Academia Chilena de la Lengua entrega premios 2015

El columnista y crítico de cine Héctor Soto recibió el galardón Alejandro Silva de la Fuente.




Algunos presentes bromeaban con la reacción que tendrían ante una posible réplica del terremoto. Otros se intercambiaban libros o se saludaban a distancia en una sala colmada de invitados.

Fue el lunes pasado, cerca de las 19.15, cuando comenzó la ceremonia de entrega de los premios Academia Chilena de la Lengua en el salón de honor de la institución. Para tranquilidad de todos, ese día, en la sede de calle Almirante Montt, no hubo ningún sismo.

Eso sí, mucha emoción, en el evento que reconoció a cinco personalidades del ámbito académico, artístico y comunicacional. El acto estuvo dirigido por Alfredo Matus, director de la Academia Chilena de la Lengua. Lo acompañaban la vicedirectora, Adriana Valdés, y el profesor Juan Antonio Massone.

La primera persona en recibir los aplausos fue el escritor Jaime Collyer, quien se adjudicó el premio Academia, otorgado a la mejor obra publicada en el país el año anterior a la elección, por su libro de relatos Swingers (Random House, 2014).

“Los cuentos de Collyer incursionan en territorios nuevos, pero también reanudan una tradición chilena de literatura fantástica”, señaló el narrador Carlos Franz, miembro de número de la Academia Chilena.

El premio Alonso de Ercilla lo recibió el académico Bernardo Subercaseaux; el premio Doctor Rodolfo Oroz, el profesor Jaime Soto-Barba, y el recién creado premio Oreste Plath se le otorgó a la folclorista Margot Loyola, fallecida en agosto, y a su esposo Osvaldo Cádiz, quien recibió el galardón.

El primer premio que creó la Academia Chilena de la Lengua es de 1953. Se llama Alejandro Silva de la Fuente y reconoce al periodista que se ha destacado por el buen uso de la lengua en su labor.

Este año el reconocimiento  fue para Héctor Soto. Nacido en Valparaíso, en 1948, de formación abogado, Soto es crítico de cine, editor asociado de la sección Cultura y columnista de La Tercera.

“Fue un debate muy breve ante el premio dado por unanimidad a Soto”, señaló el periodista Ascanio Cavallo, miembro de número de la Academia desde 2013.

Entre los presentes a la ceremonia estaban el escritor y Premio Nacional de Humanidades Agustín Squella; Abraham Santibáñez, miembro de la Academia y ganador este año del Premio Nacional de Periodismo; Karen Müller, hija de Oreste Plath, y Guillermo Turner, director de La Tercera.

Ascanio Cavallo, quien también es crítico de cine y columnista de política de este diario, hizo un breve resumen de la trayectoria profesional de Soto. “Comenzó a escribir sobre cine en el diario La Unión. En los 70 apareció como director de la revista Primer Plano. Luego se sumergió en alguno de esos bancos que florecieron después del gran shock económico a mediados de los 70, y reapareció en diarios como El Mercurio, La Tercera, editando las revistas Economía y Negocios y fundando Capital. También como panelista de las radios Duna y Beethoven”, señaló.

Sobre su labor de columnista político, agregó que “nadie es perfecto”, lo que provocó risas entre los presentes. Y definió la escritura del autor de Una vida crítica como “elegante, delicada, ajena a la vulgaridad, que  ha seguido dando brillo por más de cuatro décadas a sus columnas”.

También destacó sus inicios en Primer Plano, revista que alcanzó cinco números y que sólo duró un año, desde 1972. “Esa mínima aparición cambió para siempre el estatuto de la crítica de cine en Chile. Soto y sus amigos introdujeron un lenguaje nuevo, que le devolvía cierta dignidad académica e intelectual al estudio de las películas. Todos los cinéfilos agradecemos esa revolución por la palabra”, comentó Cavallo, quien dio paso a las palabras de Héctor Soto.

El periodista, que ha dirigido el Diplomado en Escritura Crítica de la UDP, partió diciendo que se sentía “deslumbrado” por el reconocimiento. Luego de agradecer a la Academia Chilena dijo que “cuando me comunicaron el premio mi primera reacción fue preguntarme si no había un error, pero aún si lo hubiera créanme que estoy disfrutando muy genuinamente el momento”. A su vez que agradeció las palabras de Cavallo. “Tengo una cerrada admiración por su trabajo y por su prosa”, señaló, y luego bromeó amistosamente: “Ascanio es un gran periodista, un notable analista político, pero por coherencia conmigo mismo tendré que morir diciendo que no es un buen crítico de cine”.

Igualmente dio gracias a sus padres, amigos, maestros y a Horacio Serrano, de quien prepara la edición de un libro de columnas periodísticas: “Un hombre que perteneció a esta academia y que fue muy importante para mí. Cultivó un género de escritos breves, inteligentes, divertidos, preguntones y chispeantes”.

Sobre el periodismo, Soto reflexionó: “Seguramente el premio me ha inducido a reconocer mi deuda con este oficio envolvente, pasajero y a la vez definitivo. A veces fastidioso, pero finalmente cautivamente”.

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