Un paso más allá en el “modelo portugués”: el país europeo despenaliza el consumo de drogas sintéticas

El proyecto fue aprobado en el Parlamento a partir de dos propuestas presentadas por el Partido Socialista. Foto: Reuters

Tras convertirse en 2001 en el primer país del mundo en despenalizar el consumo, Portugal acaba de aprobar una ley que equipara las drogas sintéticas a las sustancias clásicas. La idea es no perseguir a los usuarios, sino enfocarse en el traficante.


Este miércoles, el Parlamento portugués aprobó la despenalización del consumo de drogas sintéticas (como la cocaína sintética, la ketamina y el éxtasis), a través de una ley que les da el mismo tratamiento que las sustancias “clásicas” (como marihuana). Además, elimina el criterio de “cantidad de dosis” a la hora de evaluar quién es consumidor y quién traficante.

El proyecto fue aprobado a partir de dos propuestas presentadas por el Partido Socialista, que es el que tiene la mayoría absoluta en el Legislativo portugués, y la participación del líder de la oposición, el Partido Social Demócrata (de centroderecha). Hasta ahora, la posesión de drogas “clásicas” no era un delito, pero sí las sintéticas. Con esta ley, esa diferencia se termina.

“Alguien encontrado con 15 dosis, porque vive en el interior del país y va a un centro urbano a comprar más barata la droga para consumo propio, no puede ser automáticamente tratado como un criminal y condenado a una pena”, explicó la diputada socialista Cláudia Santos, en el inicio de la tramitación parlamentaria.

Trabajadoras sociales en Lisboa, cerca de lugares de consumo de drogas.

La idea con todo esto es que el consumo en sí no sea un delito, concentrando así los esfuerzos en perseguir al narcotraficante y no al consumidor, además de ofrecerle a este último un tratamiento. Esto, en un momento en que las hospitalizaciones psiquiátricas relacionadas con los estupefacientes sintéticos están al alza, sobre todo en los archipiélagos de Madeira y Azores.

Por otro lado, se cambió el criterio sobre lo que se considera “tráfico”. Con la ley anterior, una persona podía estar en posesión de hasta 10 dosis sin que se considerara tráfico, y como tal, se pudiera castigar. Ahora también se eliminó el criterio de cantidad, y se considerará solo un indicio. Con esto, serán los jueces los que evaluarán con mayor libertad si una persona es traficante o solo consumidor.

Desde el Ministerio de Salud se llamó “a la prudencia” en el proceso de despenalizar las drogas sintéticas. Según Manuel Pizarro, el encargado de esa cartera, hay que asegurar que esta “buena idea” no termine complicando la distinción entre consumo y tráfico.

Manuel Pizarro, ministro de Salud de Portugal.

En una conferencia de prensa en Serpa, al sur de Portugal, el ministro comentó: “Sigo con interés y de buena manera el tema de extender la despenalización de las drogas sintéticas, pero creo que hay que ser muy prudente con la manera en que se haga”.

“No se debe aprovechar una buena idea” para hacer que las drogas sintéticas “equivalgan a todas las demás sustancias adictivas, interfiriendo en el tema de las cantidades que cada uno puede poseer y que distinguen el consumo del tráfico”, apuntó Pizarro.

En el mismo evento, el ministro recordó a los periodistas que en 2001 Portugal ya había tomado “una medida pionera a nivel mundial”, al elegir el despenalizar el uso de drogas: “Esto quiso decir distinguir lo que debe ser reprimido y duramente, el tráfico de drogas, de aquello que debe ser tratado, particularmente en un contexto sanitario, o sea, la adicción”.

Jeringas de drogadictos en el suelo en el Bairro da Cruz Vermelha, en Lisboa.

La despenalización de las drogas, en 2001, ha servido como ejemplo al resto del mundo en como hacer “reducción de daños” cuando se trata de la adicción. En los años 80, uno de cada 100 portugueses era adicto a la heroína, con números aún peores en el sur del país. En ese tiempo, también la tasa de infección del VIH era la mayor dentro de la Unión Europea.

En 2001, luego de que se despenalizara la posesión y consumo de sustancias ilícitas, la cantidad de adictos a la heroína bajo de 100 mil a 25 mil. En vez de ser arrestados, aquellos que eran encontrados con drogas ilícitas recibían una advertencia, una multa pequeña o una citación a una comisión local, dígase doctor, abogado o trabajador social, para ver posibilidades de tratamiento, reducciones de daño y servicios de apoyo disponibles para la persona.

En pocos añosa crisis de opioides se estabilizó, junto con las tasas de infección de VIH, hepatitis. En la misma dirección, bajaron las muertes por sobredosis, los crímenes relacionados con el narcotráfico y la tasa de encarcelamientos. Específicamente en el caso del VIH, se redujo de 104,2 casos nuevos por millón de habitantes, en 2015, a 4,2 en 2020.

Durante los últimos 20 años, el uso de drogas en Portugal está consistentemente bajo el promedio, si se le compara con la Unión Europea. Este menor uso se observa particularmente con los jóvenes entre 15 y 34 años. Entre los expertos en el tema, “el modelo portugués” y sus éxitos han sido citados y estudiados como argumento para los movimientos de “reducción de daños”, un enfoque menos castigador del uso de drogas.

La policía recolecta drogas antes de quemar seis toneladas de cocaína, hachís y otras sustancias para conmemorar el Día Internacional contra el Abuso de Drogas de las Naciones Unidas, en Lisboa, Portugal, el 26 de junio de 2023. Foto: Reuters

En una columna para The Guardian, la periodista portuguesa Susana Ferreira explicó el cambio que significó para el país la ley de 2001: “La política de despenalización hizo más fácil a un amplio espectro de servicios (salud, psiquiatría, empleo, vivienda) trabajar más efectivamente con las comunidades”.

Desde la aparición de esa ley, en vez de celdas de prisión, a los individuos dependientes de las drogas en Portugal se le ofrecieron programas de tratamiento que permitieran integrarlos de vuelta en la sociedad. Incluso los policías se vieron beneficiados con este nuevo enfoque, ya que ya no se veían en la necesidad de arrestar a los consumidores, y podían concentrarse en el tráfico de mayor escala.

Pero algunas voces portuguesas ahora piden un replanteamiento de una política que durante mucho tiempo fue un punto de orgullo del consenso nacional, señala The Washington Post. La visibilidad urbana del problema de las drogas, dice la policía, está en su peor momento en décadas y las organizaciones no gubernamentales financiadas por el Estado que se han hecho cargo en gran medida de responder a las personas con adicción parecen menos preocupadas por el tratamiento que por afirmar que el consumo de drogas de por vida debe ser visto como un derecho humano.

“Al final del día, la policía tiene las manos atadas”, dijo António Leitão da Silva, jefe de la Policía Municipal de Oporto, y agregó que la situación ahora es comparable a los años anteriores a la implementación de la despenalización.

Una encuesta nacional recientemente publicada sugiere que el porcentaje de adultos que han consumido drogas ilícitas aumentó al 12,8% en 2022, frente al 7,8% en 2001, aunque aún por debajo de los promedios europeos. La prevalencia del consumo de opioides de alto riesgo en Portugal es mayor que la de Alemania, pero menor que la de Francia e Italia. Pero incluso los defensores de la despenalización aquí admiten que algo anda mal, apunta el diario estadounidense.

Las tasas de sobredosis alcanzaron máximos de 12 años y casi se duplicaron en Lisboa entre 2019 y 2023. Las muestras de aguas residuales en Lisboa revelan que la detección de cocaína y ketamina ahora se encuentra entre las más altas de Europa, con tasas elevadas los fines de semana que sugieren un uso intensivo en fiestas.

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