Crisis climática golpea a Italia y Australia con contrastes: olas de calor y lluvia encienden alarmas

Federica Vidali, agricultora que perdió sus cultivos tras la sequía del río Po, principal fuente de agua en el norte de Italia. Foto: Reuters

La peor sequía en 70 años en Italia amenaza con reducir a la mitad los productos ganaderos y el 30% de la cosecha agrícola nacional, mientras que Australia enfrenta su cuarta emergencia por inundaciones en los últimos 18 meses. La crisis climática, dicen las autoridades, sería el factor común.


Separados por más de 14.000 kilómetros, Italia y Australia comparten una cosa: ambas pasan por condiciones climáticas extremas y sus autoridades han tenido que tomar medidas acordes para paliar la crisis, donde la palabra que se repite es emergencia.

Ambos están en las estaciones en que “corresponde” la llegada del calor y la lluvia. El país europeo se encuentra en verano y el oceánico, en invierno. Pero las condiciones climáticas han superado con creces los números que se ven en un año normal.

Sequía más grande en 70 años

El lunes, el gobierno de Italia decretó el estado de emergencia para cinco regiones ubicadas al norte del país. La decisión llegó en respuesta a la peor sequía de los últimos 70 años, con lo que las autoridades tendrán menos trabas burocráticas para tomar decisiones inmediatas, de ser necesario, como lo son el racionamiento del agua para viviendas y empresas. Municipios como Verona ya reportaron medidas restrictivas al uso humano y agrícola, mientras que Milán anunció el cierre de sus fuentes decorativas.

Tras ser convocados por el primer ministro Mario Draghi, el gabinete decidió emitir el decreto de emergencia para las regiones de Emilia-Romaña, Friuli-Venecia Julia, Lombardía, Piamonte y Véneto, todas cercanas a las cuencas alpinas orientales y al río Po, la principal fuente de agua afectada por la sequía.

Vista de la ribera seca del río Po durante junio de este año, indicio de la sequía que afecta a la zona norte de Italia. Archivo. Foto: Reuters

El valle generado por este afluente es el encargado de producir cerca del 40% de los alimentos del país, lo que incluye el trigo y el arroz. El río Po, el que recorre más de 650 kilómetros y es el más largo de Italia, ha registrado muy pocas lluvias en los últimos cuatro meses y durante junio de este año su caudal hacia el mar había disminuido a 300 metros cúbicos por segundo, una quinta parte de la media para esa época del año.

Durante dicho mes, sorpresa causó entre los habitantes de Gualtieri, pueblo ubicado a las orillas del río, cuando un barco de la Segunda Guerra Mundial sumergido, al que solo se le veía la proa, empezó a emerger hasta revelarse la mitad superior completa. Este dato curioso se condice con el registro de investigación estatal CNR, que afirmó que durante 2022 Italia ha recibido la mitad de la precipitación media de los últimos 30 años.

Muchos de los brazos que salen desde el río Po, así como tramos completos del afluente, se han secado. Cuando Reuters consultó a agricultores de la zona, estos aseguraron que el flujo es tan débil que el agua de mar se está filtrando hacia la tierra, lo que ha destruido muchos cultivos.

Las consecuencias de la sequía, afirmaron a Euronews desde Coldiretti, el sindicato agrícola más grande del país, amenazan a la mitad del ganado que se sustenta del valle creado por el río, lugar donde se produce el jamón de Parma. Misma situación que arriesga el famoso queso Parmigiano Reggiano, elaborado con leche obtenida de las vacas de la zona.

Se estima que el 30% de la producción agrícola nacional está en riesgo. Hasta la fecha, expertos han anunciado la pérdida de casi 3.000 millones de euros en el sector agrícola, afirmó la agencia turca Anadolu. En respuesta, el gobierno italiano asignó 36,5 millones de euros para la contención de la crisis, los que serán destinados principalmente (cerca de 11 millones de euros) a la región de Emilia-Romaña, una de las más golpeadas por la sequía.

Por otro lado, la generación de energía hidroeléctrica, que corresponde al 20% de la producida por el país, también ha visto reducida su labor de forma drástica, al estar ubicadas sus centrales principalmente en las regiones montañosas del norte italiano. Meuccio Berselli, secretario general de la Autoridad de la Cuenca del Distrito del Río Po, dijo durante junio a Euronews que una de las centrales hidroeléctricas se había cerrado por la falta de agua.

Días atrás, Draghi afirmó que el derrumbe de un glaciar en los Alpes italianos, que causó la muerte de al menos siete personas, estaba “sin duda” relacionado con el calentamiento global. Postura respaldada por el glaciólogo y director del Instituto de Ciencias Polares del Consejo Nacional de Investigación italiano, Carlo Barbante.

Parte del glaciar de los Alpes italianos que colapsó, evento en el que murieron al menos siete personas. Foto: Reuters

“Son eventos que en los glaciares siempre se han producido, pero que se han acelerado en los últimos tiempos por el calentamiento global. Los glaciares se funden así, no gota a gota, y estos episodios serán siempre más frecuentes con estas altas temperaturas”, explicó el experto.

Lluvia incesante en Australia

En el otro polo del mundo, y contrastando completamente la situación del país europeo, está la realidad australiana. Este martes continuaron las lluvias torrenciales que azotan a la costa este, intensificando las inundaciones que venían de días anteriores y forzando a las autoridades a ordenar a la población a salir de forma obligatoria de sus hogares tras el rápido y peligroso crecimiento de los ríos.

El lunes ya se había decretado la evacuación de 30.000 habitantes de Sydney. Al día siguiente, fueron 50.000 más las personas a las que se les ordenó abandonar sus residencias en Nueva Gales del Sur, dijeron las autoridades a los medios locales.

Un hombre rema entre las calles inundadas de Windsor, en las afueras de Sydney, Australia. Foto: AP

Con esta inundación, la ciudad más poblada del país ha registrado su cuarta inundación en los últimos 18 meses, dato que se resume en la cantidad de agua caída durante las últimas jornadas. El agua caída durante los últimos tres días equivale a la lluvia que debería registrarse en un año completo en algunas de las zonas afectadas. Los cerca de 800 milímetros de lluvia que han recibido algunas regiones desde el sábado han eclipsado totalmente el promedio anual de Australia, fijado en 500 mm según las autoridades.

“La información más reciente que tenemos es que hay muchas posibilidades de que las inundaciones sean peores que cualquiera de las otras tres inundaciones que tuvieron esas áreas en los últimos 18 meses”, dijo a Australian Broadcasting Corp el ministro de Manejo de Emergencias, Murray Watt.

Por tal razón, autoridades locales afirmaron que se trabajará en un plan de apoyo financiero de emergencia al declarar las inundaciones como una catástrofe natural, detalló NPR. Por su parte, el primer ministro de Nueva Gales del Sur, Dominic Perrottet, dijo que el evento climatológico estaba lejos de terminar. “Dondequiera que estés, ten cuidado cuando conduzcas por nuestras carreteras. Todavía existen riesgos sustanciales de inundaciones repentinas”, aseguró en un punto de prensa.

Jim Chalmers, tesorero federal de Australia, adelantó que el impacto económico producido por las inundaciones “será sustancial”, pues parte de las aguas afectaron a regiones productoras de alimentos, lo que disminuirá los suministros y elevará los precios.

“No sirve de nada esconderlo…, el problema de la inflación que tenemos en nuestra economía empeorará antes de mejorar. Tiene muchas fuentes, pero ésta (la inundación) será una de ellas”, dijo Chalmers a Sky News.

La situación, explicó a Reuters el analista senior de catástrofes de la aseguradora Aon, Tom Mortlock, se debería a una mezcla de elementos. El fenómeno meteorológico de La Niña, las temperaturas cálidas de la superficie del océano Pacífico y el Dipolo del Océano Índico estarían jugando un rol importante, pero también lo hace el cambio climático.

Atribuir el evento a una sola causa, explicó el experto, sería un error. Pero la mayor frecuencia de lluvias torrenciales registrada en los últimos meses se condice con lo que se podría esperar del cambio climático, puesto que el aire más cálido retiene más humedad en la atmósfera. “La mayoría de los modelos climáticos sugieren aumentos en la frecuencia de eventos de lluvia en Australia”, detalló.

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