La decadencia de los clásicos: bajo nivel de los duelos tradicionales deja en evidencia el paupérrimo presente del fútbol chileno

Mauricio Isla y Leonardo Gil disputan el balón
Mauricio Isla y Leonardo Gil disputan el balón (Foto: Agenciauno)

El encuentro entre Universidad Católica y Colo Colo termina en un pálido empate en blanco que ni siquiera cautivó a los menos de 10 mil hinchas cruzados que llegaron hasta el Santa Laura, agobiados por el alto precio de las entradas. Semanas antes, el Superclásico había sido otro bodrio futbolístico, manchado, para colmo, por la violencia. A fin de mes, la U y la UC tienen la última opción en el semestre de justificar la especial consideración para este tipo de duelos.


El duelo entre Universidad Católica y Colo Colo se acerca a su fin y hay una tarea que se realiza habitualmente en la recta final de cada encuentro y que ahora resulta virtualmente imposible. Hay que destacar a la figura del compromiso, esa que en las fichas de los medios escritos aparece destacada en negritas y que en los audiovisuales hasta se lleva estímulos de distinta naturaleza, pero el ejercicio se torna especialmente complicado. La distinción, que tradicionalmente tuvo un valor adicional, por tratarse de uno de los encuentros más tradicionales del fútbol chileno, termina entregándose casi por descarte. En el Santa Laura no hubo un jugador que se robara la película ni que justificara alguna cobertura especial, como suele suceder frente a una presentación particular descollante. No hubo un goleador y los porteros Matías Dituro y Brayan Cortés tampoco fueron sometidos a un nivel de exigencia que pusiera la atención sobre ellos. La jerarquía individual y colectiva brilló por su ausencia. El choque entre cruzados y albos no entusiasmó a nadie. Es más. Muchos se recriminaron por haber sacrificado la siesta sabatina.

Antes del partido ya había otra señal que podía achacarse a un escaso interés. Los fanáticos de la UC ni siquiera ocuparon las 10 mil localidades que disponían en el recinto de Independencia, al que los cruzados llegaron por la imposibilidad de utilizar San Carlos de Apoquindo, que está siendo sometido a la remodelación más importante de su historia. Los hinchas estudiantiles reclamaron durante toda la semana por los altos precios de las entradas. Por ejemplo, la tribuna Andes costaba 37 mil pesos, lo que atentó contra una mayor afluencia de público.

Los aficionados del último tetracampeón del fútbol chileno eran los únicos que podían asistir: hace un tiempo que las autoridades optan por impedir la asistencia de visitantes en los duelos de mayor convocatoria, para evitar problemas. En marzo, Colo Colo quiso romper la tendencia admitiendo seguidores de la U en el Monumental. La experiencia terminó en otro fiasco, considerando los incidentes que provocaron dueños de casa y visitantes. Albos y azules pagan las consecuencias y, en el camino, incluso arrastran a otras instituciones, como Audax Italiano, que en función de las sanciones que recibieron se quedan sin una importante fuente de ingresos. Un clásico a estadio lleno, a la antigua, con parcialidades repartidas equitativamente de lado y lado, hoy resulta una quimera. Es altamente probable que nunca más se llegue a producir.

Partidos aburridos

La emoción escaseó en ambos duelos. A Carlos Ramos, presidente del Colegio de Entrenadores, no le resulta extraño. “Vi el clásico entre la UC y Colo Colo y el partido entre Audax Italiano y la U. Me preocupa mucho el nivel del fútbol chileno. Estamos estancados, no hay avance. Uno ve fútbol de Argentina y estamos muy lejos, en el ritmo, la intensidad, en el juego mismo. Es preocupante, porque a nivel internacional se paga caro”, sentencia el dirigente gremial.

La mirada es más profunda. “La realidad pasa por el producto. Alguien me dijo que para una cazuela buena hay que tener buenos ingredientes. Si no tienes buenos jugadores, el nivel lo acusa. Ya no llegan jugadores como antes. Ahora vienen de una tercera categoría de Argentina, los que allá dejan en el camino. Los de primer nivel van a Europa, los de segundo, a México. Es como traer al imitador. Nos estamos acostumbrando al Yo Soy. Siempre he dicho que estamos reciclando jugadores”, sentencia.

Benegas, rodeado de jugadores de la UC
Benegas, rodeado de jugadores de la UC (Foto: Agenciauno)

Esas deficiencias explican, a juicio del timonel de los técnicos, los magros resultados a nivel internacional. En la Copa Libertadores, Colo Colo fue el último cuartofinalista, en 2018. En la Sudamericana, Coquimbo Unido llegó a semifinales en 2020, con la salvedad de que descendió en la misma temporada. “A nosotros, en Chile, solo con la intensidad nos pasan por encima. Los únicos que han querido hacer un cambio han sido los árbitros, que dejan jugar un poco más, no cortan tanto los partidos. Es de los pocos estamentos que se han dado cuentas de que hay que jugar en quinta velocidad y no en tercera o cuarta. Es preocupante y decepcionante. Y todo se traduce en la Selección. Hay poco donde elegir”, establece.

Múltiples factores

Sebastián Salinas es historiador. Está fuertemente ligado al fútbol. Su afición, de hecho, lo llevó a escribir Por Empuje y Coraje, dedicado a Colo Colo, el club del que es hincha. Ese bagaje lo lleva a entrar un diagnóstico respecto de la decadencia de los encuentros que, antes, se esperaban todo un año. “Primero, hay que recordar que han bajado los aforos de los estadios. Antes entraban 60 mil personas. Eso hace que menos gente pueda ir. Después, hay gente que se está alejando de ese tipo de partidos por la violencia, los peligros y lo que cuesta salir. También se están poniendo precios realmente prohibitivos. Antes, el valor de las entradas era popular. En los Superclásicos o en el Universitario de los 60, Cordillera, en el Monumental, y Andes, en el Nacional, eran galerías. O sea, el 70 por ciento del estadio eran galerías. Un papá que quisiera ir con uno de sus hijos estaría gastando 50 mil pesos. Se está alejando al hincha tradicional y solo están yendo los fanáticos”, sentencia.

Las restricciones, dice el académico, han afectado directamente. “En los 90 había violencia, pero la gente no dejó de ir, porque costaba menos. Ahora hasta tu RUN queda asociado a un equipo específico lo que te impide ir a otros partidos. Eso hace que la gente se aleje. Yo alcancé a ir un clásico en que los hinchas de la U y Colo Colo veníamos de vuelta en la micro, conversando. Ahora es imposible. La cultura de la violencia lo hace imposible. La gente a la que le gusta el fútbol no va a volver a ir”, apunta. Y añade un factor más. “A eso hay que sumar que la experiencia estadio es pésima. En el Monumental, salvo en Rapa Nui, hay que ver el partido de pie. En Santa Laura, que era una de las mejores canchas para ver fútbol, taparon con letreros”, diagnostica.

El otro factor, el deportivo, es fundamental para la conclusión. “La U viene en una etapa de recuperación, Colo Colo se está armando. Ahora se mueve más plata. El resultado es más especulativo. Más que ganar, nadie quiere perder. Cuando había menos plata, había una visión más romántica de los partidos. Y faltan figuras. No hay a quien ir a ver. En todos los equipos había alguien. Ahora ya no”, establece.

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