Columna de Carolina Goic: Cambiemos la historia del cáncer en Chile



Por Carolina Goic, Académica Departamento Hematología-Oncología Fac. de Medicina UC, directora ejecutiva CECAN

Cuando una persona recibe el diagnóstico y escucha la palabra cáncer, el mundo se detiene. La muerte aparece como una posibilidad cierta o, más bien, como algo inminente y cercano. Lo mismo le ocurre al resto de la familia cuando se entera de la noticia y es que, a la luz de las cifras, es normal que todo esto ocurra.

Cada año en nuestro país se diagnostican 60 mil nuevos casos con la enfermedad. La mitad se recuperará después de un largo, duro y costoso tratamiento, mientras que la otra mitad no sobrevivirá. Cada hora en Chile tres personas fallecen por cáncer y lo más triste es que al menos una de ellas, lo hace sin poder acceder a un diagnóstico oportuno o a un tratamiento adecuado.

Es muy probable que usted o alguien de su círculo más cercano deba enfrentar esta enfermedad. Si bien existen factores de riesgo como fumar, el sobrepeso u otros de tipo hereditario, lo cierto es que lo que más influye son lo que llamamos determinantes sociales; la inequidad y la falta de oportunidades. Por lo tanto, considerar estas variables no médicas y tener una aproximación interdisciplinaria es fundamental si queremos construir mejores políticas públicas.

Este jueves inauguramos de manera oficial el Centro para la Prevención y el Control del Cáncer (CECAN), una iniciativa financiada por la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID) que encabezan la Pontificia Universidad Católica de Chile y la Universidad de Chile, más la participación de las universidades de Antofagasta; Católica del Maule; de la Frontera; del Desarrollo y Andrés Bello, además del Instituto Nacional del Cáncer (INCANCER).

Nuestro objetivo declarado es cambiar la historia del cáncer en Chile construyendo un puente entre el mundo científico y los tomadores de decisiones. Además, aportar la evidencia necesaria para acompañar la implementación de nuestra Ley Nacional del Cáncer y del respectivo Plan, pero, sobre todo, entregar herramientas que nos permitan utilizar de mejor manera los recursos con los que contamos para hacer que la palabra cáncer no sea sinónimo de muerte.

En síntesis, poner la ciencia al servicio de las personas para que todos y todas tengan iguales oportunidades frente al cáncer.

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