14 familias de refugiados sirios llegan al país e inician proceso de reinserción

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Los 66 refugiados fueron recibidos hoy por la Presidenta Michelle Bachelet. Una de los grupos familiares que arribaría al país finalmente declinó viajar.




Entre aplausos y pancartas escritas en árabe fueron recibidos hoy los 66 refugiados sirios que luego de más de 25 horas de vuelo aterrizaron a eso de las 8.15 en la zona internacional del aeropuerto Arturo Merino Benítez. En el lugar fueron recibidos por la PresidentaMichelle Bachelet, quien les dio la bienvenida a Chile, "su nuevo hogar", y manifestó que "nuestro deseo es que comiencen poco a poco a dejar el miedo, el dolor y la incertidumbre".

Del total de refugiados, 32 son niños -la menor de solo tres meses- y 34 adultos. Estos últimos desarrollaban en el Líbano oficios de mueblería, carpintería, joyería y ventas, entre otros.

En ese contexto, la Mandataria señaló que "hay niños en edad escolar, preescolar y guaguas que van a crecer sintiendo a Chile como su patria, que es lo que nos alegra enormemente". Y enfatizó en que "sabemos que va a ser un proceso lento, pero quiero garantizarles que no van a estar solos".

En el recibimiento también estuvieron presentes miembros de la comunidad siria residente en Chile, quienes prepararon canastas de alimentos y llevaron regalos para los menores del grupo.

"Nos pidieron armar una despensa inicial para el primer periodo cuando llegaran aquí, ahí mezclamos productos árabes, que son los que ellos están acostumbrados a cocinar, en conjunto con los chilenos, para que vean qué van a ir a comprar después", explicó Hernán Maluk, presidente de la Sociedad de Beneficencia Siria. En la ceremonia, una de las refugiadas sirias quiso tomar la palabra y con ayuda de un intérprete señaló con visible emoción que "al ingresar al país sentí un descanso psicológico. Quiero agradecerle a la Presidenta por esto".

Sus nuevos hogares

Tras la bienvenida, cada familia emprendió camino en una van hasta sus nuevos hogares, en las comunas de Villa Alemana y Macul, que ya estaban equipados con todos los utensilios básicos para su llegada. "El barrio es tranquilo y la gente es muy buena. Me imagino que se van a adaptar bastante bien. Acá está el Metro Quilín a dos cuadras y hay locomoción para todos lados.

Creo que eligieron muy bien el lugar", dijo Gabriela, una de sus nuevas vecinas y dueña de un almacén que queda justo debajo del condominio donde se hospeda una de las siete familias que llegaron a Macul.

Durante los próximos días, los refugiados comenzarán con las clases intensivas de español, que serán impartidas por el Colegio Árabe de Viña del Mar, en el caso de los residentes en la Quinta Región, y por la Universidad de Chile, en Santiago. Además, también recibirán asistencia de los servicios públicos, como el Registro Civil, el Ministerio del Desarrollo y Fonasa, para que puedan acceder a los distintos beneficios.

Sobre la integración laboral, el alcalde de Macul, Gonzalo Montoya, sostuvo que a través del departamento laboral de la comuna están haciendo las gestiones para que los refugiados puedan acceder al sistema laboral. Y añadió que "también se han realizado todas las coordinaciones en educación y salud para que hagan ingreso a la red de colegios y consultorios".

En materia de idioma, el edil de Villa Alemana, José Sabat, sostuvo que "los funcionarios municipales van a tratar de aprender frases típicas que ellos puedan tener para poder comunicarse. En las clases de español habrá profesores para que ellos aprendan lo más rápido posible a decir 'cachái".

En tanto, sobre la integración laboral, Sabat sostuvo que por ahora están trabajando con la Oficina Municipal de Información Laboral (Omil) de la comuna para que puedan integrarse laboralmente.

La familia que no llegó

En un comienzo serían 60 las personas que arribarían al país. Luego la cifra aumentó a 70, y finalmente 66 concretaron el viaje. Sobre eso, el coordinador general del programa de reasentamiento, Alfredo del Río, explicó que hace cuatro días estaba la inquietud de si esta familia vendría.

"Son una familia extendida en varios países de la región de Oriente Medio. En el momento definitivo decidieron que no se querían separar, porque tuvieron la sensación de que nunca más se podrían volver a ver. Es algo totalmente legítimo, porque la decisión de salir del país es muy difícil para cualquier refugiado".

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