El salvador haitiano que no se siente un héroe

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Richard Joseph, en su trabajo en el aeropuerto.

A ocho meses de jugarse la vida para rescatar a una mujer que cayó de un noveno piso, Richard Joseph pasa las horas en el aeropuerto de Santiago, donde trabaja. Aquí cuenta cómo le cambió su vida tras el episodio.


Tres años antes de llegar a vivir a Chile y de convertirse en el "haitiano héroe", como lo bautizaron los medios de comunicación por salvar a una mujer que cayó de un noveno piso en Independencia, Richard Joseph vivía en Punta Cana, balneario de República Dominicana, junto a su esposa e hija Victoria. Al igual que ahora, pero en la soledad de su casa en Maipú, prepara la misma sopa de esos tiempos que comía junto a su familia: un caldo en base a verduras, carne, arroz y plátano verde frito.

Sentado frente a un computador en el aeropuerto de Santiago, donde trabaja, Joseph dice que no miró con atención lo que sucedió en mayo pasado en Francia, cuando Mamoudou Gassama, un ciudadano de Mali que vivía como inmigrante ilegal en el país galo, se hizo conocido en el mundo por salvar a un niño de cuatro años de caer de un edificio. Ese episodio terminó con Gassama en una audiencia con el Presidente Emmanuel Macron, quien le concedió la nacionalidad francesa.

Hoy, a casi ocho meses de su valiente reacción, Richard recuerda la historia: llevaba tres años viviendo en Santiago, con sus papeles al día, cuando ese 18 de noviembre de 2017 miró cómo una mujer estaba a punto de caer desde un noveno piso. Al comienzo pensó en registrar todo con su celular, pero corrió a los pies del edificio, puso sus brazos rígidos y sus puños firmes para recibir a una persona que no conocía. Como resultado, la mujer sufrió un golpe en la cabeza y quedó inconsciente, y Richard, con lesiones en una de sus rodillas y en sus caderas, que lo obligaron a utilizar una bota ortopédica durante varias semanas.

Dice que pocas cosas cambiaron en su vida. Entre pasajero y pasajero que atiende en su trabajo, dice que lo más importante de la notoriedad de su acción fue que comenzó a relacionarse mejor con el pueblo chileno. De hecho, el Presidente Sebastián Piñera lo invitó a su cuenta pública el pasado 1 de junio.

Su vida en Punta Cana

Durante 10 años Richard vivió en Punta Cana. Allí trabajó, al igual que ahora, en un aeropuerto. Además de francés y creolé, su idioma natal, este haitiano de 40 años aprendió inglés y español. Sentado en un escritorio recuerda su encuentro con la expresidenta Michelle Bachelet. Dice que nunca se le olvidará.

Le gusta Chile, se siente cómodo. Ni siquiera la estafa que sufrió a manos de un falso vendedor de autos, quien le robó el dinero regalado por el empresario Leonardo Farkas, lo hizo cambiar de opinión. Finalmente, y a punta de esfuerzo, compró otro vehículo, que maneja para ir a trabajar desde las 8 de la tarde hasta las 6 de la mañana del día siguiente, con dos días libres a la semana.

No fuma ni bebe alcohol, pero sí le gusta piropear de modo respetuoso a las mujeres. En un español que pronuncia con dificultad, Richard explica que las mujeres haitianas evidencian su desagrado a esas expresiones.

Los minutos pasan y, mientras los aviones despegan desde la losa del aeropuerto, el "héroe haitiano" debe ir a comer para reponer energías y volver al counter. El menú de esta madrugada, que preparó en casa, es la misma sopa que comía en Haití y Punta Cana: auyama, a base de verduras con trozos de carne y plátano verde frito.

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