Andrea Staid, antropólogo italiano: “Nos hemos convertido en Homo Comfort: pensamos que solo se pueden comprar cosas”

Andrea Staid, antropólogo italiano y autor de "Ser naturaleza".

El autor de "Ser naturaleza" plantea en esta entrevista con La Tercera que una de las revoluciones más negativas ha sido “esperar que alguien haga algo para nosotros”. Así, propone un cambio de paradigma en la relación con la naturaleza, “una teoría que plantee una práctica de vida”. “Los incendios, las sequías y los aluviones no son algo casual”, advierte.


Entusiasta y energético, Andrea Staid aparece en Zoom desde Argentina, donde tomó unos días de vacaciones antes de venir a Puerto de Ideas Biobío, donde hoy sábado hablará de su nuevo libro, Ser naturaleza, una mirada antropológica para cambiar la relación con el medioambiente. Es un texto en el que quiere proponer un modo de enfrentar la catástrofe climática desde la proposición de alternativas de vida no antropocéntricas, esto es, sin tener o considerar al homo sapiens como amo y señor del mundo.

Para ello, Staid -conocido por sus investigaciones sobre migrantes- se decidió a investigar los estilos de vida de pueblos que se conciben dentro de la naturaleza, parte y no cabeza de ella. Viajó por India, por el sudeste asiático, conversó y escuchó. Y logró esta propuesta, donde esboza la manera de iniciar una revolución individual también. Valorizar otros modos de vida, salir de la carrera en busca de dinero, pues “lo que realmente necesitamos es tiempo y relaciones”.

Profesor de Antropología Cultural y de Teoría y Método de Medios de Comunicación en la Nuova Accademia di Belle Arti NABA, Milán, ha llevado a cabo investigaciones en Italia, Francia, España, Grecia y Alemania en el mundo de los migrantes y refugiados políticos. Es director de la colección de Antropología de la editorial Meltemi.

“Mientras escribo este libro, en Italia y en otros lugares se desatan incendios devastadores, las llamas devoran bosques y destruyen viviendas, la sequía comienza a preocupar seriamente a todos y, al mismo tiempo, asistimos a violentos aluviones que causan derrumbes, colapso y muerte. Todo esto no es casual, sino el resultado de un modo de vida que ha caracterizado a nuestra especie los últimos tres siglos”, escribe Staid.

¿Cómo debería ser este cambio de paradigma en la relación con la naturaleza?

Empecé la búsqueda etnográfica de los pueblos nativos, especialmente del sudeste asiático, pensando en el cambio del medioambiente. Y me pregunté cómo la antropología puede contribuir a este debate, y creo que puede describir otros estilos de vida, de otras culturas que erróneamente hemos considerado primitivas, salvajes. Y verlas como posibilidades con las cuales nosotros nos podemos relacionar, compartir, intercambiar, pensar.

¿Qué descubrió?

Creo que ha llegado el momento de descentralizar nuestra mirada a través de lo que yo llamo la ecología de la escucha y del relato. Creo que tenemos que poner los fundamentos para encontrar nuevas respuestas a la crisis climática, que no todos los pueblos humanos, no todas las culturas humanas, piensan su idea de naturaleza como algo separado de lo humano, sino que están dentro del discurso de la naturaleza. Por eso mi conferencia en Puerto de Ideas y mi libro, que está saliendo en Chile, empieza con esta pregunta, contestando a la cuestión de la posibilidad de vivir una vida no antropocéntrica, donde el ser humano, que está dentro de la naturaleza, tiene que relacionarse con las otras especies, con los otros seres vivientes.

¿Cómo pensar un discurso, como este que está planteando, que tenga una influencia masiva frente a la crisis climática que estamos viviendo? Porque esta requiere cambios no solo en el margen, sino en el centro de cómo se vive. Por ejemplo, tenemos que agilizar la transición energética muchísimo más…

Primero que todo, tenemos que plantear una nueva teoría, que en realidad es nueva para los occidentales. La visión antropocéntrica que separa a los humanos de la naturaleza y que pone al homo sapiens como superior y dueño de todo lo que lo rodea ha llevado no solamente a la destrucción de la tierra y de los otros seres vivientes, sino que ha sido uno de los motores del colonialismo y de lo que destrozó todo lo que estaba cerca de la naturaleza. Los europeos tuvieron un momento de expansión y de conquista: además de ocupar militarmente la tierra, de robar los recursos, de colonizar territorios a través de la violencia, han cambiado la cosmogonía de los pueblos nativos. Creo que la nueva teoría tiene que empezar desde otra visión cosmológica, una teoría que plantee una práctica de vida, porque sin teoría importante no vamos a hacer el cambio. Yo no creo que la green economy sea lo que va a solucionar todo; es importante parar de usar combustibles fósiles, pero es muy importante hacer un cambio en nuestra vida. Yo siempre en Italia estoy hablando de la ritualización del cambio.

Incendios en Tenerife, el 19 de agosto. Foto: AP

¿Y cómo sería eso?

Tenemos que descubrir otra manera de vivir en la práctica. Otra manera de vivir significa empezar desde las pequeñas cosas hasta las más grandes. Yo creo que tenemos a los grandes explotadores, que ya tengo claro que son un problema y creo que tenemos que poner nuevas leyes para parar con el consumo de los plásticos, con la explotación de las mineras, pero nosotros también tenemos que hacer algo. Algo así como decir ¿por qué tengo que usar plástico todos los días cuando puedo no hacerlo? Y también creo que tenemos que tener una capacidad de resistencia en lo cotidiano. Si voy a hacer la compra, voy a buscar las cosas que tengan lo menos plástico posible, porque yo también tengo que hacer este cambio en mi vida. Y el agua, no sé cómo está el agua en Chile, pero el año pasado en Italia fue horroroso, y tenemos que pensar en el modo correcto de utilizar el agua. Es increíble que nosotros todavía vayamos al baño en nuestras casas, y cada vez que descargamos el agua esta sea potable, mientras la mayoría de la gente en el mundo no la tiene. Nosotros fuimos a la luna con las naves espaciales y aún no tenemos un sistema de reciclaje de agua en nuestras casas. Y eso son solo las pequeñas cosas, pero que si las hacen millones de personas se vuelven muy importantes. Y quiero mencionar el transporte, pues el transporte más ecológico no es el auto eléctrico -que es mejor que el de combustible fósil-, sino que el mejor transporte en la ciudad es el transporte colectivo, que claro, tiene que ser de mejor calidad. El cambio tiene que ser comunitario, no puede ser solo individual.

¿Cómo se conjuga este nuevo paradigma, que no sea antropocéntrico, con las necesidades de los países no desarrollados de crecer económicamente, pues hay personas que no tienen aún condiciones de una vida digna en términos materiales?

Entiendo perfectamente que es increíble que un europeo pueda decirles a países pobres “no tenemos que hacer extractivismo porque va a destrozar el planeta”, después de que nosotros lo hemos hecho. Y claro que es muy difícil, pero creo que la primera respuesta que puedo darte es que si vamos a seguir así, nuestra vida y la del planeta se va a acabar para todos. También para los pobres, los más pobres, y también para los ricos, que si no se van a sumar, van a morir todos. Porque nosotros tenemos 200, 300 años y puede ser que va a acabar la vida de nuestra especie en la Tierra y ese es un problema. Por esto en mi libro Ser naturaleza no hablo solamente del discurso que hablan los europeos o los norteamericanos ecologistas, sino de los pueblos nativos de India, de Tailandia, de Laos, donde trabajé yo, y que les dice a los otros indios, a los otros tailandeses y a los otros lautianos que la mirada occidental no es la única posible. No se trata de regresar, sino mirar al pasado, poniéndonos en el momento contemporáneo, y vivir de una manera que es otra manera, que no es la del crecimiento en la idea occidental. Otro crecimiento es posible. No significa vivir como los primitivos, sino que significa pensar en otra manera, vivir en el planeta de modo circular. Lo tenemos que hacer hoy, o puede ser que ya no podamos vivir en esta tierra. Hay que hacer un desarrollo distinto de lo que han dicho que es el único posible, y vivir más consciente de la impronta humana en el territorio.

Esto conecta con su trabajo sobre la migración, porque las personas más pobres y más vulnerables son las que probablemente van a sufrir más el cambio climático, porque no van a poder tomar medidas de mitigación en sus territorios y no van a poder migrar.

Claro. Y en cuestiones de género es todavía peor, las personas que más sufren con el cambio climático en el sur del mundo son las mujeres. Primero que todo, porque la mayoría de las veces son los hombres los que se van. Y la otra razón es que las mujeres son las que cuidan a los niños, son las que tienen que hacer los trabajos de casa, buscar el agua cuando no está, y todas esas son cosas que hacen sufrir más a la mujer con el cambio climático. En India está pasando, también en el continente africano, donde las mujeres son las que más están pagando el cambio climático. También por un tema de enfermedad y salud, porque no hay hospitales, porque no está el agua limpia y se enferman mucho más que los hombres. Y esto es otro asunto muy importante que tenemos que tener claro: que la discriminación, también en el cambio climático, va a ser más fuerte para la mujer.

¿Qué vías de solución podemos encontrar, más allá del cambio en la vida de cada cual?

Tengo miedo, porque vi con mis ojos lo que puede pasar en los próximos años, lo vi en los países más pobres. Nunca me olvidaré de los bares de oxígeno, donde la gente no se va a tomar una cerveza, sino que va a tomar oxígeno bueno, en lugares donde ya se acabó, como Jakarta, como Bangkok. Lugares donde si la gente tiene dinero, puede salir un día en la noche a tomar oxígeno puro, pero la gente que no tiene dinero para hacerlo, no va a respirar bien. Esto me parece como de George Orwell, como de 1984, como algo de un futuro distópico.

¿Cómo hacer el cambio?

El cambio tiene que ser social, económico y ecológico, las tres cosas juntas pueden hacer un cambio real en los próximos 20 años. Sólo ecológico o sólo social o sólo económico no es suficiente, porque se necesitan los tres. El aumento de la migración siempre será más por motivos del cambio climático, por la desertificación, por la falta de agua, por el calor, por la falta de trabajo, y eso es así, ya lo tenemos claro. Y también creo que no debe verse como un asunto de derecha o izquierda, es un tema de entender lo que está pasando en el mundo, porque también al hijo del político de derecha le va a faltar el agua.

Por último, usted ha dicho que es muy relevante ser Homo Faber y que por eso también cultiva y trabaja la tierra, y que eso es parte también de este cambio. ¿Por qué es tan importante?

Para mí esto es fundamental. Yo creo que una de las revoluciones más negativas que ha pasado en los últimos dos siglos es que nos hemos convertido en Homo Comfort, no sabemos hacer nada, pensamos que solo se pueden comprar cosas, o que sólo tenemos que esperar que alguien haga algo para nosotros. Y con esto tampoco digo que todos tenemos que hacer todo, eso es imposible, pero creo que uno de los problemas que tenemos, sobre todo en los países más ricos, es que todos se puede comprar y ya está, no pensamos en hacer nada. Creo que una de las posibilidades del cambio profundo, de la mirada de la ecología social, donde podemos empezar a ver como posibilidad el hacer con nuestra comunidad algo concreto. No todo el mundo tiene que hacer su cultivo, eso es imposible, somos ocho mil millones de personas. Pero es verdad que se pueden hacer grupos, yo lo hago desde hace 15 años, en que no voy nunca al supermercado, porque yo no quiero cosas que lleguen producto de la crisis climática y de la explotación de los nuevos esclavos. Esos grupos de compras solidarias (que pertenezco) que son baratos, orgánicos y que hacen trabajar a la gente cerca de tu lugar. Eso es muy importante y muy ecológico, y los gobiernos deberían enfatizar al Homo y a la mujer Faber que ya existen en todos los lugares del mundo.

Y también es una manera de conectarse con los procesos naturales, desde ese punto de vista también resetea la mente.

Exactamente. Otra cosa de la que hablo en mi libro son los huertos sociales y en Chile también está pasando, no son solamente los hippies -no tengo nada contra ellos- quienes los hacen. Hoy el Hospital Central de Buenos Aires está haciendo un huerto también como modo de cura y por la posibilidad de implementarlo a la salud pública. Porque ser Homo Faber también le hace bien a nuestro cuerpo. Si yo tengo una depresión muy fuerte, si tengo que estar en rehabilitación en el hospital, y veo un huerto, si puedo caminar en un bosque, mi enfermedad no desaparece, pero es más fácil la recuperación. Y por eso Homo Faber significa no solo tener un contacto con los productos materiales de la industria, sino también con lo que tenemos alrededor de nuestra vida.

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