Crítica de plástica: Revelando la emoción del color

La obra de Matías Pinto D'Aguiar retrocede sin pudor un par de páginas para escribir otras cuantas a lo largo de los años.




Hay pocos casos en que la pintura se acerque tanto a la creación literaria, con la construcción de un personaje que va evolucionando en el tiempo. Este escaso ejemplar se puede encontrar en el universo de Matías Pinto D'Aguiar, el artista surgido en los años 80 que, a diferencia de sus compañeros de generación, más expresivos y lúdicos, ha desarrollado lentamente una novela por entregas de un universo nostálgico.

Introspectivo como pocos, su obra retrocede sin pudor un par de páginas para escribir otras cuantas a lo largo de los años, transformando la reiteración en subrayado, en insistencia. Por primera vez, el protagonista (el caballo visto como alter ego del artista) desaparece casi por completo, para dar protagonismo a simples formas geométricas, como casas y espacios urbanos, acompañados con fuerza por el color. Tal como Mark Rothko hiciera a mediados del siglo pasado, Pinto D'Aguiar le agrega una carga emocional a sus obras, transformándolas en campos cromáticos emotivos. Junto a unas obras más planas, destacan alegres paisajes en tonos azules, otras nubladas de gris y Escalera al cielo (en la foto) teñida en verdes, de una simbólica simplicidad.

A propósito de un pintor figurativo que estuvo en la misma sala, se mencionaba como referente a Giorgo de Chirico, antecedente del surrealismo por sus figuras neoclásicas situadas en arquitecturas imposibles. Creo que la referencia tiene más lugar en estas pinturas de Pinto D'Aguiar, quien reditúa, en una mirada contemporánea, esa nostálgica ensoñación a través de la dislocación de figuras (construcciones, escaleras) en paisajes cargados que revelan las emociones del color.

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