Review | Velma, una reinvención animada que no logra fluir de forma natural en su forzada búsqueda de originalidad

Los dos primeros episodios de esta nueva producción del streaming HBO Max fueron lanzados para presentar una precuela que da un giro adulto y queer a los personajes de Scooby-Doo.


Aunque en la superficie Velma propone ser disruptiva, instalándose como un cambio brusco respecto a lo que tradicionalmente han sido las series ligadas al mundo de Scooby-Doo, en el fondo es una propuesta que no solo luce, sino que se siente muy similar a otras propuestas animadas que han apuntado a un público adulto en los últimos años.

Ante esa idea que provoca que la nariz se arrugue, ya que basta con mencionar que en la misma plataforma existe la propuesta superior de Harley Quinn., esta nueva producción de HBO Max por sobre todas las cosas empuja un viento poco original. Y eso no es precisamente algo bueno cuando la producción flamea una bandera que la presenta como algo tan único como puede serlo una reinvención adulta y queer de la pandilla de la Máquina Misteriosa.

Instalándose como una precuela, situada antes de la existencia de la van o que los jóvenes conozcan al perro gran danés amante de las Scooby-galletas, esta serie desde sus primeros segundos deja en claro que abordará la historia de origen de Velma, con toda su voz y su particular punto de vista, a partir de un primer asesinato que debe ser resuelto.

La muerte en cuestión involucra a una popular adolescente cuyo cerebro ha sido completamente removido y cuyo cuerpo ha sido escondido en el casillero de Velma, una frustrada estudiante impopular con raíces sudasiáticas que tiene un montón de trancas que no ha logrado superar. El descubrimiento del cadáver, además, se genera justo después de una conversación de chicas desnudas en las duchas del establecimiento, en la que también queda en claro que nuestra protagonista está en pleno pie de guerra con su antigua mejor amiga, la asiática y colorina Daphne.

A partir de ahí, Velma es la principal sospechosa y ella misma tiene que tomar las cartas en el asunto, ya que las detectives a cargo del caso, una pareja de lesbianas que justamente son las madres adoptivas de Daphne, nunca han resuelto nada, lo que incluye a la desaparición de la propia mamá de Velma.

En ese sentido, la gran barrera de toda esta situación radica en el hecho de que Velma sufre de ataques de pánico cada vez que intenta resolver un misterio. ¿La causa? su madre desapareció justo el día en que ella resolvió un caso hogareño. Y la culpa, el vacío en el corazón, solo se ha llenado con la angustia de apariciones espectrales que realmente no están ahí.

Tomando el arquetipo base de Scooby-Doo, la serie en sus dos primeros episodios indaga en el misterio de una forma completamente metatextual, tanto para definir su propuesta como para lo que tradicionalmente se entiende con estos personajes. En el camino, inevitablemente también queda claro que otras chicas hermosas comienzan a ser descerebradas por un asesino y eso pondrá a todas en riesgo.

Siguiendo una dirección adulta que incluye gore y, por sobre todas las cosas, abraza a la diversidad, otro aspecto destacado radica en la forma en que son abordadas las relaciones entre los múltiples personajes. Lo anterior inclusive incluye a Fred, el típico hombre blanco rubio (aparentemente) heterosexual que no es precisamente el más inteligente, pero carga una mochila de expectativas, y Norville, un inteligente joven afroamericano que está enamorado de Velma y aún no ha caído en las pasta que literalmente lo convertirá en Shaggy.

Con todas esas dinámicas, los dos primeros episodios terminan instalándose como una propuesta interesante, pero que también toca teclas que parecen cada vez más trilladas cuando un producto es creado para reinventar una marca archiconocida. La serie es ingeniosa y cuenta con diálogos que así lo reflejan, pero ese mismo ingenio también puede ser interpretado como algo demasiado forzado que no termina fluyendo de forma natural. Y justamente ese es un gran problema para una serie como esta, que juega con la idea de que Norville en el futuro será un marihuanero y se detiene un par de segundos para reforzar el guiño a las revisiones contemporáneas que se hacen al clásico animado.

Puestas las cartas sobre la mesa, lo que termine saliendo de Velma probablemente tendrá un público cautivo, especialmente por el buen trabajo de su animación y la forma en que la historia busca dar constantemente una vuelca de tuerca al canon de la franquicia. Pero es esa misma situación la que puede terminar provocando que esto termine enganchando solo a un nicho dentro de un nicho.

Y en definitiva, tampoco hay que olvidar que la RAE también define a la palabra nicho como una “concavidad formada para colocar algo; como las construcciones de los cementerios para colocar los cadáveres”. Pues bien, ojalá esto no muera antes de tiempo.

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