Vivienda social en Chile: El gran dilema

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No es coincidencia que todos los entrevistados aludan a nuestra costumbre de compararnos con países de la OCDE. Es como si miráramos las casas de los vecinos y nos diéramos cuenta de que hay algo mal con la nuestra. ¿Podría ser esta sensación de no pasar la prueba el impulso hacia soluciones de mayor calidad y sustentabilidad en el tiempo?




El problema es el mismo, lo distinto es la mirada. Hasta el siglo XIX la prostitución se consideraba una cuestión en el ámbito de la moral, con la llegada del movimiento higienista entró directamente a las preocupaciones de salud pública. El hacinamiento y las malas condiciones de vida constituían un ambiente tremendamente propicio para la propagación de enfermedades entre la gente con menos recursos. La comprensión de este hecho desplazó el tema de la vivienda social desde la caridad hacia las obligaciones del Estado. "La promulgación de la Ley de Habitaciones Obreras de 1906 marca el momento en que el Estado se hace parte. Se crea la Caja de Habitación Popular, que luego se llama Corvi, que va evolucionando y va teniendo muchos impulsos a través de su historia, con los gobiernos radicales en los años 40, con los de Frei y Allende. Es una larga historia de mucho esfuerzo y aspectos positivos. Pero aunque hay muy buenos resultados en mecanismos de gestión, no logra resolver las limitaciones en cobertura, sigue siendo baja y el déficit sigue siendo muy grande", explica Humberto Eliash, presidente del Colegio de Arquitectos y profesor titular de la U. de Chile.

Los buenos modelos construidos por el Estado (cosa que dejó de ocurrir posteriormente) no alcanzaban para todas las familias chilenas en necesidad de vivienda digna. Sin entrar en análisis políticos, Eliash señala: "En los años 80, con el cambio del modelo económico chileno, el problema de la vivienda social se volvió más financiero, más mercantil. La calidad media bajó, muchos prototipos y mecanismos de los periodos anteriores se echan de menos, pero innegablemente aumentó drásticamente la cobertura".

El 7,2% de las familias chilenas vive en hacinamiento medio o extremo. Casen 2015.

¿Se ha sacrificado la dignidad por la masividad? Yo estudié en la U. de Chile casi gratis, pero fui parte de un grupo cercano al 5% que tuvo acceso a ese nivel de educación. Para ser justos, hay que señalar ambas cosas. Claro que hubo vivienda de mejor calidad, pero ¿qué sacamos con eso si la mayoría de los chilenos vive mal?

Pero el arquitecto y sociólogo, actual alcalde de Recoleta, Daniel Jadue se cuestiona: "Si a usted le entregan una vivienda a dos horas del centro asistencial más cercano, si su hijo se atraganta con un hueso de pollo y no sobrevive el camino, aunque sea un palacio de mármol es una pésima vivienda. No se trata solo del objeto casa, la vivienda es el lugar en torno al cual gira la vida, debe ser evaluado como una globalidad. No sé si mandar a los pobres a vivir a la periferia, a vivir sin nada, lejos de sus trabajos, del estudio de sus hijos, de la salud, es entregar vivienda".

Las familias beneficiadas por Serviu en 2017 fueron 4.126 en la Región Metropolitana. Recibieron un subsidio habitacional para adquirir viviendas nuevas o usadas de hasta 2.200 UF.

Según su propio creador, el camino de Recoleta es uno alternativo, que si eventualmente pasara de iniciativa local a política de carácter nacional, dejando atrás las trabas y complejos para discutir cuánto Estado y cuánto mercado, y entendiendo que el Estado debe estar en todas la áreas donde el mercado no funciona ni le interesa funcionar, podría resolver problemas como la vivienda social. "A mucha gente de derecha y centro le encanta compararse con los países de la OCDE para muchas cosas, pero no lo hacen en esto: en Suecia, la ciudad de Malmö tiene más de 60 mil viviendas municipales. No son solo viviendas sociales, hay viviendas para ricos con arriendos justos también, y se mantienen a través de un sistema externalizado de mantención de estructura pública. Los arriendos constituyen cerca de un 30% del ingreso municipal anual, lo que le permite seguir construyendo buena ciudad. Creo que en Chile se ha desperdiciado una oportunidad tremenda, lo que está haciendo Recoleta es señalar ese camino, decir 'oiga estamos acá, si nos dan autonomía y recursos podemos resolver mucho más rápido de lo que ustedes lo han hecho en los últimos 40 años'".

Recoleta está tratando de mostrar ese camino a través de tres operaciones, todas articuladas por Inmobiliaria Popular: "Primero, compramos terrenos a valores de mercado y se los traspasamos a título gratuito a los comités de vivienda social que tiene nuestra comuna, de tal manera que se queden en nuestra comuna. Segundo, organizamos la demanda y compramos terrenos en otras comunas y desarrollamos proyectos para que se radiquen lo más cerca posible de la comuna; ahora estamos viendo un terreno en Huechuraba. Lo tercero es optar por construir viviendas para arriendo, que son municipales, que no serán entregadas jamás en propiedad a nadie, que nos permiten intervenir el mercado abusivo del arriendo entregando a jóvenes, adultos mayores y migrantes la posibilidad de tener una vivienda de bienvenida, emancipación o descanso en la última etapa de la vida a un precio justo y que les permita resolver problemas que el mercado nunca los ayudará a resolver".

Las variables que componen la pobreza multidimensional son educación, salud y trabajo, seguridad social, vivienda y entorno, redes y cohesión social. El 20% de la población no tiene acceso a una o más de estas dimensiones. Casen 2017.

Fuera del radar

La familia tiene una casa. La hija vive al fondo del sitio como allegada con sus hijos y está 'colgada' a la electricidad. Frente a ese escenario la intervención del programa Habitabilidad para Santiago, dependiente de Fosis –a cargo de Ignacio Ossa, arquitecto- y su equipo debe ser la opuesta a descolgarla: gracias a esa electricidad sus hijos pueden estudiar, incluso acceder a internet; lo que hacen es cambiar su sistema eléctrico para que sea más seguro y su vivienda no se incendie, cosa que suele ocurrir con instalaciones y construcciones de esta precariedad. Esa es la ayuda que puede prestar en este caso; otras veces se trata de medidas sanitarias en la cocina, otras veces de implementar un baño para una casa que simplemente no lo tiene; otras veces de situaciones realmente dramáticas.

Las personas con las que trabaja Habitabilidad no postularon a ese beneficio, fueron 'diagnosticadas' a través de lo que era la ficha CAS y ahora es el Registro Social de Hogares. De acuerdo a las variables que mide esa encuesta ciertas familias muestran ciertas carencias o ciertas aptitudes para trabajar en algunas dinámicas sociales. "Son las familias que las políticas públicas de grandes trazos no alcanzan, que por ejemplo no acceden a las viviendas tercerizadas con constructoras por el Serviu porque no tienen capacidad de ahorro ni organización. Nosotros entramos en la casuística, contamos con una batería de soluciones, pero la implementación nunca es igual de un caso a otro", explica Ignacio.

Este programa, que dura doce meses, comienza siempre con un diagnóstico realizado en terreno por un arquitecto, una asistente social y un psicólogo. Gracias a años de trabajo consistente, el Fosis entra sin dificultades a las poblaciones más conflictivas de Santiago. "A veces el equipo multidisciplinario se encuentra con indicios de abuso por parte de un padre o padrastro. Lo que hacemos inmediatamente es crear una separación física que resguarde a la víctima. Se dan obviamente las alertas, pero resulta urgente en ese caso hacer dormitorios nuevos para evitar el hacinamiento. Es una acción crucial mientras no se determine que el abuso se está dando".

Si bien Habitabilidad trabaja en mejoras físicas, tienen una componente social y educativa importante, entrega además las estrategias para mantener en el tiempo las mejoras y el incentivo para ir sumando otras, a veces muy simples. "Quizá sigo siendo allegado en un sitio, sigo bajo una serie de precariedades, pero ahora con ciertas capacidades instaladas en talleres, con la familia completa participando, uno puede augurar un cierto desarrollo sostenido. No se trata de un programa de parche, que entrega la típica mediagua, pensando que la familia va a cambiar, pero con el paso del tiempo la familia sigue ahí. Este programa busca soluciones más definitivas y sustentables".

Para Ignacio Ossa, que entró al programa prácticamente cuando partía como subprograma del sistema de protección social impulsado por Ricardo Lagos, el hecho de que se haya mantenido por 13 años, sin alteraciones a pesar de tres cambios de gobierno, significa que están haciendo algo bien y podría probar de alguna manera que instituciones que trabajen a largo plazo, independientes de los gobiernos de turno, tienen mayores probabilidades de éxito, como lo tuvieron la Corvi y la Cormu en el pasado.

El programa Habitabilidad de Fosis depende del Ministerio de Desarrollo Social y cuenta con más de 80 profesionales expertos en todo el país, que a su vez trabajan en 320 municipios prestando ayuda a alrededor de 9.500 familias anualmente.

El camino a la integración

En la noche del día en que conversó con nosotros, Humberto Eliash iba a comer con Jan Gehl, arquitecto danés de fama global por sus teorías de desarrollo urbano. En esa comida iban a estar también personas de ONU Habitat que vinieron a ver asentamientos irregulares y a hablar de estrategias de urbanismo en América Latina. El tema iba a ser, como había sido durante toda la visita, cómo sumar los esfuerzos del Estado y de los privados para solucionar el problema de la vivienda en nuestro país. "Yo le agregaría un tercer factor, que no es una idea mía, está presente en la obra de muchos autores: a ese binomio hay que sumar la comunidad organizada. Hay que ajustar el modelo, sacar lo bueno, pero equilibrando las variables, incorporar las de mayor humanidad, solidaridad, atender la complejidad del ser humano. Admiro mucho a Fernando Castillo Velasco, trabaje con él. Él hizo muchas cosas siendo intendente y alcalde y no las hizo fuera del modelo, la diferencia es que las hizo con la gente. La gente puede aportar ideas, recursos, mano de obra, lo que sea. Es lo que pasó en casos exitosos como el de Curitiba o Barcelona".

¿Pero cómo integrar a la ciudadanía cuando ocurren fenómenos como el rechazo de ciertos grupos a un proyecto de viviendas sociales en Las Condes?

Según el alcalde de Recoleta, Daniel Jadue, esa voz no representa a la ciudadanía sino a "la clase dominante y a los que sueñan ser", así pide ser citado. "Integración social no es que vivamos juntos. Eso es un mito. Integración social es que vivamos juntos, que vayamos a los mismos colegios, a los mismos parques y centros asistenciales, que dé lo mismo dentro de la trama urbana dónde vivir".

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