Columna de Andrea Pomés y Jaime Santander: Sacarse la mascarilla



Por Andrea Pomés (Psicóloga U.Chile y Periodista U.C) y Jaime Santander, psiquiatra, Facultad de Medicina UC

Sin mascarilla. Muchos felices, otros cautelosos. Sin embargo, niños y adolescentes merecen atención especial. En los niños toda su experiencia escolar presencial fue con mascarilla. Entonces puede darse que al sacársela tengan un pudor difícil de identificar, que no logren dar coherencia a las indicaciones pasadas y presentes. Finalmente, puede suceder que la convivencia les genere tensión. Esto podría gatillar agresividad, retraimiento o retrocesos conductuales.

¿Cómo ayudar? Es bueno que los profesores destinen tiempo a actividades de aceptación de la “nueva realidad”. Asimismo, que nos cuidemos de no dar mensajes contradictorios que enciendan la “imaginación catastrófica” y menos ser el “tío simpático” que se burla.

En los adolescentes, ellos se encuentran en una etapa decisiva. Por dos años la mayor parte de sus relaciones “a cara descubierta” ha sido a través de redes sociales “eligiendo la cara a publicar” y también han comenzado a relacionarse tras un periodo de inacción de sus habilidades sociales. Puede ocurrir que algunos sientan vergüenza pues nos les gusta esa parte del cuerpo, temor al qué dirá su grupo o que se active poner sobrenombres que dañan. En algunos casos, puede que se activen problemas de salud mental que sólo les faltaba el gatillante para salir.

¿Qué podemos hacer? Los educadores pueden diseñar actividades de convivencia que faciliten la transición y construir en conjunto normas de convivencia para la “nueva realidad”. Asimismo, es recomendable la presencia de adultos en recreos para regular las malas prácticas e intervenir si vemos que un grupo pasa al bullying.

No hay estudios que nos enseñen sobre la medida. Sin embargo, es razonable una actitud preventiva pues se pueden activar fragilidades psicológicas y de convivencia. Sabemos que el estrés puede ser desatado por crisis y también por eventos positivos.

Última recomendación: consultar a un profesional si luego de 15 días niños o jóvenes presentan problemas de adaptación o hacer una intervención socio emocional si grupos presentan problemas de convivencia. Descubrimos tarde que la presencialidad conllevaría problemas de salud mental, convivencia y aprendizajes. Entonces, que no sea el caso de poner el fin de la mascarilla en la lista de “sorpresas no esperadas”.

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