Los Emisarios del Cauca: el cartel narco que internaba droga por aire, mar y tierra a Chile

Se trata de cinco organizaciones: "Los Naros", "La Familia", "La Jota", "Andreotti" y "Los Articuladores", cuyos clanes operaban coordinados en el centro de Santiago recibiendo cargamentos de marihuana creepy desde la Columna Móvil Dagoberto Ramos, una facción descolgada de las FARC en Colombia. También se registraron operaciones con mafias en Bolivia para internación de cocaína, y de Europa para la importación de drogas sintéticas. El poder del clan lo transformó en el principal proveedor de drogas de bandas narcos de la capital.


Guillermo: Ayer yo hablé con él... Ayer fue que me dieron respuesta.

Jairo: Ya...

Guillermo: Lo qué pasa es que... Tú sabes que allá en Amsterdam, es que los meten, las naves... qué sé yo como...

Jairo: Sí... que los buques esos, que los barcos.

Guillermo: Las naves son... Las naves industriales son... Los galpones, todos los galpones que están en la ciudad portuaria son privados. Están formadas por empresas.

Jairo: Sí, así como acá… (Chile).

Guillermo: Ok... ellos tienen la mercancía y la máquina. Ahí adentro… qué pasa, qué les cambiaron al... ¿cómo decir?... Al de Aduana.

Andrés: Al que le “parilla”...

Guillermo: Ajá... Al supervisor de Aduana... y no habían logrado pagar con él.

Jairo: ¿Con el nuevo?

Guillermo: Son como dos o tres grupos... Y no habían logrado pagar y a ellos les habían dicho que habían pagado con un grupo.

Jairo: Y entonces hay que esperar que ese grupo esté con...

Guillermo: Eso... exacto..., pero ya por fin me garantizaron de que está por salir. Me dijeron, incluso, pueden mandar a alguien pa’ que lo viera. Pa’ que lo metan, pa’ dónde está la máquina, pa’ dónde está todo. Le muestren el “Rau”, le muestren todo.

Jairo: Ya...

Es 21 de septiembre de 2021 y esta transcripción llega al despacho del fiscal Daniel Contreras, especialista en crimen organizado, en calidad de urgente y reservada. El persecutor ha investigado por más de 18 meses a una organización altamente compleja y difícil de descifrar por sus maniobras de seguridad. Rara vez hablan de sus operaciones por teléfono, por lo que esta conversación se considera de alto valor.

En el diálogo aparecen los ciudadanos colombianos Guillermo Lugo, Jairo Ocampo -alias “El Fresita”- y Andrés Giraldo, conocido como “Pipe”, quienes integran una célula de narcotráfico internacional que opera en Chile, develando la planificación de un embarque de pastillas sintéticas desde Europa por mar.

La PDI y la Fiscalía Occidente les sigue las huellas desde 2019, tras desbaratar a una banda liderada por los hermanos colombianos Jonathan y Wilmar Díaz en medio de un intento por exportar más de dos toneladas de cocaína líquida en sacos de melaza hacia Australia y Nueva Zelandia. Se estima que la red la completan 23 miembros, quienes serían parte de un minicartel operando en Santiago, agrupados en cinco organizaciones, los que fueron denominados por la policía como “Los Emisarios del Cauca”.

Todos con liderazgos horizontales, pero con jefaturas establecidas y con experiencia avezada para internar distintas drogas en las comunas del cordón sur de la Región Metropolitana, además de algunas en la zona oriente, como Ñuñoa y Providencia.

La organización se convirtió en el gran proveedor de los narcos de estas zonas, ahorrándoles un trabajo que antes tenían que hacer por sus propios medios: contactar a los productores de drogas en otros países y luego pasarlos por las diferentes fronteras a Chile.

El decomiso de dos toneladas de cocaína líquida que se iban a enviar en sacos de melaza hacia Australia y Nueva Zelandia en 2020 dio las primeras pistas del cartel conformado por los "Emisarios del Cauca".

El grupo principal se llama “Los Naros”, liderado por Genaro Restrepo García, quien se ocultaba bajo la identidad falsa de Nelson Díaz Leiva. Ingresó al país el 12 de noviembre de 2010 en calidad de turista y tuvo que inventar un nombre nuevo tras ser denunciado por un caso de fraude de tarjetas bancarias dos años después. Este ciudadano colombiano administraba el centro de poder en el que tenía a 13 personas a su cargo. Entre ellos a Julián Soto Cardona y Jhon Jairo Jaramillo, que mediante técnicas de fachadas trabajaban en una empresa de alimentos en el Aeropuerto de Santiago para internar droga desde Europa con accesos de seguridad propios de su empleo falso.

En segunda línea aparece “La Jota”, que estaba compuesto por siete miembros colombianos, cuyo jefe fue identificado como John Urbano Angulo, quien lleva el registro de los proveedores y realiza personalmente el cobro de las remesas de drogas entre sus clientes chilenos y extranjeros. El tercer clan se denomina “La Familia”, también integrado por ciudadanos colombianos, liderado por Yojan Roldán Durango, quien tiene contacto directo con los carteles de droga en su país, según la carpeta judicial.

La cuarta banda es liderada por el chileno Stefano Andreotti Parada, alías “Taito”, cuyo apellido fue usado para darle el nombre a su organización, cumpliendo un rol fundamental en este cartel de narcos internacionales, pues usaba sus negocios formales para darles estabilidad financiera a los clanes, generando contratos de trabajo para toda la red, constitución de sociedades, compras de vehículos y arriendos de departamentos para usarlos como casas de seguridad. Incluso, logró montar una casa de cambio en el centro de Santiago, donde lavaban las divisas con el fin de darle un giro al financiamiento de las remesas en Colombia y Europa.

La PDI vigilaba de cercar a los líderes de esta organización de narcotraficantes. En la foto, los policías captaron a Stefano Andreotti y su brazo operativo Raúl Ordóñez reunidos con el jefe del clan "La Jota", Jhon Urbano Angulo, comiendo en un restorán peruano en la comuna de Las Condes.

Estas cuatro organizaciones eran coordinadas por un quinto grupo: “Los Articuladores”, cuya función era negociar con las agrupaciones mencionadas para reunir el financiamiento de los cargamentos de una manera silenciosa, sin estar en la primera línea de venta en las calles. Uno de los jefes era “El Fresita”, Jairo Ocampo, quien fue interceptado por la PDI coordinando el contaenedor con drogas sintéticas que se planeaba enviar por mar desde Holanda bajo el código de “La Máquina” en septiembre de 2021.

“No tienen ningún tipo de limitaciones”, dice el fiscal Daniel Contreras. Mientras que el exdirector de Crimen Organizado y Narcotráfico de la Fiscalía Nacional Luis Toledo, y que conoció detalles de esta investigación, apunta a que en Chile se están instalando narcos internacionales con intereses comerciales. “Hemos visto una transformación desde los últimos seis o siete años de las organizaciones criminales en Chile. Pasaron de ser grupos familiares o una organización de corte empresarial con vínculos internacionales más tomados (...) Lo que implica la maximización de ganancias y la tercerización de servicios”, sostiene Toledo.

La Tercera Sábado, durante las últimas semanas, ha relatado las diferentes formas y técnicas que usan las bandas de traficantes para internar su mercancía al país por mar, tierra y aire. Los “Emisarios del Cauca”, traficantes avezados y respetados en la región, lograron convertirse en una de las pocas organizaciones en realizar estas operaciones por las tres vías en forma simultánea, siguiendo detalladamente la estrategia expuesta por uno de sus líderes: Genaro Restrepo, quien en una escucha telefónica planteó la misión de “bombardear como hijueputa” de droga por los diferentes accesos y fronteras de Chile, de paso convirtiéndose en los proveedores de los diferentes grupos de narcos de la capital.

La Cueva: la casa de seguridad

Los detectives de la PDI estuvieron escuchando las conversaciones de estos traficantes por más de un año. Pero los códigos empleados y sus maniobras de distracción para no entregar detalles por teléfono obligaron al fiscal Daniel Contreras a subir el nivel de vigilancia.

El 23 de junio de 2021 solicitó al Primer Juzgado de Garantía una inédita medida para captar las conversaciones y conocer con certeza las formas en que estaban ingresando la droga al país. El persecutor, casi emulando una película de espionaje, pidió instalar cámaras y micrófonos en un edificio que fue detectado como centro de reuniones de estas cinco organizaciones.

"La Cueva" es el lugar de máxima seguridad que esta agrupación estableció para sus reuniones reservadas, donde acordaban los montos que cada banda iba colocar para financiar los cargamentos. La PDI descubrió que este inmueble estaba ubicado en el piso 10 de un departamento de calle Coquimbo, en el centro de Santiago.

Era un pequeño departamento, ubicado en el piso 10 de la calle Coquimbo, en el centro de Santiago, donde constantemente se reunían los jefes o principales brazos operativos de “Los Naros”, “La Jota”, “La Familia”, “Andreotti” y “Los Articuladores”. Al lugar lo bautizaron como “La Cueva”, por las características que tenía el inmueble.

Como el lugar era solo operativo y nadie vivía ahí, con la ayuda de un cerrajero abrieron el departamento para poner micrófonos y cámaras. De acuerdo a los mismos documentos, estos elementos también fueron instalados en cerca de 10 vehículos usados por estos narcotraficantes.

“Fue clave que el juez aceptara esta medida especial, porque prácticamente no estaban usando sus teléfonos. Con esto, pudimos conocer sus planes de forma detallada y real para su captura”, comenta un policía que participó de estos operativos.

Los análisis de inteligencia dan cuenta de que estas bandas consideran a Chile como un gran mercado de venta de droga, sobre todo de marihuana creepy. Por el precio de comercialización, cada vez buscan llegar a zonas más australes del país. Por ejemplo, en Coyhaique un gramo de esta droga colombiana alcanza los 15 mil a 20 mil pesos, casi cuatro veces lo que puede costar en Santiago. Mientras que el desafío de enviar cocaína al extranjero tiene un botín mayor: el kilo se cotiza en 20 mil dólares.

Las vigilancias policiales captaron que "La Cueva" siempre estaba con al menos un representante de cada banda de los "Emisarios del Cauca". En la foto, fueron retratados Jairo Ocampo Torres, de "Los Articuladores", y Yojan Roldán y Andrés Giraldo, de "La Jota".

Los primeros reportes de las conversaciones captadas en la casa de seguridad denominada “La Cueva” dieron cuenta de que Genaro Restrepo, el líder de “Los Naros”, viajó el 22 de marzo de 2021 a Bolivia para coordinar envíos de droga hacia Santiago, ingresando por un paso clandestino de la Región de Antofagasta. Se mantuvo ahí por cuatro meses enviando coca y marihuana a través de camiones y burreros. Una vez en la Región Metropolitana, la droga era distribuida en el local “El Cafetal de Jairo” y en la panadería “Sebaspan”, ambos negocios ubicados en Nataniel Cox, en el centro de la capital.

El método se usó cerca de un año. El 12 de enero de 2022 el cartel planificó un nuevo ingreso de mercancía por el norte. “El Naro” dio instrucciones a sus brazos operativos para que prepararan otro lugar para el acopio: un centro de lavado de autos llamado “El Parcero”, instalado en Vicuña Rosas, en Quinta Normal. Casi cerrando el día, cerca de las 22 horas, un camión de tonelaje mediano llegó al lugar para descargar la droga. Pero con la información obtenida a través de los micrófonos instalados en el centro de reuniones, la PDI logró acertar el primer golpe al clan, incautándose 196 kilos de marihuana creepy ocultos en un generador de electricidad que venía en el camión.

"El Cafetal de Jairo" era un negocio de fachada que la organización usaba para lavar dinero y para acopiar la droga que llegaba por las distintas vías. Estaba ubicado en Nataniel Cox y en una vigilancia la PDI captó a Genaro Restrepo o Nelson Díaz (identidad falsa) al interior del café liderando reuniones con otros traficantes.

La droga, según los análisis de la PDI, estaría vinculada a la Columna Móvil Dagoberto Ramos, cuyo grupo es una facción descolgada de las FARC y desertores del proceso de paz colombiano. Este cartel fue creado por antiguos miembros del Frente 6 de la organización terrorista y su base de operaciones está en el norte del Valle del Cauca, cerca de Cali y el puerto de Buenaventura, principal zona de embarque de la marihuana creepy que sale directo hacia Chile con escalas en Ecuador y Perú.

Uno de los principales vínculos con este cartel internacional estaría asociado a los colombianos Edna Londoño y Jorge Ordóñez, quienes son parte de la organización “Andreotti”, cuya misión sería la logística de almacenaje en distintas casas de seguridad y el intercambio de droga por vehículos para aumentar las ganancias de la agrupación.

Para sorpresa del fiscal Contreras y la PDI, estos dos traficantes fueron capturados en octubre de 2021, cuatro meses antes del operativo en el negocio de lavado de autos, por efectivos del OS-7 de Carabineros que se infiltraron en la organización en medio de una investigación reservada originada en la Fiscalía Centro Norte.

El logo de Batman y las iniciales D.R. es el sello característico de los envoltorios de la marihuana creepy que distribuye el cartel Columna Móvil Dagoberto Ramos desde el norte de Colombia. En varios decomisos a esta organización se les encontró este tipo de paquetes en suelo chileno.

Ahí se logró incautar más de una tonelada de marihuana creepy, MDMA y ketamina en un camión que transportaba cajas de aceitunas y que había entrado por el Paso Chacalluta, en la Región de Arica. Los envoltorios de los ladrillos de droga venían con símbolos de relojes Rolex y la imagen de Batman con las iniciales D.G. que hacían alusión a la Columna Móvil Dagoberto Ramos.

Un dedo falso y un vuelo a Amsterdam

Los jefes de los cinco clanes dispusieron a sus mejores hombres para infiltrar los niveles de seguridad del aeropuerto de Santiago. Los elegidos fueron Jhon Jairo Jaramillo y Julián Soto Cardona, quienes mediante la fachada de la empresa de catering “Copa Service Spa” lograron credenciales con accesos de alto nivel para sacar maletas con drogas sintéticas que llegaban desde las mafias europeas.

El modus operandi era reclutar burreros para ir a buscar la mercancía a Europa y al regresar dejaban las maletas abandonadas en baños antes de pasar por los controles aduaneros y Policía Internacional. Es ahí donde entraban en acción los traficantes colombianos, quienes al tener tarjetas con accesos especiales podían retirar la maleta sin ser fiscalizados por los agentes fronterizos.

La investigación de la PDI, incluso, detectó que la organización contaba con un dedo falso, cuya huella les daba acceso a otros lugares con permisos restringidos, además de la apertura de cuentas bancarias.

Esta organización usaba un dedo falso, que tenía adherida una huella real, para evitar ser reconocidos en trámites legales y bancarios. Además, usaban este sistema para ingresar sin problemas por los controles biométricos del Aeropuerto de Santiago.

“Estos grupos son multifacéticos y van usando varios métodos de envíos. Se debe coordinar bien el trabajo entre los organismos públicos para combatir el narcotráfico, considerando que los métodos son cada vez más complejos”, dice el subcomisario Luis Tapia, de la Brigada Antinarcóticos Aeropuerto de la PDI.

Otra forma que usaba el cartel eran las encomiendas. A diferencia de otras bandas, los propios jefes de los clanes iban a Europa a negociar con las mafias productoras de éxtasis. Según la carpeta judicial, el 13 de octubre de 2021, Stephano Andreotti y Jhon Urbano Angulo, de “La Jota”, viajaron a Países Bajos para cerrar un trato.

Aduanas sólo detectó cuatro paquetes, de varios que se enviaron hasta los primeros días del 2022. De acuerdo al Ministerio Público, los agentes fiscalizadores descubrieron encomiendas sospechosas el 9, el 10, el 13 y el 24 de diciembre, totalizando cerca de seis kilos de MDMA en pastillas y granulado. Para ocultar su identidad, el jefe del clan Andreotti creó la empresa falsa “Maestranza Arauco S.A.”, según confesó cuando la policía desbarató la organización en enero del año pasado.

Las drogas sintéticas, como las pastillas de éxtasis, eran parte importante del giro comercial de estos traficantes internacionales. Por ello, los líderes viajaban a Europa para cerrar personalmente los acuerdos con las mafias de Países Bajos.

Tras casi dos años y medio de investigación, con miles de horas de escuchas telefónicas, audios grabados en departamentos y automóviles, la Fiscalía Occidente logró finalmente encarcelar a 23 integrantes del cartel que operaba en pleno centro de Santiago, cuyas ganancias se estiman en $ 1.200 millones, repartidos en múltiples propiedades y vehículos.

“Lo que pasa entre Antofagasta y Arica es un mal augurio de lo que puede pasar en la Región Metropolitana, Concepción o Valparaíso”, advierte el exfiscal Luis Toledo, director de Estudios para la Acción y Prevención en Seguridad Pública y Crimen Organizado (Cescro) de la Universidad San Sebastián.

Los jefes de los cinco clanes, en tanto, no lo han pasado bien en sus celdas en Santiago 1. Mientras esperan que el fiscal Daniel Contreras cierre la investigación para dar comienzo al juicio oral por los delitos de narcotráfico, asociación ilícita y lavado de dinero, varios de ellos intentaron una huelga de hambre líquida para intentar salir libres, pues varios no reconocen los cargos de tráfico.

Genaro Restrepo, el jefe de “Los Naros”, aparentemente, es el que lo ha pasado peor. El 7 de junio pasado alegó al tribunal su traslado a una celda de la Cárcel de Alta Seguridad, aduciendo presentar crisis de pánico, claustrofobia y problemas con el sueño. También pidió una audiencia para cumplir la prisión preventiva fuera de la cárcel. En paralelo, dos de sus brazos operativos fueron reportados en rebeldía por no presentarse a firmar ante la justicia en la misma fecha.

Uno de ellos, Andrés Giraldo, alias Pipe”, tenía a su cargo la “máquina” con el cerro de pastillas de éxtasis que debía llegar por mar desde Amsterdam, siendo detectado en una escucha telefónica por la policía. Según fuentes judiciales, nunca se tuvo información si el cargamento recaló o no en el puerto de San Antonio, pero la calidad de prófugo de “Pipe” podría significar un eventual rearmado de los “Emisarios del Cauca”.

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