Teletrabajando y con distanciamiento social: la reinvención del Viejito Pascuero

Así trabajan algunos viejos pascueros, respondiendo llamados de niños para una campaña publicitaria de un centro comercial. Foto: Mario Tellez

El emblema en estas fiestas debió modificar toda su rutina en la segunda Navidad en pandemia. Distanciado físicamente de los niños, respondiendo deseos desde un call center o recorriendo un centro comercial en un carro protegido contra el Covid-19, los representantes de Santa Claus se las han ingeniado para mantener viva la tradición.


La escena es surrealista. En una oficina de Las Urbinas, en Providencia, cinco hombres que dicen ser el auténtico Viejo Pascuero no dejan de atender llamados. Afuera el sol sofoca, pero en este particular centro de llamados ellos visten como el habitante más icónico del Polo Norte: holgados trajes rojos, gorro y botas negras, además de una cultivada barba blanca.

Son los Santa Claus que cada año, con la llegada de diciembre, invadían los principales centros comerciales de la capital, escuchando la lista de deseos de miles de niños. Un occidental rito navideño que la era pandémica ha dejado en desuso. Antes, sus agendas se copaban este mes de eventos de fin de año, celebraciones o presentaciones en centros comerciales, todo lo que el coronavirus ha puesto en tela de juicio.

Por eso hoy lucen reconvertidos. Al ser parte de los grupos de riesgo frente al Covid-19, el teletrabajo también llegó para ellos y, aunque no se desempeñan desde casa, tampoco lo hacen cerca de los más pequeños.

Como requisito primordial, por ejemplo, todos deben contar con su esquema completo de vacunación.

Eso sí, la distancia solo es física. Cada 20 segundos un “¡jojojo!” se oye en esta oficina. “Es casi lo mismo, solo que sin el contacto con los niños”, explica Iván Moya (61 años), uno de los viejitos pascueros mejor caracterizados en este lugar.

Iván Moya (61) trabaja desde el año 2000 representando al Viejo Pascuero. Hoy contesta los llamados de niños para una campaña publicitaria de un centro comercial. Foto: Mario Tellez

Ser el Viejo Pascuero, detallan, requiere de tiempo y dedicación. Cultivar el inconfundible tono no es cosa de días, requiere de tiempo. Iván, por ejemplo, desde 2000 que ejerce este oficio y se lo ha tomado tan en serio que incluso dice sentirse Papá Noel todo el año. “Corro maratones vestido como Viejito Pascuero”, confiesa.

Junto a Iván, todos estos viejos pascueros trabajan en una campaña de Open Kennedy, que buscó acercar la Navidad a los niños, tomando los resguardos ante la contingencia sanitaria. “Caen y caen llamados, estamos casi todo el día atendiendo a los niños. Ellos solo desean ser escuchados, que les prestes un poco de atención”, profundiza.

A diferencia de otros años, el escenario pospandemia rebajó el ritmo laboral de muchos como él. Sin actividades, sin contacto con las personas y con el apremiante recelo por pertenecer a la la tercera edad, esta opción del teletrabajo le llegó como un salvavidas. “Trabajamos casi al mismo ritmo que antes, desde las 11 de la mañana a las siete de la tarde”, cuenta.

Sobre un “pascueromóvil”

Las restricciones en 2020 golpearon al pequeño gremio de viejos pascueros. Ellos no están organizados en asociaciones o sindicatos, pero con el trajín de los años y las distintas campañas en que participan, casi todos se conocen.

“Algunos han fallecido, pero que yo sepa ninguno por Covid-19”, dice Alberto Cisterna (63 años), otro de los viejos pascueros más cotizados de Santiago. Él también es uno de los personajes recurrentes en las campañas navideñas de los grandes centros comerciales, e incluso ha participado en avisos publicitarios para diversas marcas.

Como Viejo Pascuero, durante esta Navidad ha debido distanciarse socialmente. Ya no puede escuchar a los niños, pues recorre el mall Portal La Dehesa a través de un vehículo que simula ser el trineo de Santa Claus. “Yo le digo el pascueromóvil, porque está protegido como el vehículo del Papa. Es bastante distinto trabajar así, pero es bonito, porque la gente igual se alegra al verte”, cuenta.

Alberto Cisternas (63) es el Viejo Pascuero del mall Portal La Dehesa.

Alberto fue uno de los primeros viejos pascueros en teletrabajar. Cuenta que el año pasado participó incluso en una ceremonia navideña para el laboratorio Pfizer, donde les habló a sus trabajadores en Sudamérica a través de Zoom. También trabajó recibiendo el llamado de los niños. Y hace una semana llegó hasta el centro comercial de Lo Barnechea.

En cuanto a los ingresos, cuenta que las productoras han mejorado los sueldos, pero que los días trabajados son menos. “Antes de la pandemia comenzaba incluso antes de diciembre, no tenía espacios en mi agenda, ahora ha sido un poco más lento todo”, reconoce.

Ante la inestabilidad del mercado y las restricciones sanitarias, algunas agencias suspendieron las campañas navideñas con viejos pascueros. Otras, en cambio, se sumaron por primera vez con iniciativas adaptadas a la crisis sanitaria.

Carolina Guzmán, gerenta de producción de Blow Up, es una de las impulsoras del centro de llamados de viejos pascueros, y cree que está modalidad no necesariamente cambia el sentido del ritual en los más chicos. “Ha sido maravilloso trabajar con los viejos pascueros. Hay uno que tiene 75 años, pero adora trabajar en esto, no se sienten actores, sino que realmente se sienten viejitos pascueros”, reconoce.

Otras agencias, como Furia, este año decidieron no trabajar con ellos, ante las complejidades del Covid-19. “Creo que todavía falta tiempo para que haya una explosión en ese sentido, mi sensación es que el próximo año se verán más viejitos en los malls, tiendas y actividades”, dice Rodtrigo Brain, director creativo de la agencia.

Además, cree que pronto los viejos pascueros serán más jóvenes. “El Viejito caracterizado va a reemplazar al anciano de verdad por un tema de riesgo de contagio. Nadie quiere que no existan, pero tampoco nadie quiere que los viejitos se mueran de coronavirus”, asegura.

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