Las elecciones decisivas del último siglo: una mirada de tres historiadores

PLEBISCITO 1988. CONSTITUCION DE MESAS EN EL ESTADIO NACIONAL EN EL PLEBISCITO DEL SI Y EL NO. MOVILIZACION SOCIAL ORGANIZADA POR LA OPOSICION PARA FORZAR AL GOBIERNO MILITAR A LLAMAR UN PLEBISCITO EL 5 DE OCTUBRE DE 1988, DONDE LA OPCION SI SIGNIFICA LA CONTINUIDAD Y LA ALTERNATIVA NO REPRESENTA ESTABLECER PLAZOS CONCRETOS PARA EL FIN DE LA DICTADURA. 01.10.1988 / FONDO HISTORICO - CDI COPESA

El proceso electoral de este fin de semana es inédito y, por lo mismo, ha sido encuadrado como un hito en la historia del país. Aquí, tres historiadores repasan para La Tercera PM los otros comicios que generaron un cambio sin retorno en nuestro devenir como nación y cómo lo que sucederá a partir de mañana puede sumarse a esos registros. Los consultados coinciden en que lo que se juega este 15 y 16 de mayo es lo más decisivo que ha vivido el país en las últimas décadas.


Todas las elecciones son trascendentales para un país, aunque quizás ninguna como la de este fin de semana del 15 y 16 de mayo de 2021, en que por primera vez se eligen miembros para un organismo que redactará una nueva Constitución. Además, de manera inédita, se escogerán otros tres cargos al mismo tiempo.

Echando atrás la vista, en el siglo XX se pueden encontrar algunas elecciones que por distintos motivos quedaron en los anales de la historia como momentos de cambio importantes.

En Culto reunimos a tres historiadores, quienes desde sus particulares puntos de vista discutieron sobre cuáles fueron las elecciones más trascendentes del XX chileno. Como suele ocurrir en la historiografía, hay diferencias en las interpretaciones. Al fin y al cabo, el estudio de la Historia se trata de la discusión permanente de los hechos del pasado. Lo que para unos es importante, para otros es irrelevante.

“Las elecciones chilenas más trascendentales durante el siglo XX fueron aquellas en que se enfrentaron proyectos de sociedad antagónicos, o que parecían como tales, con una carga de emociones y dramatismo poco común”, señala el historiador y académico de la Universidad de Chile, Sergio Grez Toso.

Arturo Alessandri Palma (al centro). Biblioteca del Congreso.

1920: el “León” y el fin del parlamentarismo

Alejandro San Francisco, historiador, profesor de la Universidad San Sebastián y P. Universidad Católica; y director general del volumen Historia de Chile 1960-2010 (Universidad San Sebastián), considera que la primera gran elección relevante fue la presidencial de 1920, que enfrentó a Arturo Alessandri Palma con Luis Barros Borgoño.

“Marcó el fin de una época, la del régimen parlamentario. Por una parte, su estilo político, de apelación al pueblo y de gran oratoria, que se sumaba a un desgaste del parlamentarismo, surgido con gran fuerza a fines del siglo XIX”, asegura.

Coincide con él Julio Pinto Vallejos, historiador y académico de la USACH. “Marca la primera ruptura institucional del orden oligárquico del siglo XIX, y el reconocimiento de la necesidad de incorporar a otros sectores sociales dentro del orden político. Podría decirse que estrena en Chile la ‘política de masas’”.

Grez también concuerda con sus colegas. “La campaña del ‘Cielito Lindo’ de Alessandri, con sus promesas de reforma social y declaraciones de amor por su ‘querida chusma’, logró galvanizar a masas de trabajadores y clases medias en su disputa por el sillón presidencial con el oligarca Barros Borgoño, con un resultado estrechísimo, tan estrecho que un ‘Tribunal de Honor’ tuvo que dirimir la situación y lo hizo por tan solo un voto de diferencia a favor del ‘León’”.

San Francisco añade: “Para muchos, Alessandri representaba una verdadera revolución, temían una especie de Lenin chileno a pocos años del triunfo de la Revolución Bolchevique, pero en realidad era un reformista, que quería reformas sociales y al propio sistema de gobierno”.

Pedro Aguirre Cerda.

1938: “Don Tinto” y el Frente Popular

Para Julio Pinto, la llegada al poder de Pedro Aguirre Cerda fue otro punto de inflexión en el siglo XX. “Don Tinto”, radical, masón y profesor, triunfó junto a una coalición de partidos de izquierda agrupados en el Frente Popular.

“Consolida el proceso iniciado en 1920, esta vez incorporando como parte de la coalición de gobierno a los partidos de izquierda (PS y PC). Con ellos, se hacen presentes en la conducción del Estado organizaciones que representan directamente a las clases populares”, dice el Premio Nacional de Historia 2016.

Sergio Grez también considera importante esta elección. “Fue igualmente dramática y ajustada. Aguirre Cerda venció al derechista Gustavo Ross Santa María, por apenas 4.000 sufragios de diferencia, muchos de estos provenientes del ibañismo y de los ‘nacistas’ chilenos como un gesto de venganza contra Alessandri Palma, sindicado como el responsable de la matanza del Seguro Obrero ocurrida pocas semanas antes de la elección, a fin de impedir el triunfo de su delfín Ross”.

Carlos Ibáñez

1952: el “Caballo” galopa con fuerza femenina

Por segunda vez, Carlos Ibáñez del Campo, el “Caballo”, llegaba a La Moneda, claro que a diferencia de su primera elección, en 1927, donde corrió como candidato único, acá se presentó junto a otros tres nombres. Su triunfo fue claro, con un 46,79% ante su más cercano competidor, Arturo Matte, quien sacó un 27,81%. Pero como ninguno obtuvo la mayoría absoluta, fue el Congreso pleno el que debió ratificar el triunfo del ahora exmilitar.

Pero un factor importante ocupa esta elección. Por primera vez, las mujeres pudieron sufragar en una presidencial. “En esa ocasión, las mujeres votaron por primera vez en unas elecciones presidenciales, tras haber sido aprobado el derecho a voto universal en 1948. Con ello el cuerpo electoral prácticamente se duplicó y siguió creciendo de manera extraordinaria, desde los 300 mil ciudadanos que votaron aproximadamente en 1932, hasta los casi 3 millones que sufragaron en 1970”, señala San Francisco.

“No está de más recordar que Gabriela Mistral, Premio Nobel de Literatura en 1945, no tenía derecho a votar en las elecciones de 1946”, agrega el historiador de la USS.

Las mujeres se inclinaron mayoritariamente por Ibáñez, con un 43%. “Sí, en el aspecto del voto femenino, sin duda. En lo demás, no la considero tan relevante. Pero el voto femenino sí marcó un gran cambio, equivalente al de la incorporación de los sectores populares a la ciudadanía política”, señala Julio Pinto.

“La de 1952 fue importante porque las mujeres votaron por primera vez para elegir Jefe de Estado, pero su resultado era predecible: Ibáñez del Campo arrasó enarbolando su ‘revolución de la escoba’”, apunta Grez.

Jorge Alessandri Rodríguez. Archivo Copesa.

1958: “El Paleta” y el “Cura de Catapilco”

Entrando en la segunda mitad del siglo XX, se ven más notorias las diferencias de criterio entre los historiadores consultados. Sergio Grez es el único que pone la presidencial de 1958 como un hito relevante, con el triunfo de Jorge Alessandri Rodríguez, “el Paleta”.

“A pesar de que a la elección presidencial de 1958 se presentaron cinco candidatos, la contienda se centró entre el conservador Jorge Alessandri Rodríguez (hijo del ‘León’) y el socialista Salvador Allende, abanderado del Frente de Acción Popular (FRAP). Alessandri (31,2%) derrotó a Allende (28,5%) por poco más de 33.400 sufragios”, señala Grez.

Aunque para él, lo que hace particular esta elección fue el factor del llamado “Cura de Catapilco”. “Probablemente, los votos que le faltaron a Allende para haber triunfado se concentraron en la misteriosa y sospechosa candidatura de un exsocialista y exsacerdote Antonio Zamorano (el ‘cura de Catapilco’), quien obtuvo 41.304 votos (3,3%)”.

Eduardo Frei Montalva, en un acto público.

1964: Frei y el “Naranjazo”

Grez y San Francisco nombran la presidencial de 1964, con el triunfo del DC Eduardo Frei Montalva sobre Salvador Allende, como una de las elecciones relevantes del siglo pasado. Pero esa empezó antes. Fue la elección complementaria de un diputado en Curicó, en marzo de ese año, la que encendió las alarmas de la derecha. El triunfo del socialista Óscar Naranjo, “El Naranjazo”, era señal de que Allende podía terciarse la banda tricolor.

“El ‘Naranjazo’ de Curicó volcó a los partidos de derecha -Liberal y Conservador- a favor de Frei, desfondando de esta manera la candidatura del radical derechista Julio Durán e imprimiendo a la campaña de Frei un tinte de virulento anticomunismo (la ‘campaña del terror’) con un gasto millonario de propaganda financiada por los grandes empresarios y organismos del gobierno norteamericano”, dice Sergio Grez.

Si bien Frei Montalva obtuvo una holgada mayoría (56,09%), por encima de Allende (38,94%), los números no ocultan el tenor de la campaña. “Fue particularmente agitada y dramática”, agrega Grez.

Ahora bien, Grez agrega que esta elección trajo coletazos en la izquierda. “La creciente radicalización de la izquierda chilena -que se acentuaría después de la derrota de su candidato- bajo el influjo de la Revolución cubana y otros acontecimientos internacionales, agregó una cuota de dramatismo y pasión a este enfrentamiento electoral”.

Por su lado, Alejandro San Francisco señala la importancia de esta contienda en la diferencia de dos proyectos políticos: “Me parece que se podría agregar, por distintas razones, la elección de 1964, que permitió la llegada al poder de Eduardo Frei Montalva, la primera elección con una dimensión claramente internacional, que enfrenta dos programas revolucionarios. Hay campaña del terror, sectores de la Iglesia Católica involucrados en favor de Frei, con una derecha atemorizada que corre a votar por el líder DC y una izquierda que se decepciona parcialmente de la democracia ante esta nueva derrota”.

Salvador Allende en campaña. Archivo Copesa.

1970: el ajustado triunfo del “socialismo a la chilena”

Si hay otra elección que los tres historiadores consideran clave es la del 4 de septiembre de 1970, que le dio el triunfo al socialista Salvador Allende Gossens, a la cabeza de la Unidad Popular (UP), con un ajustado 36,6% versus el 35,2% de Jorge Alessandri, y que luego debió ratificar el Congreso pleno.

Julio Pinto señala preciso: “Fue importante por el triunfo de la Unidad Popular, y de una experiencia inédita, a nivel mundial, de superar el capitalismo por vía institucional y no violenta”.

Para Alejandro San Francisco, se pueden establecer ciertos paralelismos con la elección de 1920. “También marca el fin de una época, la de la Constitución de 1925. La elección fue más compleja, porque aparecieron numerosos fantasmas: la irrupción de los militares (a través del general Schneider, quien fue asesinado); hubo campaña del terror; amenazas de quiebre institucional y episodios de violencia. El programa de la Unidad Popular era revolucionario, proponía un cambio radical en la sociedad chilena, para iniciar la construcción del socialismo en Chile”.

“Como sabemos, la llegada de [Arturo] Alessandri al poder no fue sencilla, hubo un virtual empate y fue necesario formar un Tribunal de Honor. Con todo, a la larga su gobierno no terminó como se esperaba, sino con golpes militares y una nueva Constitución, que cambió para siempre la historia política de Chile. Como en 1920, en esta ocasión la historia también culminaría con un golpe militar y también con una nueva Constitución”, añade San Francisco.

“La elección presidencial de 1970 adquirió ribetes tan o más apasionados que la anterior –destaca Sergio Grez–. Aunque la derecha reeditó la ‘campaña del terror’ que tan buenos resultados le había dado en la elección anterior, obteniendo también jugoso apoyo de los mismos financistas, esta vez no logró sus objetivos”.

Grez añade un factor crucial: “El desplome de la Democracia Cristiana, luego de su acelerado desgaste en el gobierno. Su abanderado (Radomiro Tomic) llegó último con un 28,08 % del electorado. La ‘vía chilena al socialismo’ parecía abrirse”.

CONCERTACION DE PARTIDOS POR EL NO - PLEBISCITO 1988 - CAMPAÑA DEL NO - POLITICA - HISTORIA - PATRICIO AYLWIN - VOCERO

1988: un plebiscito más allá de marcar una raya

Otra elección que genera un consenso unánime entre los investigadores consultados, fue la del plebiscito de octubre de 1988, donde se decidía la continuidad del general Augusto Pinochet en el poder.

“Aunque hubo muchas realizaciones de la dictadura que se mantuvieron (modelo económico, Constitución de 1980, etc.), no cabe duda que ese acto permitió salir de ese régimen en su faceta más dura y represiva”, señala Julio Pinto.

Sergio Grez señala por su lado: “Aunque no se trató de una elección propiamente tal, el plebiscito de 1988 movilizó a toda la sociedad para decidir si el dictador Pinochet prolongaría su estadía en el poder o si se diese paso a una transición negociada, tutelada, regulada, cuyo fin ha sido anunciado muchas veces sin que exista consenso acerca de si terminó o no, o sobre cuándo terminó”.

En tanto, Alejandro San Francisco indica: “La pregunta era si el general Augusto Pinochet gobernaría por otros ocho años más, pero en realidad el significado era mucho más profundo: era la primera elección en 15 años –la primera para millones de chilenos–, era una evaluación popular sobre el régimen y su continuidad, determinaba la transición a la democracia (con Pinochet en el gobierno o no), y podía abrir el camino a elecciones abiertas al año siguiente, como de hecho lo hizo”.

Pero San Francisco va más allá, y agrega que la importancia de la elección no se redujo al mero ejercicio de marcar una raya. “La restauración de la actividad política, la irrupción de liderazgos políticos importantes (Ricardo Lagos, Jaime Guzmán y otros), la politización de la sociedad, la campaña por televisión, los temores y esperanzas, en fin, todo lo que significaba el fin del gobierno del general Pinochet”.

“Curiosamente, el resultado y su aceptación por parte de la población fue mucho más sencillo y pacífico de lo que mostraba la polarización de la campaña. Como suele ocurrir con las elecciones decisivas, el plebiscito de 1988 también era una bisagra entre dos épocas”, añade San Francisco.

Grez sintetiza de un modo los comicios trascendentes del siglo pasado: “Estas elecciones resumen bien el drama de Chile en el siglo XX, sus desgarros, odios, enfrentamientos, esperanzas, desilusiones y nuevos reencantamientos. Una prueba más de que la historia nunca termina y que jamás vuelve a recorrer exactamente los mismos caminos”.

2021, una elección inédita

También hubo palabras para los comicios que este fin de semana eligen por primera vez miembros para la convención constituyente. Dado ese factor, ¿será la elección más relevante de los últimos años?

Sergio Grez señala: “La elección de delegados a la convención constitucional se presenta como la más importante de los últimos 30 años, pues este organismo deberá redefinir las reglas del juego político además de generar una declaración de principios sobre la orientación del Estado y el marco general de deberes y derechos de los habitantes del país”.

Sin embargo, el historiador es más mesurado en sus expectativas a futuro: “No hay que hacerse ilusiones desmedidas respecto de los frutos que entregue este organismo, pues las reglas del juego, astutamente diseñadas por los autores y signatarios del Acuerdo por la Paz Social y la nueva Constitución del 15 de noviembre de 2019, hacen poco probable cambios de fondo más allá de bellas declaraciones de derechos sin mecanismos que los hagan exigibles. El quórum supramayoritario de dos tercios, la prohibición de discutir los tratados internacionales firmados por Chile, además de propias normas de elección y funcionamiento de los delegados constituyentes, son mecanismos destinados a que todo cambie sin que nada de fondo cambie. A menos que la ciudadanía irrumpa nuevamente para recuperar el ejercicio pleno de su soberanía”.

Por su lado, Alejandro San Francisco comenta: “Me parece que la elección a la convención constituyente no solo es inédita es su forma, sino que puede ser eventualmente la más importante y decisiva de las últimas décadas y de toda la historia de Chile. Ello está sujeto a que efectivamente logre generar un texto constitucional que sea aprobado, goce de legitimidad y permita el desarrollo democrático del país”.

“Además, debe contribuir a que Chile tenga un desarrollo económico efectivo y un progreso social que se extienda a todos los sectores. De lo contrario se produciría una nueva decepción y un escenario abierto hacia el futuro. El éxito depende de resultado electoral de 15 y 16 de mayo, pero también de la actitud y capacidad de los constituyentes una vez elegidos”, añade el académico de la USS.

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