“Sus convicciones sociales y políticas eran inalterables”: Ángela Jeria según su amigo Ginés González, el ministro de Salud argentino

01/02/2012Entevista a Gines Gonzalez

Mientras fue embajador en Santiago (2007-2015), se hizo muy amigo con la madre de la expresidenta Bachelet. Se siguieron visitando y telefoneando hasta hace poco y hasta le gastaron bromas a Cristina Fernández. Envió saludos de condolencias que publicaron La Tercera y El Mercurio en los que destacó que "tanto contribuyó a la integración de hermandad de Chile Argentina". La misma relación bilateral que, dice, sigue empujando -pese a los recientes incidentes- con el "contacto permanente" que le dejaron las espesas redes que tejió en el país.


“Me conmovió mucho todo esto. Lamentablemente ahora no puedo ir, porque si no, iría. Las veces que fui a Chile después de que dejé de ser embajador, nunca dejé de ir a visitarla”, cuenta al teléfono desde Buenos Aires, donde dirige la lucha contra el virus como ministro de Salud del presidente Alberto Fernández.

A Ginés Mario González García, que estuvo destinado ocho años en Santiago durante las primeras partes de Michelle Bachelet y Sebastián Piñera, el deceso de Ángela Jeria lo golpeó de frente porque “hice una gran amistad con la señora. Ella fue para mí una persona de extraordinario valor, tanto afectivo como para ayudarme a entender todo lo que yo siempre quería aprender de Chile y los chilenos”.

Por eso que en las cada vez más tristes y pobladas secciones que los diarios le dedican a los obituarios, hoy en la mañana apareció en La Tercera y El Mercurio su homenaje: El ministro de Salud de la República de Argentina participa con inmenso dolor la pérdida de su entrañable amiga Ángela Jeria Gómez (Q.E.P.D.), que tanto contribuyó a la integración de hermandad entre Chile-Argentina. Acompaña a la familia en este triste momento.

Ambos tejieron un vínculo propio, independiente de la relación que tiene con la exmandataria, de los 19 años de diferencia entre ambos, y que -otra vez- demuestra que las redes transversales que construyó acá siguen intactas. Se conocieron, recuerda, en una “de las primeras actividades públicas que hice en la embajada y allí ella vino. Me pareció una persona muy, muy especial. Siempre muy elegante. Y, por supuesto, con una identidad social y política muy comprometida. Me encantaba a hablar con ella”.

Ángela se hizo habitual en la legación trasandina. “Para los 25 de mayo (Día de la Patria, aniversario del primer gobierno gobierno criollo del Cabildo de Buenos Aires en 1810), por supuesto que era la primera que llegaba”, relata. Además de la afinidad personal y política, los dos tenían otro nexo: las raíces argentinas de la madre de Jeria, doña Ángela Gómez Zamora.

“Empezamos a visitarnos. Yo iba más a la casa de ella, a su departamento, mejor dicho. Me invitaba a almorzar, charlábamos, me contaba su historia de Chile, de su familia. Porque claro, ella tenía una mamá argentina. Usted sabe eso. Su mamá había nacido en San Juan, había vivido en Mendoza. Ella también había vivido, pocos años, pero había vivido ahí”, rememora.

González detalla que a medida que la fue conociendo “la admiraba más”. Tanta fue la confianza que “un poco me atrevía a hacer muchas bromas con ella; usted sabe que yo soy dado a eso, y ella se divertía conmigo que no le cuento”. El médico es conocido allá y acá por su buen humor, con el que más de alguna vez distendió el protocolo en las relaciones entre ambos países.

Con la conversación se va acordando de más detalles: “Le voy a contar una anécdota que me acuerdo siempre. Cuando una vez va la presidenta Cristina a Chile, se hace la recepción habitual. Ellas dos no se conocían. Entonces, cuando yo se la presento a Cristina, le digo a Ángela: ¿Le contamos lo nuestro? Ella se reía muchísimo, me decía este Ginés, siempre me hace lo mismo. Nos divertíamos mucho, me la pasaba muy, pero muy bien con ella”.

“Era muy agradable para mí; creo que para ella también. Me parecía una persona muy sensible, muy profunda. Ya le digo, desarrollé un gran cariño. Ella también me venía a ver. Ella quería hacer la película de este señor que cruzó caminando de Argentina a Chile”.

-Manuel Rojas, el escritor chileno (1896-1973).

-Manuel Rojas, sí. Ella quería hacerlo. Nosotros veíamos cómo podíamos ayudarla; conseguí que el gobierno argentino le diera un cierto apoyo a la filmación. Al final no sé en qué quedó, me acuerdo que estaba la Fundación Manuel Rojas, ella venía también con ellos.

Ángela Jeria fue muy amiga de María Eugenia Rojas, hija del novelista nacido en Buenos Aires y esposa de Fernando Ortiz Letelier, detenido desaparecido. Él es el padre de Estela Ortiz. Máximo Jeria, su padre y abuelo de la expresidenta, fue a su vez tan amigo del autor de Hijo de Ladrón, que hasta inspiró algunos pasajes de sus obras y quedó como personaje de cuentos como El Cachorro.

Jeria, sigue Ginés, “siempre estaba con las causas sociales. Cuando hicimos el testimonio de los chilenos que se habían refugiado y asilado en nuestra embajada, que fue un período largo, hicimos un documento histórico, hablamos varios meses, con todos los testimonios de quienes habían estado en nuestra embajada. Ella también estuvo ahí”.

“Ya no estoy como antes...”

El ministro también tiene su visión cuando se le consulta si percibió lo que acá se ha comentado en las últimas horas: que Ángela estaba inclinada más a la izquierda que su hija. “Era una mujer de profundas, pero muy profundas, convicciones sociales. Sus convicciones sociales y políticas eran inalterables. Era discreta, pero firme”, comenta.

Siguieron en contacto cuando se acabó su misión oficial en Santiago, en diciembre del 2015: “Las tres veces que fui a Chile después, había personas que no dejaba de visitar: primero la Ángela, después el presidente Lagos y después algunos otros amigos. Pero nunca pude quedarme mucho tiempo. La última vez que fui almorcé con ella y con su hija, con la presidenta Bachelet. Eso fue al final del mandato de Michelle, me parece que fue a fines de enero de 2018”.

Después de eso “nos hablábamos por teléfono. La última vez hará un mes y medio, dos meses. Ella me decía que no estaba tan bien, pero tampoco me decía nada más. Ya no estoy como antes, me decía, pero igual era muy jovial, muy afectuosa”.

Con tal cercanía, insiste en que “le confieso que hubiera querido ir. Es muy difícil, si vuelo puedo transgredir la cuarentena. Imagínese, en la posición que estoy, estar 14 días. No puedo. Además que el transporte no es regular”.

De haber podido, dice, habría sido “como un homenaje a ella”, porque fue “siempre muy constructiva, siempre ayudando a que las relaciones entre los países mejoraran, porque ella estaba muy presente y no solo en las fiestas nacionales de mi país, sino en todo. Era una especie de embajadora de Chile, y además -obviamente- con la representatividad propia de ella. Era una presencia en todas las fiestas nacionales, siempre tratando de sumar, de acercar”.

Chile-Argentina: “Esto no es una competencia, y nos ayudamos mucho”

Y hablando de la relación entre Santiago y Buenos Aires, González también tiene unas cuantas palabras. Sobre todo ahora que se están acelerando gestos luego de sucesivos impasses entre La Moneda y la Casa Rosada a raíz de las comparaciones que ha hecho el presidente Alberto Fernández en el manejo de la crisis.

“Ah, pero mire”, tercia cuando se le hace ver el punto, “yo hablaba mucho con el ministro (Jaime) Mañalich. Hoy iba a hablar con el ministro (Enrique) Paris, pero no sé, porque se le murió el papá. El contacto siempre ha sido permanente. Nadie tiene la sabiduría acá; uno aprende un poco de los errores de los otros. A veces no hicimos caminos iguales, pero no quiere decir con esto que sea confrontativo”.

Y sobre las bulladas láminas de los powerpoint con cifras de contagios y fallecimientos, dice que “a veces se ha hecho alguna comparación, pero solo a los fines de mejorar cada uno. Esto no es una competencia, y nos ayudamos mucho”.

Ilustra su punto con otra anécdota al más alto nivel. “El otro día me llama un teléfono de Chile. Yo no sabía quién era, no lo tenía agendado. Cuando pregunto quién habla, me dicen Su jefe. Le digo que no, tengo amigos en Chile, pero jefe no me parece que tenga”. Me responden que sí. Acuérdese bien, su jefe. Y entonces me doy cuenta que es el presidente Piñera”.

¿Cómo es eso? “Porque cuando yo me vine el 2015, Piñera no era presidente, ni siquiera estaba la candidatura. Pero lo fui a saludar, porque también tuve una gran relación con él. Entonces él me dedicó un testimonio muy lindo, manuscrito por él, en que me designa embajador permanente de Chile en Argentina. Se acordaba de eso y por eso me dijo que era mi jefe”, ríe con ganas.

Ginés insiste en que “quedamos en colaborar más, y esa también ha sido la conversación con el ministro Paris, con Enrique. Y hoy me junto también con los senadores argentinos y chilenos en videoconferencia. Conozco el pensamiento de nuestro presidente y de nuestro canciller, del embajador Rafael Bielsa. Estamos para acelerar lo mucho que podemos hacer juntos los dos países”.

-¿Y con el canciller chileno Teodoro Ribera? ¿También ha conversado?

-Sí, ayer hablé con él.

Cierra antes de volver a su propia primera línea. “Me siento comprometido: imagínese que viví ocho años en Chile, y nadie se queda en un país ese tiempo si no lo quiere y si no está contento con lo que hace”.

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