La reaparición de Tea Time: “Las mujeres en la calle me tienen buena”

El músico (tercero desde la izquierda) volvió a los escenarios el viernes, con un show al aire libre en Bellavista.

A poco más de tres años de una mediática denuncia en su contra por violencia contra su ex pareja, que terminó con la suspensión condicional del proceso, la ex voz de Los Tetas volvió a la música y a los escenarios. Está dedicado a la música electrónica, a producir a nuevas bandas y anuncia disco en solitario para el primer semestre del próximo año. Asegura que dejó su adicción a las drogas y que, pese a las dificultades, es el mejor momento de su vida.


La rutina de Camilo Castaldi, alias Tea Time, cambió drásticamente a mediados de 2017, después de un mediático caso por violencia contra una expareja de la que salió exculpado. Si bien un año después el 7vo. Juzgado de Garantía declaró la suspensión condicional del proceso -a petición de la demandante- y el músico fue sobreseído, el exlíder de Los Tetas vivió en esos días su propio confinamiento. No quería salir a las calles por miedo a represalias y fue criticado hasta por la presidenta Bachelet. Enclaustrado en la casa materna y sin trabajo, hizo aseo en un edificio –”porque estaba escribiendo un cuento llamado ‘El Conserje’”, dice- y sus hábitos fueron otros. Dejó su adicción a la cocaína, su mayor influencia musical fue Beethoven y cambió el funk y el hip hop, sus estilos más reconocibles, por la electrónica. “Nací en Berlín, una de las ciudades que generó el tecno en el mundo. Cuando era chico y vivía allá, era la mascota de Jorge González, Atom Heart y Ricardo Villalobos. A los 13 años iba a todas las fiestas electrónicas y los más grandes me cuidaban. Es una música que siempre me ha gustado”, sostiene.

El rostro de Castaldi exhibe los rigores de un periodo tormentoso. Se nota más maduro, pero el ánimo está intacto. Consiguió trabajo en Púrpura Records, una discográfica independiente dedicada a la música electrónica, donde se siente apañado. Sus compañeros lo respetan y se siente cómodo. Asegura que está creando mucha música, produciendo a nuevas bandas y terminando de grabar un disco en solitario que estará disponible en el primer semestre de 2021. Pero enfatiza que lo mejor de este proceso de cambios es que dejó su adicción a las drogas. “En el mundo de la música este es un problema muy común. ¿Si consumo algo ahora? En ocasiones fumo algo, pero no me gusta hablar de este tema porque tengo un hijo y es mi vida privada. Pero me limpié. Desde muy joven estuve en esta locura de las giras, de los shows, que era entretenido, no lo puedo negar, pero no me detenía a pensar en mi familia y me rodeaba de amigos pelotudos. En ese sentido, la música es muy falsa porque todos los que te rodean son ‘amigos’ y no es así”, cuenta.

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Tea Time.

Los Tetas, las mujeres y la resiliencia

Cuando se hizo conocido su caso, Los Tetas tenían listo para publicar un álbum que quedó en el limbo. Ahora, con Tea Time fuera, el bajista Rulo haciendo música solista y el guitarrista Cee Funk integrado a los Chancho en Piedra, el destino de ese disco es un misterio. Castaldi ni siquiera menciona ese trabajo, pero sí habla de la relación con sus ex compañeros que debieron expulsarlo de inmediato de la banda por la presión en las redes sociales. “Ellos me ponen corazones todos los días en mi Instagram”, bromea. Sostiene que la relación con Rulo permanece –”era mi gran amigo del grupo”-, mientras que con Cee Funk es más distante. “Nunca voy a negar que le tengo cariño porque vivimos muchas cosas juntos, pero éramos compañeros de gira”.

Esos aciagos días, sin embargo, no le provocaron miedo. El vocalista cree que algo malo en su vida es que nunca tuvo miedo. Y lo especifica. “Si hubiera tenido miedo, jamás me habría dedicado a la música”. Lo que ahora no soporta son las multitudes. Por eso, su vuelta a los escenarios el viernes pasado en el barrio Bellavista y al aire libre fue a la usanza pandémica: con aforo restringido.

El durísimo periodo actual para Castaldi ha tenido un efecto doble. Por un lado, tras las acusaciones de violencia contra su ex pareja no pudo actuar más y, posteriormente, vino el confinamiento. Con el dinero escaso y mayor tiempo para dedicarse a la música, el vocalista se refugió en la casa de su madre y solo recibiendo algo de plata a través de sus derechos autorales. “Al vivir con mi mamá tengo techo, comida y tiempo para la música. Y los derechos autorales dan para vivir. En todo caso, no me quejo. Es la realidad de los músicos en Chile”.

En esta nueva era feminista y de crucifixión permanente en redes sociales, el ex Los Tetas dice que no ha tenido mayores problemas. “Las mujeres en la calle me tienen buena. Te diría que el 98% de la gente es buena onda. Peor lo pasan los taxistas, los micreros, que les gritan todo el día. Es difícil salir de este tema porque te estigmatizan, pero salió todo bien, se retiraron todos los cargos. Chile es un pueblo chico, que me ha visto por más de veinte años. He tenido muchas pololas que me quieren, la madre de mi hijo salió a defenderme desde el primer momento. Dentro de todo lo que ha pasado, han sucedido cosas buenas. Antes era más inseguro y buscaba mucha aprobación. Ahora tengo más cuero de chancho y más humor”.

El cambio de piel ha quedado de manifiesto, principalmente, en la música. Ahora, además de sus canciones en solitario, está produciendo nuevas bandas y tratando de forjar industria en Chile. Dice que aunque los jóvenes, a diferencia suya, están sobre estimulados, siempre aparecen talentos capaces de conmoverte, generarte alegría o recordarte algún momento de tu vida. “En este periodo de mi vida trato de verle lo bueno a todo. Ahora, por ejemplo, hacemos una canción de un día para otro y la podemos enviar donde sea. Eso hace veinte años no ocurría y es fabuloso. Y además siempre aparecen talentos. Personalmente, he aprendido que no tengo ninguna relación con el dinero y que me gusta luchar y salir adelante”.

-¿Después de todo lo vivido, cuál crees que es tu lugar en la música?

-Nunca he sentido que tengo un lugar. Sí siento que no estoy inseguro. La mayoría de los artistas son inseguros. Salen bacanes en las fotos promocionales, pero tienen más inseguridades que un niño de 15 años yendo a una fiesta.

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