Celopatía y femicidio verdiano en Talca

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Con éxito de público se presentó anoche la obra Otello de Giuseppe Verdi, bajo la dirección de Francisco Rettig en el Teatro Regional del Maule. Para este viernes se agendó una nueva función a las 20.00 horas por éxito de ventas.




El despliegue publicitario comenzó hace un tiempo. Pues no sólo era atractivo que una de las grandes óperas de Verdi, como es su

Otello

-una joya musical de una temática tan vigente como la celopatía y el femicidio- , se presentara en el Teatro Regional del Maule, en Talca. También era el debut en este rol del tenor chileno Giancarlo Monsalve, un cantante que se ha abierto camino en la escena.

En una función a tablero vuelto -se agregó otra para este viernes-, el resultado final  fue una propuesta que cumplió con creces prácticamente en la mayoría de sus aspectos, tanto en su puesta en escena como en su dirección de orquesta y en el elenco.

De estructura musical continua, la escenografía -ya sea de época o no- debe ser al menos sugestiva. La propuesta de Patricio Pérez, de refinada simpleza, evocó las riberas venecianas e insinuó interiores, mientras efectivas proyecciones acuáticas coronaron el espectáculo visual. Sólo su iluminación decayó. El Teatro Municipal de Santiago aportó un vistoso y tradicional vestuario, donde sólo fueron cuestionables las ridículas bombachas y una botas de cañas mediana de Otello. La regie de Rodrigo Navarrete estuvo en su justa medida, sin aspavientos exagerados y recalcando los aspectos que caracterizan a cada personaje y con un acertado manejo del coro. Si de algo había que prescindir, eso sí, fue de la monótona coreografía puesta en manos de una mujer bailando en el primer acto.

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Teatro del Maule.[/caption]

Con la profunda e intensa carga psicológica de Shakespeare, que bien tradujo en el libreto Arrigo Boito, la partitura verdiana recalca este aspecto a través de una melodía expresiva, de caracterizaciones brillantes y sutiles. La batuta de Francisco Rettig fue más que una simple lectura, pues con mano cuidadosa y detallista arrancó de la Orquesta Clásica del Maule riqueza de colores, tejiendo cada momento, cada atmósfera y carácter, y delineando el trágico devenir de la historia.

Siendo uno de los roles más emblemáticos del repertorio verdiano para tenores dramáticos -hoy escasos-, Otello presenta enormes dificultades que requieren de una gran madurez vocal. Giancarlo Monsalve tiene un rico material lírico

spinto

, sonoro y expansivo en la zona media, aunque con algunos problemas en el registro agudo que se desperfila y se hace extremadamente heterogéneo. Pero cantó con intensidad, y fue expresivo en la desesperación, la intimidad y la locura. Sin embargo, aún debiera trabajar mucho el rol y, sobre todo, dejarlo descansar por un tiempo, pues actualmente podría convertirse en un enemigo para su voz.

Paulina González fue la gran triunfadora. La soprano tiene a Desdémona en cuerpo y alma y eso se notó en una entrega redonda. Hoy denota un asombroso aplomo escénico y su voz luce potente, segura, con delicadas e insinuadoras líneas, un registro medio de gran belleza e impecables

pianissimi

que culminaron en una conmovedora escena final (

Canción del sauce

y

Ave María

). El punto más bajo de toda la producción fue el pálido Iago de Leonardo Estévez. Con tendencia a la desafinación, en ningún momento transmitió la imagen de maldad maquiavélica.

A ellos se sumaron Leonardo Navarro, un juvenil y convincente Cassio, de hermoso y parejo timbre, y Carolina García-Valentín, que configuró una robusta Emilia. Una grata sorpresa fue la Camerata Vocal Vox Lumini, dirigida por Isabel Fredes, que actuó con convicción y cantó con lirismo y poderío.

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