Columna de Rodrigo Guendelman: Nuestros cerros son nuestro patrimonio

Cerro Renca


Por Rodrigo Guendelman, Conductor de Santiago Adicto de Radio Duna

En el recién aparecido libro del arquitecto Francisco Díaz titulado Suelo (Editorial Bifurcaciones) hay una reflexión precisa para partir esta columna. Dice Francisco que “era consciente (probablemente porque me lo había enseñado mi mamá) de que los continentes se habían armado por choques entre pedazos de tierra que se movían como balsas por el agua y que las cordilleras eran superficies de tierra que se arrugaban y elevaban cuando estos chocaban. Eso era más evidente en los Alpes y los Himalaya, donde era más fácil ver que un pedazo de suelo firme (Italia o lndia) había chocado con un continente demasiado grande, pero Chile no me calzaba: los Andes eran demasiado altos para haber surgido del choque con un pedazo de tierra tan escueto. Ese misterio se resolvió cuando descubrí que en realidad los Andes había surgido del choque entre Sudamérica y una plaza de tierra gigante que estaba debajo del océano. Es decir, Chile no era un pedazo de suelo firme a la deriva que se estrelló contra un continente, sino apenas el borde de la costra resultante de un choque entre placas tectónicas”.

Sumemos esa frase del cronista Miguel Laborde que no es primera ve que cito: “Casi fuimos fondo de mar, casi fondo de lago. Habitamos entonces el reino de lo transitorio, de lo provisorio”. Nuestra geografía está íntimamente vinculada con nuestra idiosincrasia, con nuestros temores, con el aislamiento que produce vivir entre océano y una cordillera inmensa. Por eso es importante acercarnos a ese territorio, al impresionante paisaje de la zona central y del resto de Chile. Conocerlo. Limar asperezas con nuestro entorno. Entenderlo para quererlo y, así, cuidarlo.

Lo fantástico es que esa cantidad de altas cumbres, la condición montañosa de nuestro país, todo aquello permite que en muchas ciudades existan cerros rodeados de vida urbana. Incluso en el corazón del centro de Santiago, como es el caso del cerro Santa Lucía. Son los cerros isla, esos que se desprenden de un cordón montañoso y quedan insertos y rodeados por la ciudad, “constituyéndose en un grupo de elementos naturales no urbanizados que cuentan con el potencial para conservar la biodiversidad de la región y convertirse en parques naturales urbanos”, explican en la Fundación Cerros Isla, responsable de una gran actividad que se desarrolla este domingo en distintas partes de Chile: el Día de los Cerros.

¿Sabías que sólo en el radio urbano de Santiago existen 26 cerros isla, los que presentan una oportunidad para triplicar la cantidad de áreas verdes públicas de la capital? ¿Habías escuchado alguna vez que nuestros cerros isla son los guardianes de la ciudad, ya que brindan espacios de naturaleza y cultura en medio de la urbanización?

Eso los hace, al mismo tiempo, estar amenazados por el desarrollo urbano, la contaminación y la falta de planificación. Para concientizar sobre su protección, para transformarlos en parques naturales y así contribuir en la construcción de una ciudad más justa y resiliente, el Día de los Cerros aparece como un evento no sólo entretenido y perfecto para celebrar en primavera, sino que fundamental para que los ciudadanos tomemos conciencia del inmenso patrimonio natural que tenemos en plena ciudad.

“El Día de los Cerros busca manifestar que Chile es un país de montañas y que por tanto debemos entenderlo a partir de su geografía y naturaleza”, explican en www.diadeloscerros.cl y eso nos vuelve a situar en ese espacio en el cual nuestro territorio se funde con nuestra identidad. . Escribe Gabriela Mistral en “Cordillera” lo siguiente: “¡Es la Patrona Blanca que da el temor y el denuedo! ¿Por qué no se acuesta nunca y no se baja? No entiendo. Yo jugaría con ella, con susto, pero riendo; mas ella está encocorada y nunca, nunca baja a vernos. La grito por si responde y apenas contesta el eco. ¿Y siempre va a estar así, mamá? ¿Por qué estás riendo? Porque a la vez, tú la quieres y a la vez, le tienes miedo…”.

Una relación de distancia con las grandes piedras es la que nos ha marcado. Pero los cerros isla, con su escala humana, con su cercanía, son una perfecta manera de acercarnos paso a paso a nuestra apabullante geografía. Es cierto, como explican en www.fundacioncerrosisla.cl que “desde que la ciudad de Santiago fue fundada a los pies del cerro Santa Lucía, la expansión de la mancha urbana ha ido reconfigurando la topografía del valle sin ser capaz de reconocer su geografía. Así, quienes han ido planificando la ciudad no han sabido incorporar y reconocer el paisaje natural en que se encuentra ubicada nuestra ciudad”. Y este dato más técnico, permite entender mejor dónde estamos parados los capitalinos.

“Santiago se encuentra emplazada en una cuenca ambiental semi-cerrada por la Cordillera de los Andes, la Cordillera de la Costa, el Cordón de Chacabuco y la Angostura de Paine y que forma parte de una de las cinco zonas existentes en el mundo que presenta clima y vegetación del tipo mediterráneo. A pesar de ser reconocida como una de las 34 zonas prioritarias a ser conservadas por su singular biodiversidad, hemos tenido muy poca conciencia de este patrimonio natural y pocas veces recordamos que su condición montañosa también se manifiesta al interior del valle en los promontorios que reconocemos como “cerros isla”.

De esta manera, el “nuevo” paisaje de Santiago se caracteriza por el inevitable encuentro de estas piezas geográficas con la ciudad. En consecuencia, y debido a la falta de planificación urbana y ecológica, los cerros islas han ido quedando aislados de recursos hídricos, corredores ecológicos y otras áreas verdes urbanas como parques y plazas, lo que ha generado cuadros de degradación en sus ecosistemas.

En otras palabras, la planificación de la ciudad no ha incorporado a los cerros isla como parte de un sistema ecológico integral a escala territorial”. Queda más que claro. Hay que conocer nuestros cerros y mañana es el día perfecto. ¡Nos vemos en la cumbre!

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