Columna de Hatem Dasuky: Israel Gaza y A. Latina ¿Efectos colaterales?

Ejército colombiano. Foto: Reuters


Por Hatem Dasuky, periodista y exdiplomático colombiano

El 29 de febrero pasado, más de 100 palestinos murieron luego que tropas israelíes abrieran fuego contra un grupo de personas que esperaban ayuda humanitaria en Gaza. La matanza fue condenada por gobiernos y líderes de todo el mundo, pero tuvo repercusiones diplomáticas especialmente en América Latina, donde los Presidentes de Colombia y Chile anunciaron represalias.

Gustavo Petro anunció la decisión de suspender la compra de armas a Israel y Gabriel Boric de excluirlo de la FIDAE, feria internacional del aire y del espacio que se celebra hace 44 años en Chile, organizada por la Fuerza Aérea.

Independiente de la afinidad ideológica que mueve a los gobiernos de la izquierda latinoamericana a condenar a Israel, lo cierto es que al menos en el caso de Colombia la lucha contra el narcotráfico, la guerrilla y demás grupos armados sufrirá una enorme baja sin la cooperación de Estados Unidos e Israel.

INDUMIL, la reconocida Industria Militar Colombiana, tiene la licencia israelí para la fabricación de los fusiles Galil, que son usados por las fuerzas militares no solo de Colombia, sino de la mayoría de los países de América Latina, incluido Chile, Brasil, Perú y toda Centroamérica, con excepción de Nicaragua.

En Colombia, el Galil es además el arma de uso oficial de la Policía Nacional, La Fiscalía General de la Nación, La Unidad Nacional de Protección y el INPEC (Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario). Dejar de producirlo o no fabricar sus partes sería poner en riesgo la seguridad nacional.

Pero hay más. La principal flota de aviones de combate con los que cuenta la Fuerza Aérea colombiana son Kfir de fabricación israelí, también algunos radares con los que se vigilan 24 horas las fronteras y mucha tecnología de inteligencia militar, que han sido indispensable para que Colombia mantenga su soberanía frente a las constantes amenazas de incursiones desde Venezuela y Nicaragua.

En las últimas horas, el gobierno de Estados Unidos a través de la Dirección Nacional de Inteligencia llamó la atención sobre niveles récord de producción de cocaína desde Colombia, lo que sumado al aumento de los delitos de alto impacto social reflejan una inacción unilateral de la fuerza pública, que algunos analistas atribuyen a la política de la “paz total” implementada por el gobierno de Petro, que insiste en dialogar con el ELN y otros grupos armados, mientras ellos ganan terreno haciendo presencia en zonas rurales de donde habían sido desterrados.

¿Será casualidad suspender la ayuda militar para debilitar a la fuerza pública y complacer las pretensiones del ELN en la mesa en la Habana?

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