Columna de Pablo Simonetti: Retrato diverso



Por Pablo Simonetti, Escritor y director de Fundación Iguales y Espacio Público

Al revisar el listado de los constituyentes, salta a la vista que es una reunión de personas que se parece mucho más a quienes somos los chilenos en nuestra diversidad que cualquier Congreso electo en el pasado. La mitad son mujeres, hay representantes de los pueblos originarios, de la diversidad sexual, un número significativo de líderes con arraigo territorial y de personas educadas en colegios públicos y subvencionados. Tal configuración es un gran mérito de este proceso eleccionario, además de ser fuente de optimismo, en especial porque será una asamblea representativa la que fragüe la nueva Constitución, dándole legitimidad a ojos de las generaciones futuras.

Es claro a estas alturas que el sistema partidario había desarrollado una serie de formas más o menos conscientes de exclusión que no permitían el surgimiento de este retrato diverso en las instituciones de poder. Una razón que asoma como determinante es el vaciamiento de la participación ciudadana al interior de los partidos tradicionales, quizá porque fueron muchos durante demasiado tiempo los que no se sintieron tomados en cuenta.

Uno de los desafíos de la Convención será sentar las bases para que nuestro aparato político tenga el deber y los medios para albergar y fomentar la participación y asegure la representatividad.

Otro punto donde se percibe el limitado alcance del sistema actual es la alta abstención en las elecciones. Echarle la culpa solo al voto voluntario es una equivocación. Son los partidos, las instituciones y los organismos gubernamentales los que han mostrado un anquilosamiento para llegar a la mayoría de los chilenos con una apertura y un mensaje movilizadores que los comprometa con las decisiones que marcarán el futuro en común. No es nihilismo de parte de la gente, como algunos prefieren pensar, sino falta de voluntad –porque el poder se concentra en pocas manos cuando las decisiones se toman en camarilla— para lograr que la política tenga una relación más estrecha, abierta y respetuosa con la sociedad civil, con una dimensión territorial más robusta y no clientelista que alcance a quienes han perdido la fe en que serán escuchados.

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