Suprematista

quincho

Si bien es una obra potente, no compite con la naturaleza por protagonismo. Cuando la estética resulta de una secuencia de decisiones lógicas, cuando encuentra sustento en el arte, se obtienen resultados como este quincho, que distintos sitios de arquitectura del mundo están viralizando.




José Peña marca con una estrella cada requerimiento que recibe de medios online de arquitectura. Desde hace unas semanas su inbox es una pequeña constelación vertical y cada mañana despierta con más mails desde España, China, Corea del sur, Australia, EE.UU., Argentina, Uruguay o Ecuador, pidiendo autorización para compartir su primer proyecto construido, un quincho en Pucón.

Helen Martin, dueña de la inmobiliaria Domus, en Concepción, del terreno donde se encuentra este quincho y por supuesto mandante en el proyecto, es una viajera frecuente; una de las vistas que más la marcaron en esos viajes fueron los jardines zen de Japón. Ella quería en su predio un lugar de meditación y conexión con la naturaleza, el quincho pasó a ser una excusa.

"Me dediqué un año y medio a diseñarlo tranquilamente", recuerda José. "Quería que fueran formas puras, 'khanianas', que cayeran tan puras que dialogaran bien con el entorno. Buscando la forma de lograr estas geometrías y relacionarlas a los jardines zen llegué al arte suprematista, que se enfoca en las formas geométricas fundamentales. ¿Si ya los artistas lo habían hecho, por qué me iba a dedicar a estudiar las formas como tales? Me agarré de Moholy-Nagy, que trabaja con círculos y trazos para crear composiciones, e hice un cuadro de esas características, que establece la relación de equilibrio entre lleno y vacío que quería tener. No se entiende el uno sin el otro. En el predio hay un bosque y un claro que tienen esa misma relación. Esa era la sensación primera".

A continuación surgieron dos líneas simples como los trazos de Moholy-Nagy que adquieren la solidez de dos muros. Uno cumple la función de restringir la vista desde un camino cercano y, al mismo tiempo, divide la piscina del quincho. El otro resguarda la privacidad potencialmente amenazada por la proximidad de otra casa; este además soporta el acceso.

"Quizás es porque además de arquitecto estoy terminando mi tesis de ingeniería, pero yo encuentro la belleza cuando la ingeniería está de fondo, cuando veo algo y digo '¡wow! ¿cómo se hizo?'. Este cilindro se inclina y permite una vista lateral del bosque y además produce el acceso, que está apoyado tangencialmente sobre el muro. Alrededor de la piscina el cilindro actúa como contenedor y cuando se suspende actúa como viga, se apoya sobre el punto donde se genera el momento máximo. El hormigón no solo contiene el agua sino que su peso me sirve de fundación para que esto vuele", explica José.

El cuadro se completa con operaciones simples pero igualmente intencionadas, como el ordenamiento de las muchas piedras volcánicas preexistentes en el sitio: organizadas en retícula sirven como asientos cuando los invitados son muchos, y además generan una transición más suave entre la naturaleza y la construcción, entre el lleno y el vacío.

www.josepena.cl

@ignaciopenapenaranda

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