Kent Nagano, director de la Opera Estatal de Hamburgo: “En pandemia hemos visto el hambre del público por estar conectado con la música clásica”

Nagano actuó dos veces en el Teatro CorpArtes: en 2016, con la Filarmónica de Hamburgo, y en 2019 con la Sinfónica de Montreal. Mañana dará una charla virtual para el Festival de Portillo.

El célebre músico participará, en forma remota, en el Festival de Portillo este miércoles, a través de una conversación virtual. Además de analizar el rol de la música clásica en la pandemia, cuenta cómo será la tetralogía de Wagner que dirigirá en Bayreuth desde 2022 y qué es lo que distingue a los grandes compositores de la historia.


Kent Nagano (Berkeley, California, 1951) es uno de los directores más importantes de la actualidad, tanto en el repertorio orquestal como el operático. Tras haber estado a cargo de las Óperas de Lyon y Bávara, desde 2016 es director de la Ópera Estatal de Hamburgo.

Este miércoles el músico estadounidense de origen japonés volverá a encontrarse con el público chileno, en un conversatorio que programó el 3er Festival de Portillo, que organiza Alejandra Urrutia. Será a las 17.00 h, en portillofestival.com, gratis.

Nagano actuó dos veces en el Teatro CorpArtes: en septiembre de 2016, con la Filarmónica de Hamburgo, y en octubre de 2019 con la Sinfónica de Montreal. Por eso, en entrevista telefónica con La Tercera, pregunta qué ha pasado en el país después del estallido social. También, si en Chile se ha seguido haciendo música clásica en pandemia.

¿Cómo ha visto el rol que ha jugado la música clásica en la pandemia?

Ha sido fascinante ver cuánta hambre y sed hay de nuestro público por estar en contacto con la música clásica. En Alemania, Estados Unidos, Canadá, Francia y Austria estuvimos tocando música en vivo hasta mediados de noviembre, y todos nuestros conciertos se agotaron inmediatamente. Cuando tuvimos que cerrar nuestras puertas al público, en noviembre, continuamos tocando, pero a través de transmisiones en la televisión y el público que siguió a la orquesta era enorme. Y no sólo nosotros, hay muchos conciertos en televisión e internet, y los está escuchando mucha gente. Para mí, esta es una señal clara de que las personas están realmente hambrientas de música clásica.

En el Festival de Portillo, cuenta, espera hablar de “aspectos musicales críticos para la gente joven y las próximas generaciones, y que debemos observar para que la música clásica avance y florezca en el siglo XXI”. Para él, lo esencial es tratar a las audiencias con respeto, sin transar ni en calidad ni en sofisticación artística, e incorporando nuevas partituras, lejos de la condescendencia y el status quo. Por eso mismo Kent Nagano siempre comisiona y estrena obras de jóvenes compositores que luego se vuelven figuras claves, por ejemplo, Kaija Saariaho o Unsuk Chin.

Usted trabajó con Olivier Messiaen y estudió con Leonard Bernstein y Pierre Boulez, tres de los mayores genios musicales del siglo XX. ¿Tenían algo en común?

Sí. Primero que todo, fueron capaces de encontrar una voz propia, personal y única. Su propia estética. Esto no es tan fácil de hacer. Yo mismo estudié por muchísimos años composición, pero nunca encontré mi propia voz. Podría decir que hice obras bastante eficientes, mis composiciones eran correctas y me saqué buenas notas (ríe). Pero si soy realmente honesto, no eran suficientemente originales.

En segundo lugar, indica, “todos ellos tuvieron una muy buena formación como compositores. No improvisaban ni tomaban atajos, sino que estudiaron muy seriamente y por muchos años las técnicas y la estructura de la composición. En tercer lugar, todos tenían un enorme conocimiento del repertorio del pasado, y no intentaron hacer un quiebre, sino que escribieron música que continúa una tradición. Por eso es que sus composiciones se han convertido en parte de nuestro repertorio; sus piezas se tocan frecuentemente hoy día”.

Kent Nagano concluye: “En resumen, estos músicos tienen un vínculo con la gran tradición del repertorio, tienen y un profundo dominio de las habilidades de la escritura musical, y además encontraron una voz individual y única, y una estética muy especial que es un aporte. Aportan su propia identidad personal a la música, tal como lo hicieron Mozart, Beethoven y Schumann. En el período clásico y romántico, hubo muchísimos compositores, pero no recordamos a la mayoría. Recordamos a los que aportaron una voz única e individual”.

La Ópera Estatal de Hamburgo es la más antigua casa pública de ópera del mundo. Fue creada en 1678 y no para una corte, sino para los ciudadanos. Esa tradición de inversión estatal en cultura sigue viva en la ciudad, como lo demuestran los 798 millones de euros que se destinaron a la deslumbrante sala de conciertos Elba Philharmonie, inaugurada en 2017.

¿Cuán importante es que el Estado invierta en cultura?

Los cientistas sociales coinciden en que la cultura representa un patrón integrado del conocimiento humano, las creencias y un panorama del comportamiento. Actitudes, valores, creencias, moral y objetivos que compartimos en una sociedad. Las artes y las costumbres reflejan esta cultura y son la base de una identidad colectiva única. Por eso es importante que el Estado invierta en su cultura. Una sociedad con una fuerte identidad profundiza su coherencia y la calidad de vida que disfruta.

“Afortunadamente mi familia y yo estamos saludables, pero debemos ser cuidadosos, como todo el mundo, porque aquí en Francia y en Alemania las infecciones están muy altas ahora”, comenta Kent Nagano.

¿Y cuál es la importancia de la educación musical en la temprana infancia?

Además de que los humanos adquieren cultura a través de la socialización, y por eso las culturas son diversas, se ha demostrado científicamente que la música tiene efectos muy positivos sobre las habilidades motoras, el pensamiento abstracto, las habilidades matemáticas y de deducción de un niño, así como la comprensión de la cooperación y la importancia del liderazgo.

Wagner históricamente informado

Hace cuatro años, Kent Nagano inició uno de sus proyectos más ambiciosos, junto a la célebre orquesta Concerto Köln: volver a dirigir la tetralogía del Anillo de los Nibelungos, de Richard Wagner en Bayreuth, pero con criterios históricos, no a la romántica, como siempre se hace.

“Como intérpretes, siempre es importante volver a los fundamentos, no sólo a la partitura, sino acercarse a qué estaba tratando de comunicar el compositor a través de su música”, dice.

“No existe, por supuesto, una sola manera de interpretar la música, y eso es lo que la hace tan especial, pero el movimiento de música antigua, que se ha desarrollado desde los años 70, ha permitido que hoy tengamos nuevas perspectivas, y esto realmente nos ayuda para entender cuáles eran los deseos de los compositores”, apunta.

Esta nueva mirada, histórica informada, nunca se ha aplicado, hasta ahora, a Richard Wagner. “Esta es la primera vez que se realizan investigaciones científicas para tener un contexto que nos permita comprender su mundo, qué es lo que esperaba Wagner, cuál era su visión, qué sonidos imaginaba, qué tipo de instrumentos existían entonces y, cuál era su ideal. Por ejemplo, qué tipo de voces estaba buscando, ¿eran realmente las voces que vemos actualmente en los principales teatros de ópera del mundo, o él buscaba otra cosa?”, se pregunta Nagano.

Igualmente, están dilucidando si Wagner se inspiró más en Mozart, Rossini o en sus contemporáneos, o si sus referentes son más tempranos. “No sólo estamos estudiando manuscritos musicales y escritos, sino también pinturas y bosquejos de la época de Wagner para ver la posición de la mano en el violín y la digitación, así como los movimientos de la danza y el ballet de la época. Estamos haciendo una investigación histórica y poniéndola también en práctica, tocando”, detalla.

Así, el 7 de febrero, por ejemplo, Nagano dirigirá a Concerto Köln y la soprano Christiane Linor en piezas de Beethoven y de Wagner, quien admiraba mucho al primero, y extractos de óperas muy populares en la época.

“La primera performance del Anillo será el próximo año, con El Oro del Rin”, cuenta Nagano. Seguirán luego cada temporada con una ópera de la tetralogía: La Valquiria, Sigfrido y El ocaso de los Dioses, todo en Bayreuth.

También en el ámbito discográfico Kent Nagano tiene novedades. Acaba de sumar a sus más de 110 discos dos nuevas producciones, ambas con la Sinfónica de Montreal, orquesta de la que fue titular entre 2006 y 2020. El sello BIS publicó una grabación en vivo de 2018 de la Pasión según San Lucas de Krzysztof Penderecki, que tocaron en un homenaje del Festival de Salzburgo cuando cumplió 85 años el compositor polaco fallecido en marzo pasado.

“Trabajamos juntos varias veces con Penderecki y yo siempre lo admiré como compositor. Recuerdo el estreno de la Pasión según san Lucas, en la década de 1960, cuando mis padres volvieron del concierto mi madre estaba furiosa”, ríe Nagano. “No podía entender en absoluto su música y se quejó conmigo y con mi hermana, diciendo ‘¿Qué está pasando con la música clásica contemporánea? ¡No entiendo nada!’”.

“Pero ahora, que estamos en el año 2021 -agrega- vemos que la Pasión según san Lucas es una de las grandes obras del repertorio clásico. Es fascinante ver que en sólo 50 años una pieza puede pasar de ser un enfant terrible, radical y difícil de comprender, a un tesoro artístico del repertorio ‘normal’”.

El otro disco, con el sello Analekta, es de Conciertos para violín y orquesta de Leonard Bernstein, Alberto Ginastera y Samy Moussa, este último comisionado por Nagano. “He sido un gran admirador de Alberto Ginastera por mucho tiempo. Para mí, siempre fue uno de los más compositores americanos más influyentes, y ahora que tenemos la perspectiva de la historia vemos que muchas de las piezas de Ginastera están comenzando a ingresar al repertorio estándar. ¡Es un genio!. Pero una de las piezas que hasta ahora no ha sido realmente apreciada en mi opinión es su Concierto para violín, que considero una obra maestra”, explica.

Ello se debe, indica, a que la obra del argentino es muy virtuosa para el solista y para la orquesta, por lo cual se requiere no sólo talento y un alto nivel técnico de todos, sino también el tiempo necesario. El solista de violín, Andrew Wang, por ejemplo, le dedicó más de un año de estudio. “Lo mismo sucede con la orquesta, si no se ensaya correctamente y el tiempo suficiente, suena como música moderna ruidosa. Pero si se hace bien, se exhibirá el genio melódico y lírico de Ginastera, y puedes sentir la calidez y el romanticismo latinoamericano que emana”.

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