Columna de Rodrigo Guendelman: Proyectos emblemáticos



Por Rodrigo Guendelman, conductor de Santiago Adicto de Radio Duna

En 1992, el Presidente Patricio Aylwin inauguró el Parque de los Reyes, un regalo de los reyes de España para celebrar los 500 años del descubrimiento de América. Esos dos kilómetros de parque y sus 30 hectáreas transformaron un vertedero ilegal, que acumulaba toneladas de escombros, en un espacio público de calidad, con una laguna de casi cuatro mil metros cuadrados, un skatepark de alto nivel, multi canchas, juegos infantiles y, posteriormente, dos silos de una ex fábrica de cemento convertidos en notables muros de escalada.

Fue uno de los primeros de una serie de proyectos emblemáticos que se empezaron a desarrollar en Chile desde el regreso a la democracia. Una especie de posta entre gobiernos, sin importar su color político, por dejar huella con grandes parques, centros culturales, plazas, teatros, palacios restaurados y más. Un ejemplo de presencia del Estado, de mirada de futuro, de impronta republicana, cuya consecuencia era y es mejorar la calidad de vida de los ciudadanos.

Esa sana competencia por dejar un legado desde la presidencia explica que en el primer período del Presidente Sebastián Piñera se haya realizado el Parque Fluvial de la Familia (que se inauguró con otro nombre, como seguramente recuerdan), una gran obra de paisajismo y de vínculo con el río Mapocho, que era la continuación natural del Parque de los Reyes, sumando 17 hectáreas al sueño histórico de convertir toda la ribera sur del río Mapocho en un gran parque para Santiago. Y también ayuda a entender que en este segundo período de Piñera lo emblemático haya recibido una sobredosis de anabólicos: en marzo de 2022 se deberían estar inaugurando los dos primeros tramos (de cinco) del Parque Mapocho Río, un proyecto inmenso, complejo, ambicioso, que cambiará la realidad de varias comunas. En total, nueve kilómetros de largo y 52 hectáreas. Es decir, toda la ribera del río Mapocho desde el punto en que termina el Parque de la Familia hasta Américo Vespucio. Algo que debería haber tomado entre siete u ocho años se va a realizar en apenas cuatro, gracias a un alto nivel de planificación, coordinación, diseño y a la calidad del equipo humano que lidera el arquitecto Diego Labbé. Eso significa que el proyecto completo estará listo a fines del próximo año. Hablamos de un espacio público de primerísimo nivel que, luego de largas jornadas de participación ciudadana, incluye desde canchas de patinaje y ciclovías hasta pistas de atletismo, desde playas para bajar al río y multi canchas hasta miradores, desde skate parks y bike parks hasta un Rocódromo con tres muros de escalada. Y todo esto en un lugar que hasta hace poco era uno de los vertederos ilegales más grandes de Santiago, el cual afectaba la vida de los vecinos de Quinta Normal y Cerro Navia, así como daba una vergonzosa bienvenida a los turistas que visitaban la capital y que usaban la Costanera Norte para dirigirse al oriente.

Dejemos Santiago y veamos qué proyectos emblemáticos están avanzando en regiones. En Valparaíso, en el único espacio plano que existe frente al mar, se desarrolla el Parque Barón. Se trata de 11 hectáreas que ayudan a unir Viña y Valparaíso, con multi canchas y un skate park, laguna y explanadas para disfrutar el mar, que deberían estar terminándose a fines del próximo año.

Más al sur se construye el Parque Costanera Puerto Montt, un paseo de 1,6 kilómetros de largo y un total de 9,1 hectáreas que podría estar listo en el segundo semestre del 2022.

Al otro lado de Chile, en Calama, pronto sus habitantes podrán disfrutar del Parque Oasis. En total, 17,1 hectáreas, de las cuales la primera parte ya se está levantando y la segunda etapa está próxima a ser licitada. Un ejemplo, además, de cómo desarrollar parques en zonas de paisaje seco y hostil. Nuevamente bajamos por el mapa de Chile para poner el ojo en Talca, donde se está trabajando en el Parque Río Claro, de 7,9 hectáreas. Igual que en Santiago, Valparaíso y Puerto Montt, el vínculo es con el agua. En este caso, con el río. Uno que es navegable, muy bonito y con un interesante potencial turístico. De sus dos etapas, la primera ya fue entregada y la segunda supera el 50% de avance.

Son todas obras macizas, que hablan de la importancia del Estado como proveedor de una ciudad más justa. Son más que parques: se trata de infraestructura urbana que busca acoger las necesidades propias de los territorios donde se construyen. Son, finalmente, espacios de la ciudad que regalan sonrisas, buenos recuerdos y comunidad de destino. ¡Que la posta siga y no pare nunca!

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