Columna de Ernesto Treviño: Educación pública escolar y la nostalgia por el pasado

Fachada del Liceo de Aplicación en una imagen de archivo.
Fachada del Liceo de Aplicación. Foto: Agencia Uno.


Por Ernesto Treviño, Académico Facultad de Educación UC.

La conversación reciente en algunos medios de comunicación sobre la educación escolar pública es poco informada y revela una nostalgia por un pasado que no fue mejor, y que no puede volver porque el presente que vivimos es más complejo. Por esta razón, es necesario un análisis más reposado de los desafíos de la educación pública en Chile.

En el imaginario de algunos analistas, del debate público y de una parte de la población la educación pública se equipara a los liceos emblemáticos por el rol histórico que se les atribuye. Sin embargo, ese rol histórico se dio cuando no había acceso universal a la educación básica y la media no era obligatoria. Tampoco existía el grado de privatización de la educación que existe actualmente en Chile.

Dado lo anterior, es un error considerar a los liceos emblemáticos y los bicentenarios como representativos de la educación pública del país. De hecho, a ellos asiste menos del 3% de la matrícula de la educación pública en Chile.

La educación pública tiene vocación de inclusión y, según datos 2022, está conformada por 6.841 establecimientos escolares, que representan un 41% de las escuelas en el país. Así, 2.515 establecimientos públicos son rurales, y ellos representan el 78% del total de las escuelas rurales de Chile.

La educación pública recibe a los estudiantes que viven en las situaciones de mayor desventaja económica del país, siendo la principal vía que tienen estos niños, niñas y adolescentes y sus familias para construirse un mejor futuro.

Quizás por la imprecisión en el diagnóstico y la nostalgia histórica, la educación pública completa ha experimentado dificultades para tener un lugar prioritario en nuestra política pública, a pesar de recibir a quienes más apoyo necesitan.

La Nueva Educación Pública fue un esfuerzo que, a pesar de las resistencias políticas, logró avanzar y convertirse en ley. Sin embargo, dificultades en su implementación al inicio, algunas relacionadas con malas prácticas de algunos sostenedores municipales y el traspaso de personal desde los municipios a los Servicios Locales de Educación, impidieron dar un impulso de renovación y mejora.

La ley se retrasó en la implementación y dejó a medias el avance de los Servicios Locales. Mientras que aquellos implementados han enfrentado dificultades relacionadas con una sobrecarga burocrática que llega a las escuelas y los docentes dada una estructura de control basada en la desconfianza. No ha sido posible aún cambiar la lógica de la desconfianza por una de colaboración.

La situación en los municipios que aún tienen bajo su tutela la educación pública no ha sido distinta. Escándalos de corrupción, fraudes, e incluso intervención en el Sistema de Admisión Escolar han estado a la orden del día.

Tampoco se ha generado una política de apoyo al fortalecimiento de las capacidades de los docentes, a través de la colaboración, a pesar de que esto es parte del Sistema de Desarrollo Profesional Docente.

En resumen, no se ha priorizado con recursos adicionales destinados al mejoramiento continuo a la educación pública, y los Servicios Locales se esfuerzan por buscar maneras de mejorar paulatinamente a pesar de las limitaciones señaladas.

En un contexto de mayor complejidad, diversidad social, de demandas por el respeto a esa diversidad, con desafíos nacionales y planetarios, la educación pública sigue rezagada. Está sujeta a reformas hechas a retazos, bajo la impronta ideológica de la administración de turno, y sigue sin priorizarse como sistema con recursos adicionales para la mejora y sin coordinación de políticas educativas y sociales.

Las políticas educativas no han priorizado de forma adecuada a la educación pública para preparar integralmente a los estudiantes para los desafíos que enfrentan en lo individual y lo social. La solución para un país que aspira al desarrollo y la igualdad no está en la vuelta al pasado como seleccionar unos pocos estudiantes en algunos establecimientos públicos privilegiados.

Los niños, niñas y adolescentes son el recurso más valioso que tiene un país para construir un futuro promisorio, y si no lo atendemos adecuadamente veremos una profundización de la exclusión, la criminalidad y la marginación de una gran parte de la población.

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