Tarja Halonen, expresidenta de Finlandia: “Tenemos que recordar que el sistema democrático es un objetivo permanente, pero no es algo inamovible”

Tarja Halonen, expresidenta de Finlandia. Foto: Andrés Pérez/La Tercera

En el marco de la conmemoración de los 50 años del Golpe de Estado, la primera presidenta mujer en la historia de Finlandia, Tarja Halonen, visitó Chile. Se trata de su séptimo viaje al país, incluidos dos en pleno régimen de Pinochet, comentó a La Tercera.


De visita durante toda la semana, Tarja Halonen, la expresidenta de Finlandia –la primera y, todavía, única, dice–, se bajó del estrado principal de la sede de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) en Santiago para entrar directo a la entrevista con La Tercera este martes. El día anterior había asistido a las conmemoraciones por los 50 años del Golpe de Estado. Años atrás, mientras estaba embarazada esperando a su hija, ya había visitado Chile. Eran los años en que Augusto Pinochet se encontraba en el poder, y sabía que la policía “era bastante violenta” en la época, por lo que lo hizo con cuidado.

Con una vida ligada al mundo laboral y sindical, Halonen, de 79 años, gobernó Finlandia por 12 años, entre 2000 y 2012, para luego dedicarse al mundo de las organizaciones no gubernamentales. En el ámbito de la política internacional, fue presidenta de la Comisión Mundial sobre la Dimensión Social de la Globalización y copresidenta del Panel de Alto Nivel sobre Desarrollo Sostenible designado por el Secretario General de la ONU.

¿Cuándo llegó a Chile, y qué actividades ha podido realizar?

Estaré aquí toda la semana. En primer lugar está, por supuesto, la conmemoración del Golpe de Estado. Yo ya había estado en Chile, un poco en la época de Allende, pero cuando se produjo el Golpe, nuestra embajada se mostró muy activa en Santiago de Chile y, al igual que las de otros países nórdicos, acogió inmediatamente a refugiados. Yo fui una de las personas nombradas en Finlandia para formar parte del llamado comité de bienvenida. Era abogada sindicalista y, por lo tanto, la vida laboral y todo eso estaba en mi área de trabajo. Sus refugiados en Finlandia eran intelectuales bien educados, algunos artistas y similares, de modo que fue mucho más fácil, bastante fácil, lograr que ellos se integraran. Seguí entonces con los refugiados, y más tarde en el proceso de democratización de Chile. He visitado el país varias veces.

La expresidenta de Finlandia durante su llegada al Palacio de La Moneda durante el lunes 11 de septiembre. Foto: Mario Téllez/La Tercera

¿Cuántas veces ha venido y en qué contexto?

Esta es mi séptima visita ya. Estuve acá en dos ocasiones durante la época de Pinochet, la primera fue en la manifestación del 1º de Mayo de 1978. Lo recuerdo muy bien porque estaba embarazada, esperando a mi hija, así que también me ayudaron a evitar a la policía, que era bastante violenta. También hicimos algunas manifestaciones internacionales, para hacer respetar el último Parlamento elegido democráticamente en tiempos de Allende, pero eso ya fue en los años 80. Y luego, cuando (Patricio) Aylwin se convirtió en Presidente, yo también estuve allí. Después de eso, no solo lo conocí a él, sino también a (Ricardo) Lagos y a (Michelle) Bachelet, y ahora he tenido la oportunidad de conocer a su actual mandatario.

Como una persona siempre vinculada a temas de democracia, ¿qué opina de este hito?

Creo que es bueno recordarlo, porque siempre hay generaciones más jóvenes que piensan que la historia empieza con ellos, así que es bueno recordar que su sistema político era bastante respetado antes de Pinochet. Recuerdo que cuando dije que nunca ocurriría en los países nórdicos, los refugiados chilenos me dijeron que llevaban mucho tiempo con el sistema democrático, y que siempre es posible, y ahora hemos visto que en Europa Occidental también puede ocurrir, así que creo que ese es un punto. El segundo punto es que es bueno recordar que el sistema democrático no es un objetivo fijo, sino que está cambiando, y sé que ustedes todavía tienen algunas cosas que reformar de la época de Pinochet, tienen la Constitución, y todo eso, pero esto concierne a todo el mundo. Quiero decir, el sistema democrático, en todo el mundo, está amenazado. A veces dentro del Estado, a veces fuera, como ahora con la invasión de Rusia a Ucrania, y creo que tenemos que recordar que el sistema democrático es un objetivo permanente, pero no es algo inamovible, sino que cambia con los desafíos de cada momento.

A nivel mundial, ¿cómo evalúa el estado de la democracia? ¿Considera, como dicen algunos, que el modelo democrático está bajo amenaza en estos momentos?

Lo que solía ser norte, sur, este, oeste, es ahora un sistema multipolar, y siempre que los sistemas cambian existe el riesgo de que la democracia no sea siempre tan importante para aquellos que quieren modificar la sociedad, y lo hemos visto en Estados Unidos, que ha tenido problemas, sabemos que incluso en los países nórdicos y en Europa Occidental ocurrió. Creo que la globalización ha tenido un buen efecto, y también ha sido buena para la democratización global, pero también ha planteado nuevos retos, porque no es un juego limpio. Y por eso yo diría que este tipo de cambios en el sistema global también deberían hacernos más conscientes de lo que está pasando. Por ejemplo, sabemos que China es una gran incógnita; en África también hay cambios de gobierno no muy democráticos; tenemos dificultades permanentes en Medio Oriente; y ahora Europa se enfrenta a la agresión rusa en Ucrania. Los europeos piensan de alguna manera que tienen el derecho o la posibilidad de solo ver el horizonte europeo, pero formamos parte del sistema global, y es muy posible que el desarrollo sostenible se lleve a cabo de distintas maneras, lo que esperamos. Y espero que la mayor parte de los europeos sean democráticos.

El Presidente de Rusia, Vladimir Putin, durante su intervención en el Foro Económico Oriental en Vladivostok, Rusia. Foto: AP

Y sobre los movimientos antiglobalización...

Oh, sí, conozco eso muy bien. Juan Somavia, el exsecretario general chileno de la OIT (Organización Internacional del Trabajo) se enfrentaba a esa realidad en los primeros años del 2000. En aquella época, si ves los recortes de prensa de aquella fecha, la antiglobalización era muy fuerte, y cuando yo copresidía la comisión para una globalización justa junto con el entonces Presidente de Tanzania, Benjamin Mkapa, trabajamos durante tres años, de modo que el primer año intentamos hacer una luna de miel para los miembros de la comisión, tanto si eran directores generales de grandes empresas japonesas, como si eran activistas sudafricanos. Después de aquello, nos conocimos los unos a los otros y creo que eso nos ayudó a ver que la globalización tiene una doble cara, que a veces da y a veces quita, y que los países no son iguales. Por eso intentamos establecer unas normas de globalización justas, y uno de los objetivos más importantes era incluir el trabajo en la Agenda 2030, que es lo que estábamos planificando en aquel momento, pero hay muchas cosas buenas en este antiguo informe de la OIT que no están en esta agenda. Uno, que siempre subrayo, es el sistema final internacional, porque estas grandes corporaciones financieras no están realmente bajo ningún tipo de sistema democrático, y también hay muchas otras cuestiones que deberían analizarse de nuevo sobre la globalización. La globalización no ha terminado, y todavía tiene esta doble cara. A veces la necesitamos para el desarrollo sostenible, para ver que precisamos de una cooperación global y que deberíamos ver el panorama completo, pero también vemos, por ejemplo, lo que ocurre en la ONU. También es por la falta de pensamiento global, de cooperación mundial, que no han tenido éxito en detener el cambio climático, por ejemplo, así que no basta con eso. Tenemos que hacerlo a nivel local, regional, pero también global, para que sea una red que trabaje unida.

Durante su mandato presidencial, entre 2000 y 2012, la educación se convirtió en un tema clave. ¿Qué consejos podría dar a un país como Chile en este sentido?

La educación es importante. Para cada individuo, para cada país. Creo que la parte más importante de nuestras historias de éxito en el norte ha sido la educación, pero sobre todo, si pensamos en las experiencias de Finlandia, donde fuimos los últimos y los más pobres de los países nórdicos, pero estábamos muy comprometidos con la educación. Siempre lo recuerdo: fuimos parte de Suecia durante 700 años, luego fuimos parte autónoma de Rusia durante 100 años, luego, con la llamada revolución socialista, fuimos muy hábiles con los tiempos y nos declaramos independientes, lo que conseguimos con bastante facilidad. Pero luego tuvimos la guerra civil, también nosotros la sufrimos, y luego pasamos por otras dos o tres guerras organizadas por la Unión Soviética. Además, nos encontramos en un lugar remoto, somos como Chile en ese sentido. Somos un país grande, con poca gente, y todo eso nos empujó a crear un sistema educativo en el que todo el mundo, todos y cada uno de los niños y niñas tienen derecho a la educación. Y lo que pensamos también, lo que yo personalmente apoyo firmemente, es que el sistema educativo debería ser gratuito, de modo que no dependa de tu condición social el que puedas ir, no solo a la escuela, sino a la enseñanza superior e incluso a la universidad. Creo que, como te dije sobre el sistema democrático, es un proceso, no es un estadio permanente, es un proceso. La educación es lo mismo. Nos hemos beneficiado mucho de la igualdad de género, nuestras chicas son muy activas en la escuela y en la educación, aunque hoy en día estamos un poco pendientes de los chicos, porque las familias decían muy a la ligera que los chicos son chicos, que pueden arreglárselas y demás. Hemos dicho que en el pasado era un sistema antidemocrático, pero hoy en día, los chicos son chicos, pero tienen que trabajar tan duro en la escuela como las chicas para tener un buen futuro.

Tarja Halonen en la sede de la Cepal, en Santiago. Foto: Andrés Pérez/La Tercera

Usted también fue la primera mujer Presidenta de Finlandia, y su país ocupa actualmente los primeros puestos en la clasificación de brechas de género. ¿Cree que el mundo ha avanzado lo suficiente en este ámbito, o qué falta por hacer?

Es muy interesante. Creo que aún no sabemos cuáles son las diferencias reales entre hombres y mujeres, me refiero a la forma de pensar y todo eso. Por supuesto, hoy en día sabemos que los estereotipos de género no son solo cuestión de hombres y mujeres, sino que tenemos a las minorías y los derechos sexuales, y así puede ser que, quizás, dentro de 100 años en el futuro, esa gente se pregunte: ¿por qué estabas tan interesado en eso? Es asunto de cada uno lo que él o ella es, o algo intermedio. Pero hoy sigue siendo muy importante ver que las mujeres son la mitad de la población mundial, cuyos derechos no son plenos en muchos países. Pondré un ejemplo: la UNCCD (Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación, por sus siglas en inglés) es una organización especial que se ocupa de la desertificación, y se sabe que en más de 100 países miembros de la ONU, las mujeres no pueden poseer la propiedad de la tierra. En muchos países, tampoco heredan de la misma manera que los hombres. Y así, cuando ahora intentamos intensificar la producción de alimentos y mejorar la situación del cambio climático, no llegamos a las mujeres, que en la práctica son las agricultoras en la mayoría de los países en desarrollo. También tenemos, como ya he mencionado, los niños en Finlandia, así que debemos considerar que los niños y los hombres también tienen limitaciones en su vida plena. Creo que al menos nuestra experiencia en el norte es que cuando los hombres tienen la posibilidad de obtener, por ejemplo, el permiso parental, de estar con el bebé en casa un cierto tiempo, dicen que ha sido el momento más interesante de su vida. Y, al revés, también ha permitido a las mujeres iniciar antes sus actividades laborales.

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