Contreras: "La crítica actual es flojísima y están todos alineados"

El escritor nacional regresa con Mecánica celeste, su quinta novela tras nueve años sin publicar. "Este libro cierra un ciclo", dice.




Muriel Radeau es una mujer fatal. Acaba de aterrizar en Chile y con sus encantos se acerca cada vez más al arquitecto Francisco Bertrán, el hermano menor de su ex pareja fallecido por sobredosis de morfina.

La historia, que involucra a otros familiares, transcurre en Santiago. En barrios acomodados, donde se cruza el lujo y la traición. Son los ambientes en los que se mueven Muriel y Francisco en Mecánica celeste (Seix Barral), la quinta novela de Gonzalo Contreras (55), que acaba de llegar a librerías.

A nueve años de su última publicación en el género, La ley natural (2004), el autor retoma a los personajes de ese libro para concluir una etapa. "De alguna manera Mecánica celeste cierra un ciclo narrativo y le da un sentido a lo escrito hasta ahora", dice y agrega de sus personajes: "Yo sentía una gran estima por ellos y su pasado".

¿Le interesa desarrollar historias de clases sociales?

En la novela chilena no hay clase. Y yo no me meto con la clase alta agraria, católica y conservadora. Está muy lejos de mis intereses. Mis personajes nunca han circulado por ahí. Y sus padecimientos, despechos y fantasmas de esa clase me tienen absolutamente sin cuidado. Mis personajes están definidos por un rasgo: si leen libros o no, y eso no sé si constituye una clase.

República independiente

El autor de El gran mal vive en Providencia. A un par de cuadras de la calle Galvarino Gallardo, donde vivía el escritor José Donoso. "Una casa muy hermosa que el urbanismo la echó abajo y construyeron un edificio de mierda", dice Contreras, quien hace permanentes críticas, en Mecánica celeste, al nuevo sistema inmobiliario que ha cambiado a la capital.

En esa casa, en los 80, Donoso hizo sus talleres literarios con alumnos como Contreras, Carlos Franz, Alberto Fuguet y Arturo Fontaine. Ellos formarían la Nueva Narrativa chilena a inicio de los 90.

Sobre esa generación, que logró un amplio reconocimiento de crítica y ventas, señala: "Yo no ando con ninguna bandera de la Nueva Narrativa. Yo he sido desde siempre una república independiente. Lo que no me explico es por qué esa generación ha sido tan combatida. Quizá porque participamos en el taller de Donoso".

El autor que vendió 40 mil ejemplares con su primera novela, La ciudad anterior (1991), ahora regresa más desenfadado y sin miedo a los comentarios críticos. "La crítica actual es flojísima y están todos alineados y piensan igual, Pedro Gandolfo, Juan Manuel Vial, Patricia Espinosa y Rodrigo Pinto. Ellos no hacen crítica, hacen solapas para los libros", asegura.

De su pasado de buenas ventas cuenta que en algún momento tuvo "una pésima reflexión. Pensé que podía vivir de mis derechos de autor". Sobre el actual mercado editorial agrega: "La industria local sólo se preocupa del bestseller del momento y yo no estoy en el circuito comercial. Además, creo que la novela como tal desaparecerá".

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