El 27 de Febrero del 2010, a las 3:34 a.m., el suelo comenzó a moverse en la zona centro-sur de Chile debido al (en ese entonces) quinto terremoto más grande jamás registrado en todo el mundo. El evento duró más de 3 minutos y medio, y como todos seguramente recordamos, fue seguido por un tsunami. La reconstrucción tomó más de 5 años, y ha sido un tema importantísimo en los últimos años en nuestro país, ya que desnudó la falta de coordinación de diversos organismos gubernamentales, así como también develó variadas prácticas donde se evidenció que el interés económico pesó más que el de los afectados en más de una ocasión. En ese escenario Chile se levantó de manera relativamente rápida, considerando el tremendo tamaño del terremoto original. Sin embargo, el daño para muchos ya estaba hecho, y hoy por hoy la credibilidad de organismos como el SHOA y la Onemi están muy lejos de su mejor momento. Esto último resulta bastante complicado, ya que es muy importante que la ciudadanía pueda confiar en sus organismos gubernamentales al momento de una emergencia. ¿Cómo se puede corregir esto? Ciertamente varios dirán "no equivocándose nunca más", lo que sería más que deseable, pero no factible en el largo plazo. Lo ideal sería generar confianza entregando la información precisa del modo más transparente posible, de modo que las personas no sientan hay algo escondido (porque simplemente no lo hay). La idea fundamental es que, a través de la confianza basada en el conocimiento, todos podemos tomar mejores decisiones.

En lo personal me tocó vivir el terremoto del Maule en Temuco. Durante el día en que ocurrió, en una radio local, hablé por teléfono con varias personas, la mayoría de ellas notoriamente shockeadas. Las réplicas del sismo movían el suelo de cuando en cuando, y las preguntas que llegaban eran del tipo: "están diciendo que se viene uno más fuerte en una hora, ¿es verdad?" En esa época, diversos miembros del Servicio Sismológico Nacional plantearon que la secuencia de réplicas seguiría por varios años, e incluso después de alguna seguidilla de sismos en 2013, explicaron que ellos seguramente eran parte de las réplicas normales del terremoto del Maule. Recuerdo que varias preguntas en ese tiempo eran "¿por qué siguen hablando de réplicas tanto tiempo después del terremoto? ¿réplicas otra vez? ¿es que estos científicos no saben nada?, o ¿no podemos parar con el cuento de las réplicas?" Y es que nuestras vivencias y nuestro ritmo de vida como personas nos hacen evaluar todo en tiempos muchos más rápidos de los que le toma al planeta recuperarse realmente de un terremoto. Por lo mismo, esta columna trata de eso: las réplicas. ¿Por qué se producen? ¿Donde se producen? ¿Por cuanto tiempo podemos realmente esperarlas?

Como ya hemos mencionado varias veces, los terremotos se producen cuando dos bloques de la corteza terrestre se mueven súbitamente entre sí. En el caso de los grandes terremotos en Chile, estos dos bloques son la Placa de Nazca y la Placa Sudamericana. Cuando esto ocurre se genera un área de ruptura, y el posterior desplazamiento que mencionamos. Sin embargo, no todas las zonas de la ruptura se mueven igual, por lo que la naturaleza de todos los terremotos no es realmente la misma. Tomemos como ejemplo la figura de arriba, que muestra las zonas de ruptura - hechas por el USGS - de cuatro terremotos diferentes, aunque todos de magnitud 8.3, que han ocurrido en el mundo (más específicamente en Okhostk, Hokkaido, Illapel, y las Islas Kuril, crédito al USGS por los mapas). En esta figura, los colores blancos y azulados muestran zonas donde la placa no se movió tanto, y los más rojos muestran donde la placa se movió más. Podemos ver cómo este máximo desplazamiento es del orden de los 8 metros en dos de los cuatro casos, 9 en en otro, y sólo 5 en el restante. Las otras partes no se desplazaron tanto, por lo que otra pregunta importante aquí es: ¿se pueden desplazar todas las otras zonas de esta ruptura aun más todavía? Por ejemplo, ¿puede generarse un nuevo terremoto relevante (magnitud mayor a 7) en las zonas que no se movieron tanto en la ruptura generada durante el terremoto de Illapel del 2015? Algo así ocurre con la secuencia de réplicas que vienen después del movimiento principal, ya que las placas necesitan reacomodarse. Por lo mismo, varias partes de la zona de ruptura que no se han movido deberían hacerlo, razón por la cual la mayoría de las réplicas ocurren en los lugares que no se desplazaron tanto durante el terremoto. La experiencia muestra que esto ocurre, como se ve en el terremoto de Illapel. Los círculos grises muestran la ubicación de las réplicas medidas durante un año por el USGS en la región. Los círculos más grandes (réplicas mayores) se encuentran en zonas más azules y blancas, que no se desplazaron mucho durante el terremoto. Además, estas réplicas ocurren en la zona de ruptura del terremoto y algunas fallas aledañas, por lo que se ayudan a visualizar el tamaño de la zona de ruptura del sismo principal. Sin embargo, no toda la tensión acumulada se libera sólo con las réplicas, y varios estudios han mostrado que es bastante probable que una buena parte de esta tensión remanente después de un gran terremoto se libere asísmicamente (es decir, sin un terremoto perceptible).

Sobre el tiempo, se ha visto que la cantidad de réplicas decae rápidamente, y los científicos solemos usar la Ley de Omori-Utsu para explicar la forma en que ésta cantidad disminuye. En base a ella, y a la Ley de Gutenberg-Richter (que comentamos en una columna anterior), es que los sismólogos se pueden anticipar a la secuencia de sismos que ocurrirá en la zona de ruptura del terremoto y sus fallas aledañas. La experiencia muestra que estas dos leyes de distribución se satisfacen de manera bastante razonable en el mundo, y sí, explican por qué aún se puede hablar de réplicas dos o tres años después de un terremoto tan grande como el del Maule. Sin embargo, se ha visto que la mayoría de las réplicas mayores ocurren en las semanas que siguen al sismo principal. Algo que seguramente varios jefes de estado vivieron en carne propia el 11 de marzo del 2010. En la animación que se muestra en el siguiente video, Nathan Becker muestra la secuencia de las réplicas después del terremoto de Tohoku, en Japón, el 2011. A mi gusto, la animación es maravillosa, ya que muestra cómo va decayendo tanto la cantidad como la magnitud de las réplicas, y demás va delineando la zona completa de ruptura del terremoto, develando su tamaño.

https://www.youtube.com/watch?v=3r-JVx8yMpw

Un terremoto grande, como el del Maule, es un evento tremendo, y sus consecuencias duran por años. Las réplicas justamente enfatizan este punto. Para nosotros como ciudadanos, donde nuestras vidas completas pueden cambiar en pocos segundos, no es algo que nos deje muy tranquilos. A todos nos gustaría que no temblara tanto. Sin embargo, debemos mejorar la manera en que enfrentamos estos eventos. Aceptar que hay muchas cosas que están fuera de nuestro control, y actuar acorde a ello. Desde mi visión como científico, considero fundamental que aprendamos a confiar en el otro, y también en las entidades gubernamentales que manejan las emergencias. Obviamente, eso debe ir de la mano de un mucho mejor trabajo por parte de estas entidades. No nos puede volver a ocurrir lo que pasó en la madrugada del 27 de febrero del 2010, donde la alerta de tsunami no se dio. Hay mucho trabajo por delante, pero si aceptamos los desafíos que tenemos, desarrollamos como país políticas a largo plazo (y que no dependan del gobierno de turno) que apunten a prepararnos mejor, incentivamos la investigación en estos temas, y nos comprometemos a divulgar la información científica que existe y existirá, estaremos mucho mejor.

Cristian Farías Vega es doctor en Geofísica de la Universidad de Bonn en Alemania, y además profesor asistente en la Universidad Católica de Temuco. Semanalmente estará colaborando con La Tercera aportando contenidos relacionados a su área de especialización, de gran importancia en el país dada su condición sísmica.