Rectorías universitarias: el cargo donde empiezan a irrumpir las mujeres

Las rectoras Natacha Pino (UAysén), Marisol Durán (UTEM) y María Olivia Recart (Santo Tomás).

Con, hasta ahora, un margen mínimo de los puestos ocupados por académicas -solo dos de 43-, un grupo de candidatas en universidades del centro y sur del país están compitiendo por una labor que, históricamente, se ha entregado a hombres. Así, de la mano con los procesos eleccionarios en curso, hacia fin de año se habrá duplicado, al menos, la presencia de rectoras en las casas de estudios superiores del país.


La proporción no es grata bajo una mirada de paridad de género: de las 43 rectorías universitarias que pertenecen al Sistema de Acceso a la Admisión Universitaria, 41 están ocupadas por hombres. Y el rol de mujeres en las dos únicas excepciones es bastante nuevo: la primera rectora democráticamente electa debutó, recién, en julio de 2019 con la académica Natacha Pino, en la Universidad de Aysén.

Pero el mundo universitario está mostrando señales de cambio. A la par con un proceso que vive el país, tras la elección de una convención constituyente paritaria para redactar la nueva Carta Magna. Y así, al menos, lo muestra la tendencia: esta semana la ex vicerrectora académica Marisol Durán fue elegida en segunda vuelta como la primera rectora de la casa de estudios, imponiéndose al actual encargado, Luis Pinto, en la Universidad Tecnológica Metropolitana (Utem).

“Veo que ya tenemos más mujeres que se están atreviendo. Esto responde a un comportamiento que ha permeado desde el entorno hacia las universidades, es requerimiento de que las gestiones también se modernicen con equidad e inclusión”, señala Marisol Durán, quien acaba de convertirse en la segunda rectora electa en las universidades del Estado de Chile y la primera que lo logra en una competencia democrática con personas de otro género. Así de novedosa es la situación.

Mientras, en la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación, las elecciones terminan hoy, y en pocas horas se conocerá a la persona que ocupará el principal cargo. Pero no hay muchas dudas sobre el perfil: hay dos postulantes y ambas son mujeres. Y en las próximas elecciones de la Universidad Austral, en tanto, hay cuatro alternativas y en esa lid se posiciona muy bien una académica.

Algo similar ocurre en la Universidad de Concepción, donde dos funcionarias ya han expresado la voluntad de ser rectoras.

La rectora Natacha Pino, desde Aysén, está impulsado la creación de redes de mujeres para asumir cargos como estos. “Es súper interesante esto que está pasando. Es un giro de timón, pero no está ni cerca de normalizarse. A lo mejor es la primera señal de que en las universidades empiece a ocurrir lo mismo que en la sociedad”, señala, antes de agregar que este cambio de paradigma “también significa un trabajo de cambio en las propias comunidades”.

Ese cambio en la sociedad es al que apuntan las principales -y por ahora pocas- líderes educacionales del país. “Lo que hizo el movimiento feminista fue visibilizar lo invisible, poner en la palestra que hay pocas mujeres en cargos relevantes y que las mujeres creemos que este cambio es posible”, expone María Olivia Recart, quien encabeza la Universidad Santo Tomás. La exsubsecretaria de Hacienda del primer periodo de Michelle Bachelet recuerda, incluso, que esa poca visibilización se da en el día a día, cuando le toca compartir con otros rectores. “En las reuniones no se dan cuenta, no lo ven hasta que alguien hace el alcance de que somos tan pocas”, dice.

La Umce y un hecho histórico

Por primera vez en la historia las candidaturas al sillón principal de la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación solo tienen mujeres. Son dos, aunque pudieron ser tres, pues una quedó en el camino. A la elección que se desarrolla por estos días llegaron la profesora de educación física Elisa Araya y la profesora de educación diferencial Ximena Acuña.

En general, las mujeres no encajamos en estas estructuras patriarcales, masculinas y con otras lógicas. Pero ahora empiezan a cambiar esas estructuras y es posible entrar en esas fisuras de poder con otras propuestas. El paradigma más patriarcal, esa estructura codificada masculinamente, está cambiando”, dice Araya.

Su contendiente concuerda: “Es un tremendo avance, es un cambio notorio el que no hayamos tenido candidatos hombres. Y creo que eso es una muestra de que realmente estamos mirando la necesidad de avanzar en este tema”, dice. Y agrega: “Estamos dando un mensaje y siento un tremendo orgullo de que estemos mostrando que, cualquiera sea la elegida, esto ya es un cambio”.

Cuestión de costumbres

¿Por qué se da esta proporción entre los rectores? ¿Por qué en algunos planteles, incluso, jamás ha existido una candidata al sillón de la rectoría? Las respuestas de los expertos apuntan a las tradiciones y la estructura social.

Maite Castro es candidata junto a otros tres hombres para la rectoría de la Universidad Austral, y rompió una historia de 66 años sin mujeres postulando al puesto. Hoy corre con buenas opciones y cree que “es un tema cultural también”. En ese sentido, señala que tradicionalmente las mujeres fueron empujadas a cumplir más roles hogareños que los hombres, lo que las priva de dedicarse al ámbito profesional en igualdad de condiciones. “Las que hemos roto el techo de cristal tenemos tipos de vidas personales un poco distintas, esa de no seguir el estilo clásico, donde la co-crianza sí existe”, asegura.

Castro dice, además, que hay otro tema que ha hecho lento el cambio de paradigma en el caso de las universidades: las casas de estudio “son extremadamente jerárquicas” y las decisiones y reglamentos son generados en cuerpos colegiados por académicos de alto rango, donde casi no hay mujeres. Y para llegar a esos altos rangos hace falta tiempo. “Así, se hace difícil que las normativas sean representativas para las mujeres”, asevera. Eso, además, de que a su juicio las mujeres en este nivel son medidas con otra vara: “Los colegas no te miran igual. Las acciones machistas que uno puede sufrir dentro de la academia, donde uno podría pensar que son personas más letradas, igual se dan. Ahora, por primera vez en la historia de mi universidad se dice la palabra rectora y hasta eso provocó tensión”, destaca.

Las mujeres entramos tarde al mundo de la educación en todos los niveles. Es muy reciente la idea de que las mujeres no solo tienen derecho sino posibilidades y competencias. Agregaría que en muchos hogares con escasos recursos, en el siglo pasado, se escogía a alguien para estudiar y siempre era el varón. Mucho de la cultura ha relegado a las mujeres”, dice Araya, candidata a la Umce, quien añade que cuando aquellas mujeres se hacen un espacio “dan pruebas permanente de su capacidad”, puesto que “nadie duda que un hombre puede ser rector, pero cuando es una mujer se le pregunta por la experiencia, el compatibilizar los hijos y la casa, dentro de otras cosas”.

Recart, la rectora de la Universidad Santo Tomás, opina que “es extraño encontrarse con pocas mujeres en las rectorías de las universidades”, aunque advierte que “tampoco hay muchas en los cargos de este nivel en el país, como gerentes o ministros”. Por eso, asegura, el diagnóstico se produce “por sesgos inconscientes y en la academia esto se produce con un atenuante importante que habla mal de seleccionadores, porque hay muchas mujeres académicas talentosas”.

“No son problemas de las comunidades académicas, sino de la sociedad”, cree Durán. Y añade: “Las universidades en Chile tienen mucha reglamentación que tienen ancladas estructuras más bien conservadoras y en la práctica vemos que la situación de las mujeres es distinta”. A modo de ejemplo, dice que para avanzar en jerarquía en la Utem, aparte de años de permanencia, hay que mostrar resultados “y obviamente a una mujer que está en edad de productividad tiene que compatibilizar todo eso con sus actividades personales, sobre todo de maternidad. Uno debe postergar unos desarrollos para avanzar en otros”.

Una prueba permanente

Un punto que tocaba Araya es lo siguiente que abordan las mujeres consultadas: la validación a la que son sujetas.

¿Deben demostrar algo? “Sí, pues, es algo implícito desde que decides ser candidata. ‘¿Por qué se atrevió?’, ‘¿No le da miedo?’ A un hombre no se lo dicen jamás”, asegura Pino, la rectora de la U de Aysén.

Durán, la recientemente electa rectora de la Utem, concuerda: “Eso no es solo ahora, sino que ha sido durante todo mi trabajo y trayectoria”, revela. Por eso, cree, se hace necesario “un empoderamiento y que las mujeres nos atrevamos, sumado obviamente a algún tipo de experiencia”.

“En el proceso de elecciones hemos tenido cuatro debates y soy la única a la que se le ha cuestionado su capacidad. Eso generó reacción de la gente más joven”, cuenta Castro, candidata a la U. Austral.

En ese sentido, Acuña, candidata a la Umce, asegura que como género “no hemos estado en igualdad de condiciones aunque hemos estado en el área de trabajo mucho tiempo”, Dice, además, que como sociedad “tendemos a repetir cánones” y que mientras “no comience el verdadero cambio y veamos ejemplos, será difícil, lo que tiene que ver con toda la complejidad que siempre ha afectado esta igualdad”.

Con todo, la rectora de la U de Aysén, la primera del país elegida democráticamente, ve con esperanza el futuro: “De lo que estoy segura es que ahora cada vez más se van a buscar esos liderazgos femeninos capaces de hacer estos proyectos transformadores. Es una especie de bola de nieve positiva”.

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