Telmo Pievani, filósofo italiano: “La evolución es un campo abierto”

El filósofo y biólogo evolutivo italiano Telmo Pievani.

El biólogo evolutivo, quien la próxima semana viajará a Chile para participar en el Festival Puerto de Ideas Antofagasta, ha escrito sobre la importancia de la imperfección y el azar en la evolución. “No tiene nada que ver con la optimización de la perfección, sino que es un intercambio continuo entre diferentes presiones entre diferentes sectores”, dice.


“Soy un extraño tipo de híbrido”, admite de entrada Telmo Pievani desde Bergamo, en el norte de Italia. Formado inicialmente en la filosofía de la física, su derrotero académico sufrió un desvío decisivo al poco tiempo. “Me enamoré de la biología y la evolución y decidí estudiar en los Estados Unidos, en el Museo Americano de Historia Natural de Nueva York”, comenta. Sus mentores en ese período no pudieron ser más trascendentales: Niles Eldredge y Stephen Jay Gould, ambos paleontólogos y biólogos evolutivos. Y además de la fascinación por el estudio de la evolución ramificada -es decir, no lineal-, Pievani aprendió de este último otra lección. “Stephen Jay Gould me enseñó que es un deber comunicar y compartir los conocimientos”, dice. Algo que explica que junto con adentrarse en el estudio de la evolución desde una perspectiva filosófica Pievani se transformara en un apasionado divulgador y charlista de ciencia. Eso explica a su vez que la próxima semana llegue a Chile para participar en el Festival Puerto de Ideas Antofagasta, donde hablará de la importancia de la serendipia y el azar en la evolución, asunto que ha profundizado en libros como “Imperfección, una historia natural”, entre otros.

Para alguien en su línea de investigación, los últimos años con eventos como la pandemia y desarrollos como las nuevas técnicas de edición genética y la inteligencia artificial deben ser fascinantes y de algún modo le dan sentido a su propio recorrido científico ¿no?

Sí. En la Universidad de Padua, tomamos una decisión muy innovadora porque decidimos poner en el horario, en el plan de estudios de cada estudiante trabajando en biotecnología, un curso obligatorio de bioética para todos. Porque pensamos que los futuros científicos tienen el deber de comprender las cuestiones bioéticas que rodean estos campos. Se necesita filosofía para ello, porque la filosofía es el arte de la argumentación. Necesitas conceptos, el lenguaje correcto, entender exactamente los términos que estás usando en ciencia, y tienes que pensar en la aplicación de tu trabajo. Así que es una clase maravillosa. Por ejemplo, tomamos ejemplos concretos: ahora podemos hacer edición genética en embriones humanos. ¿Está bien? Podemos hacer eso, pero ¿deberíamos? Estas son las preguntas que discutimos con los estudiantes que están trabajando en biotecnología, usando la edición de genes. Entonces estamos tratando de formar científicos con un enfoque más humanista, más ético y filosófico. Por eso pienso que es absolutamente importante. Y sobre la pandemia, creo que todavía hoy nos falta ver que no es sólo un tema epidemiológico, virológico, médico. La pandemia también es un tema ecológico y un tema evolutivo porque las pandemias no vienen de la nada. Vienen de malas relaciones entre el ambiente y los humanos. Porque la probabilidad de nuevas pandemias es cada vez mayor por la deforestación, por la destrucción del medio ambiente, por el hecho de que es más probable que haya conexiones y contactos con animales portadores de virus. Esto es muy importante también para las políticas, porque si piensas que la pandemia es solo un problema médico, puedes pensar que las vacunas es todo lo que necesitas, pero no es ese el caso; también tenemos que trabajar en el otro lado de la historia. Reducir el riesgo, la probabilidad de tener otro evento así. Y nosotros, los evolucionistas, sabemos que tenemos que tener mucho cuidado con los microbios y los virus porque cambian muy rápidamente. Son muy variables. Poseen una gran biodiversidad. También vemos que muchas bacterias están evolucionando y se hacen resistentes a los antibióticos. Es un ejemplo clásico de selección natural y coevolución que estudiamos.

¿Le molesta que se usen términos como “selección natural” para argumentar que eventos como la pandemia son necesarios para reducir la población o que el cambio climático es un proceso normal en la vida del planeta?

Absolutamente, porque esa gente pierde de vista por completo el hecho de que la evolución no es una necesidad, es una contingencia. Es un dominio de posibilidades, no el dominio de algo ya escrito desde el principio. La evolución es un fluido, es un proceso de cambio. Hoy en día muchos nichos ecológicos son nichos antrópicos, somos una gran parte del proceso evolutivo hoy, y podemos cambiar las cosas. De modo que estoy en completo desacuerdo con esta asociación entre evolución y una idea fatalista, naturalista. Pero creo que éste tiene mucho éxito porque nuestra mente, cuando piensa en la evolución y la naturaleza, suele pensar de forma totalmente engañosa que la naturaleza es algo estático o ya establecido. Cuando tienes que pensar en algo seguro, tienes que pensar en algo natural. Pero filosóficamente y científicamente hablando eso está mal. Y ese es mi punto. Y por eso también escribí libros sobre contingencia e imperfección, porque la evolución no tiene nada que ver con la optimización de la perfección, sino que es un intercambio continuo entre diferentes presiones entre diferentes sectores. Entonces, la evolución es un campo abierto y el futuro está abierto.

¿Podría explicar cómo encaja la serendipia en la narrativa de la evolución?

Sí, de dos maneras. La primera forma es que la evolución es un proceso fortuito en el que se pueden encontrar nuevas soluciones que antes no se esperaban, debido a que es un proceso de exploración de posibilidades. Es un proceso contingente en el que tienes, por un lado, la mutación fortuita, es decir, las mutaciones por azar, o la producción espontánea de variaciones. Y por otro lado, tienes cambios ambientales contingentes. La conjunción de estas dos contingencias es la evolución. Pero lo interesante es que la serendipia también es una forma maravillosa de entender correctamente el método científico. Porque la ciencia no tiene nada que ver con certezas, con algo ya esperado. Incluso el caso de la pandemia. Ese fue un trágico ejemplo de ignorancia. No sabíamos absolutamente nada acerca de estos nuevos microbios. Y las primeras semanas, tal vez te acuerdes, fueron de total incertidumbre, y descubrimos muchas cosas de una manera completamente fortuita.

Usted planteaba, a propósito de la bioética, esta pregunta de si debemos desarrollar algo sólo porque podemos hacerlo. Hace unos días una serie de personalidades pidieron hacer una pausa en los desarrollos de la Inteligencia Artificial. Pero ¿es real que pensar que el ser humano se detenga de ir y avanzar en el conocimiento hacia donde ve que puede ir?

Sí, entiendo el sentido de la pregunta. Y tengo que decir, para ser honesto, que muchos científicos y también muchos filósofos, responderían que no, que es imposible detener la curiosidad humana. Si algo es posible, más o menos, tarde o temprano, lo exploraremos. Y creo que ese podría ser el caso. Pero soy más bien optimista, y creo que en algunos casos, podemos entender que algo, siendo algo posible, no tenemos que hacerlo. Tomemos el ejemplo de la clonación humana, por ejemplo. Somos capaces de clonar personas desde hace 10 o 15 años, pero hemos decidido que eso no está bien, y está absolutamente prohibido, internacionalmente. Tomemos el ejemplo de la edición genética de embriones humanos. En este caso, en este momento, es la comunidad científica, no los bioeticistas, la que ha dicho: “tranquilos, vamos lento”, porque si cambiamos genéticamente un embrión humano antes de su implantación, no tenemos idea de los efectos sistémicos de un cambio genético en el principio. Es una razón científica.

¿Y piensa lo mismo respecto de la Inteligencia Artificial?

Como evolucionista creo que hay dos grandes enfoques de la inteligencia artificial. Uno que tiene que ser complementario con respecto a nuestras competencias. Y el otro que es más radical, y que para mí es fascinante, es la “autoevolución” de la inteligencia artificial, la posibilidad de tener una evolución paralela de la inteligencia. Estoy mucho más interesado en el segundo campo, que también es el más radical y el más problemático. Pero creo que estamos tan lejos de la posibilidad de tener una “autoevolución” de una inteligencia independiente, porque en el caso de la evolución necesitas cuerpos, una relación social, interacción con un entorno y necesitas mucho tiempo.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.