Columna de Paloma Román: Pedro Sánchez en su laberinto

Por Paloma Román Marugán, profesora de Ciencias Políticas de la UCM y miembro de la Red de Politólogas

El volumen en decibelios que emite todos los días una política polarizada llega un momento en que ensordece y adormece, crea desafección y hartazgo. Esa situación se quebró de forma sorpresiva cuando el Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, comunicó a la ciudadanía que se retiraba cinco días a reflexionar si merecía la pena seguir, o quizá dimitir.

Sin saber el resultado de la reflexión, mantuvo al país en vilo, tanto a partidarios como a adversarios. Cabían muchas preguntas sobre su causa: ¿Sentimientos heridos? ¿narcisismo?, ¿era una maniobra táctica de cara a las elecciones catalanas? Recuperaba foco y ¿algo más? Y otras preguntas del día de después: Si sigue, ¿cómo?, y si dimite : ¿convocará elecciones? ¿dejará algún sustituto? ¿se abre la sucesión en el partido? Todo era un hervidero de hipótesis. Su partido en shock, la mayoría parlamentaria apoyándole. La oposición golpeando sin tregua.

Mediante su silencio sepulcral, se imponía la idea de su marcha como algo decidido. Como en una buena película de suspense, llegó el lunes, con un país expectante. Ese momento duró unos segundos, luego vino el alivio para unos y la constatación ácida de que seguía para otros. Como ave fénix tras la reflexión, el Presidente dice que sigue, y con fuerza, para liderar una regeneración democrática en un país minado por la crispación.

Llama la atención tanta disputa en un país con una economía en alza y cierto liderazgo regional. Aun así, sobre la mesa: la libertad de expresión, los medios de comunicación, y/o el papel de los jueces o sus versiones tóxicas. Es cierto que se abren interrogantes: ¿ha sido una sobreactuación? El punto y aparte que señala ¿qué significa? ¿cómo se va llevar a cabo la regeneración? El Presidente tiene un nuevo reto: ahora hay que estar a la altura de lo planteado y lo concluido.