“El sultán” que se perpetúa en el poder pese a la crisis de Turquía

Partidarios de Erdogan festejan durante la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Estambul, el 28 de mayo de 2023. Foto: Reuters

A la cabeza del país desde 2003, primero como primer ministro y luego como presidente, Recep Tayyip Erdogan enfrenta el hundimiento de la economía turca y la responsabilidad que le cobra la oposición por la mala gestión tras el mortal terremoto de febrero.


En 20 años dirigiendo Turquía, Recep Tayyip Erdogan ha tenido distintas etapas. Cuando empezó en 2003, prometía un cambio democrático en el país, pero entre sus mandatos como primer ministro (de 2003 a 2014) y luego de presidente (desde 2014), el dirigente conservador finalmente llevó a cabo un viraje autoritario. Los analistas acusan retrocesos en el Estado de Derecho, y los movimientos de oposición han sido reprimidos con violencia.

Turquía, hoy, no pasa por sus mejores momentos: los dos terremotos de febrero, en el que más de 50 mil personas murieron, empeoraron definitivamente una situación marcada por una grave crisis económica.

Aún así, Erdogan sigue siendo uno de los grandes líderes de Turquía, y hay quienes lo comparan con Mustafa Kemal Atatürk, el padre de la república actual, luego de la caída del imperio otomano. Más allá de sus últimos años, Erdogan ha tenido dos décadas para moldear el país a voluntad.

Nacido en febrero de 1954, Recep Tayyip Erdogan creció en la costa del Mar Negro de Turquía. A los 13 años, su padre decidió mudarse a Estambul, llevando consigo a su familia, de cinco hijos. En tal ciudad, Erdogan asistió a una escuela islámica, para luego obtener un grado en gestión de empresas en la Universidad del Mármara de Estambul. Y todo eso, mientras jugaba fútbol en un equipo profesional.

En agosto de 2001, Erdogan fundó un nuevo partido con raíces islamistas, junto a su aliado Abdullah Gül. Ya en 2002, tal partido, el AKP (Partido de la Justicia y el Desarrollo) ganó la mayoría en las elecciones parlamentarias, llegando Erdogan a ser nombrado primer ministro al año siguiente.

En su primera década logró un boom económico, gracias a la construcción de importantes infraestructuras y consiguiendo estabilidad financiera para Turquía: la clase media se expandió y millones de personas salieron de la pobreza.

Pero a través de los años, se fue volviendo cada vez más autoritario. En 2013, los manifestantes se tomaron las calles de Estambul, en un principio por los planes del gobierno de cambiar un parque. El entonces primer ministro los llegó a llamar “chusma”, y las protestas en el parque Taksim Gezi marcaron un punto de quiebre en su mandato. Para sus detractores, de ahí en adelante, Erdogan pasó a ser “el sultán”, más que el primer ministro.

Erdogan dando una conferencia de prensa en Kahramanmaras, luego del terremoto de febrero. Foto: Reuters

Luego de un intento de golpe de Estado en 2016, reprimido con fuerza y que terminó con el arresto de cerca de 2.800 militares, Erdogan ganó en 2018 por lejos otra elección presidencial, con el 52% de los votos.

Este último mandato, sin embargo, ha estado lejos de ser fácil: los precios en Turquía han sufrido alzas nunca antes vistas. Las cifras oficiales declaran una inflación interanual del 50,5% en marzo, luego de haber llegado a un 85,5% interanual en octubre 2022. Sin embargo, los centros de investigación independiente aseguran que podría haber llegado al 112%. Junto con esto, el valor de la lira turca cayó históricamente: entre 2013 y 2022, descendió un 90%.

En una entrevista con Becky Anderson de CNN la semana pasada, Erdogan prometió redoblar sus políticas económicas poco ortodoxas, argumentando que las tasas de interés y la inflación estaban “relacionadas positivamente”.

En el contexto de la guerra en Ucrania, Erdogan se ha posicionado como un mediador crucial entre Moscú y Kiev: aun perteneciendo a la OTAN, Ankara no comulga totalmente con la posición “Occidental” en la guerra. Su intervención en el tema de los cereales ucranianos reforzó esta posición como intermediario.

“Turquía se está separando de Occidente, aunque es miembro de la OTAN espiritualmente, Turquía ya no forma parte de la OTAN. Turquía está alineada con Rusia, con China, con algunos otros países del Este. Pero no veo que Turquía siga formando parte del mundo occidental, ni siquiera que siga intentando formar parte del mundo occidental”, comentó a Euronews el economista Arda Tunca.

El Presidente ruso, Vladimir Putin, y su par turco, Recep Tayyip Erdogan, asisten a una reunión al margen de la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái en Samarcanda, Uzbekistán, el 16 de septiembre de 2022. Foto: Reuters

En su entrevista con CNN, Erdogan también elogió su relación con el Presidente ruso, Vladimir Putin, como “especial” y dijo que continuaría bloqueando el acceso de Suecia a la OTAN, a pesar de las críticas occidentales de que estaba obstruyendo un frente unificado contra la invasión rusa de Ucrania.

El sismo mortal que golpeó a Turquía y Siria el 6 de febrero, y que lleva más de 50 mil muertos, marcará de todas maneras los balances del mandato de Erdogan. Se ha percibido que su gestión respondió tarde a la emergencia, y de paso, hubo censura en las redes sociales.

A pesar de todo esto, el politólogo turco Ahmet Insel señaló a France Info previo a los comicios de este domingo: “Los sondeos de opinión muestran que el impacto del sismo es más bien débil en las regiones que sufrieron. Los votos, ahí, son más ideológicos, y no se basan tanto en las prácticas gubernamentales”.

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