A la caza de los que no votan: ¿Quiénes son y qué harán este domingo?

Ilustración: Sandro Baeza.

Aunque en Chile el voto es voluntario, cuando se realizó la reforma constitucional para posibilitar el proceso constituyente se estableció que el plebiscito de salida sería obligatorio. Por ello, un grupo importante de personas que han optado por no sufragar durante estos últimos 10 años, ahora sí estarán obligadas a hacerlo. ¿Cuál es el perfil de quienes prefieren abstenerse? ¿Qué pasará con ellos mañana?


Este domingo 4 de septiembre, por primera vez desde 2012, Chile tendrá un referéndum con voto obligatorio en una de las elecciones más importantes de los últimos 30 años: el plebiscito de salida que determinará si se aprueba o se rechaza la propuesta de nueva Constitución elaborada por la Convención Constitucional.

Con la promulgación de la Ley N° 20.568, que introdujo el voto voluntario y la inscripción automática de las personas al sistema electoral chileno, desde hace 10 años que hay una alta cantidad de ciudadanos que dejaron de acudir a las urnas. Esa ley provocó que en las primeras elecciones con voto voluntario -las municipales de 2012- la abstención llegara a un 57%. De un padrón de 13.404.084 personas, más de 7,6 millones de chilenos no fueron a votar (ver infografía).

Desde entonces la tendencia que se ha mantenido es que más de la mitad de los ciudadanos habilitados para sufragar no lo hacen. La abstención durante las últimas 10 votaciones a nivel nacional casi siempre ha superado el porcentaje de participación, llegando a uno de sus mayores niveles en las elecciones municipales de 2016. Esa vez, un 65% del padrón electoral no participó, todo un récord.

Pero hay dos excepciones a este fenómeno en el último tiempo. La primera elección donde el porcentaje de participación (51%) superó a la abstención (49%) fue el plebiscito de entrada de 2020, la puerta que dio inicio al proceso constituyente que podría culminar este domingo. Por otro lado, la segunda vuelta presidencial de 2021, cuando se enfrentaron Gabriel Boric y José Antonio Kast, congregó a cerca de 8.364.481 personas. En ese balotaje se registró el mayor nivel de participación (56%) alcanzado por una elección desde 2012.

Pese a que la participación ha ido repuntando en las últimas coyunturas políticas, la abstención sigue ocupando un porcentaje importante dentro de las cifras electorales chilenas. Quienes han decidido no votar anteriormente, sin embargo, estarán obligados a hacerlo mañana para el plebiscito de salida, ya que si no lo hacen arriesgan ser multados. Este nuevo escenario instala varias interrogantes: ¿Quiénes son estas personas? ¿Por qué deciden no votar? ¿Cuál podría ser su comportamiento mañana domingo?

El perfil del no votante

El director del Laboratorio de Encuestas y Análisis Social (LEAS) de la Escuela de Comunicaciones y Periodismo de la Universidad Adolfo Ibáñez (UAI), Ricardo González, explica que con el cambio de régimen desde el voto obligatorio al voluntario se produjo una gran modificación en el flujo y la característica de los votantes. “Entre 2009, la última elección con voto obligatorio, y 2013, la primera presidencial con voto voluntario, se redujo la cantidad de votantes en 1,3 millones de personas aproximadamente, pero lo que ocurre es que hay alrededor de 2,6 millones de personas que dejaron de votar”, señala González.

Según el académico, las personas que componen este último grupo -que se ha mantenido en el tiempo- tienden “ligeramente a ser más hombres y, sobre todo, a ubicarse en la parte media de la pirámide etaria”. Es decir, añade González, “estamos hablando de personas entre 40 y 60 años más o menos”.

Por el contrario, quienes más votan -de acuerdo a distintos estudios- son las mujeres. En la segunda vuelta de las presidenciales de 2021, de acuerdo a cifras de Decide Chile, votó un 59% del padrón femenino versus un 51% del padrón masculino. Asimismo, la mayor participación electoral de las mujeres se ha observado en todas las elecciones presidenciales recientes.

El factor socioeconómico y la escolaridad también juegan un rol fundamental en la decisión de sufragar. Tanto Ricardo González como la coordinadora del Área de Opinión Pública del Centro de Estudios Públicos (CEP), Carmen Le Foulon, están de acuerdo en que las personas que no acuden a votar son parte, en general, de grupos socioeconómicos mediosbajos a bajos, tienen un bajo nivel educacional y tienden a no consumir información.

La participación es mucho mayor entre quienes cuentan con educación superior. Estas personas también tienen más interés en la política. Por ejemplo, para las elecciones del plebiscito, según la encuesta CEP 85 (de agosto de 2021), aquellos que tenían educación media incompleta tenían un 28% de participación y, en cambio, quienes tenían educación superior llegaban a un 74%”, expone Le Foulon.

Algo en que ambos especialistas no concuerdan apunta al tipo de zonas donde residen estas personas. Mientras que el director de LEAS afirma que en áreas rurales las personas votan más debido a que tendrían redes personales más “densas” -grupos familiares que deciden ir a votar en conjunto y ven el voto como una actividad social-, la investigadora del CEP estima lo contrario.

Para Le Foulon, este grupo votaría menos, porque las campañas políticas no llegan a zonas menos pobladas y también debido a las dificultades para transportarse a los locales de votación en lugares más alejados de la ciudad.

Cuando se habla de abstención, González se refiere a otro grupo que suele no votar: las personas mayores que se acercan a la tercera edad. Estos votantes, dice el académico de la UAI, tendrían lo que él llama “ineficacia política’'. “Son personas que están muy desafectadas, muy desilusionadas de las instituciones, de los partidos políticos. Están muy frustradas y, por lo tanto, creen que a través del voto no se logran cambios. En ese sentido son ineficaces y eso se observa mucho más en la población mayor, de 55 años hacia arriba”, dice González.

El quiebre en la tendencia

Si bien las encuestas y estudios muestran que hace algunos años los jóvenes tendían a votar menos, eso ha ido cambiando en las últimas elecciones. De hecho, en los últimos comicios este grupo se movilizó para ir a las urnas. Ricardo González destaca que con el voto voluntario más jóvenes se incorporaron a ejercer su derecho, en contraposición con el padrón relativamente envejecido que se consagró con el voto obligatorio. Esto generó que el sesgo etario que traía el electorado chileno empezara a reducirse lentamente.

“Antes ocurría que las personas jóvenes votaban mucho menos que las personas mayores. Ahora eso no es del todo cierto. Eso es súper importante a la hora de perfilar quiénes son los que votan, o este votante probable que llaman las compañías encuestadoras, y quienes no lo hacen”, dice el académico de la UAI.

Esto también lo complementa Le Foulon, quien ejemplifica esta tendencia haciendo alusión a las últimas elecciones. “Mirando la presidencial, según la encuesta CEP 86 (de agosto de 2021), entre los jóvenes que votaron hay una mayor población que no votó en ninguna de las dos presidenciales. Si uno mira esa misma pregunta comparando el plebiscito y la elección de convencionales eso no pasa porque en esas dos elecciones hubo una mayor participación de jóvenes en comparación a los adultos”.

La investigadora del CEP afirma que si bien depende de la votación específica, el patrón que se mantuvo históricamente fue que los jóvenes votaban menos. Sin embargo, “esa tendencia se quiebra completamente para el plebiscito de 2020″. Por lo tanto, añade Le Foulon, este nuevo fenómeno descartaría que es la población más joven la que se caracteriza por no votar.

Una elección histórica

De acuerdo al perfil del no votante que los expertos construyeron en base a los estudios de las organizaciones que lideran y a su experiencia estudiando el comportamiento electoral -personas de menor nivel educacional, de grupos socioeconómicos bajos, con poco interés en la política y bajo el fenómeno de la “ineficacia política”-, ahora queda esperar a observar cuál podría ser su comportamiento en la primera votación nacional de carácter obligatoria desde 2012.

Por ejemplo, Le Foulon anticipa que “va a haber un grupo importante que va a ser difícil de mover, pero a lo menos la mitad de ese grupo va a ir a votar con una decisión, que son los más o menos interesados, los que se han visto tocados”.

En esa misma línea, la investigadora del CEP agrega: “Acá juega un rol muy importante la campaña y la movilización política de las personas, por lo tanto, probablemente quienes viven en comunas que han tenido alta movilización, como puerta a puerta o participación de figuras relevantes, van a ser tocados y es probable que vayan más decididos y no solo a abstenerse”.

Por su parte, González proyecta que una parte del grupo de las personas que se caracterizan por no votar lo hará, sobre todo aquellos que están insertos en “redes personales densas”. Por ejemplo, quienes participan activamente en asociaciones voluntarias, “no necesariamente vinculadas a asuntos políticos y públicos, como las juntas de vecinos, centros de padres, clubes deportivos, grupos de mujeres o adultos mayores, grupos artísticos, culturales o educacionales, y por cierto, quienes pertenecen a agrupaciones religiosas”.

Bajo esa perspectiva, agrega el académico de la UAI, los nuevos votantes “tenderían a ser mujeres, toda vez que, según las encuestas que hemos hecho en LEAS-UAI, las mujeres tienden a participar en más asociaciones que los hombres. Otra parte no votará porque, recordemos, la participación electoral con voto obligatorio en Chile nunca ha sido 100%. En la última elección presidencial con voto obligatorio la participación electoral estuvo en torno al 88%. El tamaño del grupo de quienes decidan abstenerse dependerá de cuán extendida es la creencia sobre la efectividad en el cobro de las multas asociadas a la abstención”.

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