donde prosperan la agricultura, la ganadería y los jugadores de fútbol.

Y también los directores técnicos, supongo...

Obviamente. Se habla mucho de la escuela rosarina en cuanto a directores técnicos y preparadores físicos. En ese lugar hay clubes muy importantes, como Rosario Central, que fue una de las mejores canteras del fútbol argentino. También hay varias escuelas formativas, de donde han salido grandes directores técnicos, preparadores físicos y jugadores. En una de ellas, en Renato Cesarini, hice toda la parte formativa en mi ocaso futbolístico. Luego empecé a trabajar en diferentes lugares, pero las primeras armas salieron de ahí.

¿Quién es el responsable de su amor por el fútbol?

Soy de un pueblo que se llama Álvarez. Un pueblo chico, en donde la mayor ocupación recreativa es el fútbol. Ahí hay varios clubes y yo jugaba en Sportivo. Pero claro, también hay un componente familiar. Mi viejo y mis tíos habían jugado al fútbol y eso es algo que a uno le empiezan a inculcar desde muy chico.

En todos estos meses, no ha dejado usted de reiterar que los resultados eran el premio al trabajo de los jugadores y de todo su equipo. ¿Cuánto tiempo lleva trabajando con el mismo staff técnico?

Con el mismo grupo, aproximadamente cuatro años. Con el Profe (Martín Garnero) un poco menos, pero ya nos conocíamos, porque nos había venido a ayudar en algunas pretemporadas, por lo que casi hace más tiempo. Ellos son también de la misma escuela, por lo que la idea global está muy unificada. Tocamos todos la misma música.

En cuanto a su metodología de trabajo, ¿cuáles sus principales influencias?

Desde un punto de vista metodológico, he tenido una base de la escuela de Renato Cesarini (institución que adoptó el nombre de la leyenda del fútbol italiano y argentino). Allí aprendí muchas cosas, no sólo en lo táctico y en lo futbolístico, sino también a cortar el césped, los tipos de sistemas de riego, el tipo de semillas que va con cada estación, a ordenar un predio o a saber manejar el vestuario. Toda esa guía me la ha dado Renato Cesarini, pero creo que la palabra que mejor nos define como cuerpo técnico es la versatilidad. En cuanto a técnicos, algunos de los que he tenido en mi proceso de jugador me han dejado cosas muy importantes, como Jorge Solari en su momento o Marcelo Bielsa en la reserva de Newell's. Sin olvidarse, por supuesto, de los inicios. Para mí fue un segundo padre un técnico que tuve en Sportivo, que fue Adolfo "El Mago" Catena, el responsable de que uno se trate de insertar en esto, de que ame esta profesión. Por eso metodológicamente se podría decir que hoy hay un mix, un poco de todo esto.

¿Es usted un DT cercano a los jugadores o de los que prefieren manejarse con cierta distancia para preservar el liderazgo?

Hay mucha apertura, pero nosotros tratamos siempre de manejar el equilibrio justo. Hay una frase en sicología del deporte que lo explica muy bien. Aquella sobre la pareja de puercoespines que si se acercan demasiado se pinchan y si se alejan no se dan calor. Encontrar el equilibrio justo en un manejo de grupo no es fácil, pero nuestra obligación es tratar de encontrarlo. Hay tiempo para todo; hay tiempo para bromas, pero también para ser vertical en determinados momentos.

¿Habría sido capaz de imaginar al comienzo del campeonato un desenlace como éste?

No sé si llamarlo utópico, pero desde luego que se trataba de un objetivo que no teníamos. Hay que ser realista. La idea era llegar a esa bendita sumatoria de puntos que eran los 23 ó 24 para estar salvados del coeficiente, pero una vez que lo logramos aparecieron nuevos objetivos.

Visto con perspectiva, ¿se podría decir que fue Cobresal el equipo más regular del Torneo Clausura?

Puede ser que sí. Si tomamos una medida de lo que fue la localía y las comisiones de visitante, el resultado habla de regularidad. En las últimas fechas hubo cierto grado de ansiedad, debido a las circunstancias futbolísticas y extrafutbolísticas, pero llegados a la instancia final, lo que valía eran los resultados.

¿Qué incidencia tuvo en la moral y la autoestima del grupo el hecho de ganar como visita a Colo Colo y Universidad Católica?

Fueron resultados clave que consolidaron al grupo, que le dieron credibilidad, que  le hicieron creer que sí se podía. 

En la recta final, muchos creyeron que el equipo se caería. ¿La ilusión superó a la presión?

Sí, pero porque no dejamos de tener los pies sobre la tierra. Sabíamos que teníamos tres finales muy difíciles y de alto riesgo. Pero desde el día a día, desde lo que yo veía en los entrenamientos, veía un grupo tranquilo, que no estaba alterado y que mostraba una predisposición total a pelear de igual a igual hasta el final del torneo. La presión no estaba instalada, sí el riesgo.

¿Hubo algún trabajo motivacional específico por parte del cuerpo técnico para combatir esa ansiedad en las últimas fechas?

Llevábamos ya años trabajando con una misma estructura de charlas técnicas, charlas muy analíticas y videos motivacionales. En la última instancia sumamos la participación de un sicólogo amigo, Rodrigo Cauas, quien les ayudó un poco a los chicos a nivelar el grado de ansiedad, pero nada del otro mundo, ninguna locura. Era algo que ya veníamos haciendo tiempo atrás.

¿Cómo afectó al equipo la tragedia sucedida en el Norte? ¿Qué impacto tuvo en los jugadores?

Dicen que en la adversidad salen a la luz las virtudes, y creo que a nosotros nos ocurrió un poco eso. Afloraron mucho las virtudes y la fortaleza como grupo. Hubo mucho diálogo, porque la situación que se vivió no era corriente. Pero nosotros íbamos informándoles día a día a los jugadores cuál era la situación y la realidad en cada momento. Que nos podíamos mudar, que las familias vendrían pronto en chárter, que el agua no iba a volver por un tiempo, que el supermercado tenía solamente lo básico y muy poco. Esa información constante, generó una especie de armonía que resultó importante.

¿Era imposible preparar la recta final del campeonato en El Salvador?

Sin duda. Nosotros estuvimos una semana, antes del partido ante Colo Colo, sin prácticamente poder hacer nada, por el faltante de agua, porque no teníamos lugar donde trabajar. La cancha estaba inundada, el sintético estaba inundado y perdimos prácticamente una semana debido a todo eso.

¿Qué significa, a título personal, la consecución de esta primera estrella?

Un gran complemento para todo el trabajo que veníamos realizando todo el cuerpo técnico desde hacía mucho tiempo. Habíamos hecho campañas buenas, regulares y malas, pero siempre tratando de manejarlo metodológicamente de la misma manera y tratando de optimizar recursos y situaciones siempre en pos del crecimiento. Es un premio a ese trabajo de tantos años.

Tiene usted contrato con Cobresal, ¿continuará en El Salvador, aunque le lleguen ofertas de clubes con mayor jerarquía?

Hoy la prioridad la tiene Cobresal. Hay una estructura de fútbol joven en Santiago que está en pleno crecimiento y la idea es poder hacer la fusión con El Salvador. Nos preocupa un poco El Salvador, no Cobresal. Nos preocupa, a nivel de infraestructuras, cómo puede quedar El Salvador.

¿A quién va dedicado este título?

Sin duda, a la gente del Norte. No sé el grado de compensación que podemos llegar a dar a toda esa gente al compartir este título, pero creo que el mensaje al norte es que seguimos de pie todos, que no aflojen, que se puede revertir todo a través del esfuerzo y a través del sacrificio, como lo están haciendo ellos y como lo hicimos también nosotros.

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