Fútbol y muerte

Estadio Nacional Aéreo

"Hago un llamado a la sensatez y a que nos pongamos en el lugar del Carabinero que conducía ese camión, albergando la esperanza de que haya sido un trágico y lamentable accidente, y no una acción deliberada; todos los chilenos tenemos que conmovernos con la tragedia de ese hincha y sensibilizarnos...".


Anoche, después que Colo Colo goleó a Palestino, un hincha fue atropellado y luego arrollado por un camión de Carabineros a la salida del estadio, causándole su muerte, minutos después. Una verdadera tragedia, que enluta no solo a la familia de la víctima, sino a nosotros los hinchas, jugadores, técnicos y a un país entero. No es aceptable que una persona, independiente de cualquier circunstancia o contexto, asista a un partido de fútbol y pierda la vida afuera del Estadio.

Colo Colo no jugaba un partido oficial desde el miércoles 16 de Octubre, dos días antes del estallido de violencia que azotó al país y del comienzo del estado de convulsión social, económica y política en que nos encontramos desde esa fecha. El fútbol, como cualquier actividad convoca a públicos masivos, ha sido una de las actividades más afectadas por el estallido de violencia. Por eso se postergaron partidos y luego, se suspendió definitivamente el campeonato, al no existir las condiciones de seguridad para jugadores e hinchas que iban a disfrutar del espectáculo deportivo.

En ese contexto, el partido de anoche era tan determinante para el futuro del fútbol y estos trágicos hechos, ponen en duda que la actividad vuelva a retomarse con normalidad, dadas las previsibles consecuencias que este hecho va a generar hacia el futuro y la reacción de la ciudadanía y los hinchas.

El camino más fácil, es rendirse ante los extremos. Por una parte, habrán algunos que mirando los videos, fotos y luego de escuchar los relatos, se formarán la idea de que el hincha fallecido era parte de los violentistas que encendieron barricadas y que estaban agrediendo a otros hinchas, vehículos y a los propios Carabineros. "No era una blanca paloma" o "Él se la buscó" justificarán los insensibles para tratar de defender lo indefendible, y darle contexto a una muerte que nunca debió haber ocurrido. Desde el otro extremo, habrán quienes ya juzgaron a los Carabineros involucrados, tildándolos de asesinos descarnados que planificaron el atropello del hincha, como una maniobra más de la maquina represora del Estado en contra de las manifestaciones sociales. Según ellos, el Estado tiene como misión violar sistemáticamente los derechos humanos y los Carabineros son los encargados de ejecutar esa política criminal a cualquier costo.

El camino de los extremos tiene un destino conocido e inevitable: la agudización en polarización de los chilenos y el inminente enfrentamiento entre ricos y pobres; policías y civiles; izquierdas y derechas, entre otras clasificaciones arbitrarias. Quien opte por ese camino tiene que saber que el caos, el desorden y el daño a nuestra sociedad e instituciones es lo mínimo que va a encontrar y que recuperarnos de eso tomará mucho tiempo y la vida de muchos compatriotas.

Pero hay otro camino posible, el de la sensatez y la sensibilidad. Sensatez, en entender que ese Carabinero no se levantó esa mañana con la misión de asesinar a nadie y que, por errores de protocolo, dificultades de visualización o lo que fuere, no vio ni pudo evitar la lamentable muerte de ese hincha. Lo más sensato es calmar las pasiones y esperar que las investigaciones judiciales puedan determinar la verdad de lo que pasó, y sancionar las responsabilidades que correspondan. Pero también necesitamos de la sensibilidad, en aquellos partidarios del orden público para que sean capaces de sacarse los prejuicios, y conmocionarse ante la trágica muerte de un ser humano y cuya familia, amigos y gente cercana, no encuentra más que rabia y desconsuelo en esta horas tan amargas. Un llamado a ser sensibles con el dolor ajeno y a guardarse los calificativos y las ganas de aparecer, con el objeto de contribuir a la tan esquiva paz social.

Anoche, a la misma hora en que ese hincha era atropellado, salí del Estadio en dirección opuesta. Íbamos eufóricos por el resultado y celebrando, junto a miles de hinchas colocolinos, el gran triunfo de nuestro equipo. Pero a diferencia  de lo que ocurría a pocos metros, no hubo barricadas ni incidentes, y en ningún minuto mi vida o la de mi hijo estuvo en riesgo. ¿Qué hubiera pasado si hubiese elegido una calle distinta para estacionar? ¿O si los incidentes y barricadas hubiesen ocurrido en Avda. Marathon y no en Exequiel Fernández?

Así como hago un llamado a la sensatez y a que nos pongamos en el lugar del Carabinero que conducía ese camión, albergando la esperanza de que haya sido un trágico y lamentable accidente, y no una acción deliberada; todos los chilenos tenemos que conmovernos con la tragedia de ese hincha y sensibilizarnos a tal punto de entender que pudo haber sido cualquiera de nosotros o de nuestros hijos, y que ninguna muerte es aceptable, bajo ninguna circunstancia o contexto posible.

Chile no necesita más división, sino más sensatez y sensibilidad. Este año nos vamos a enfrentar a desafíos muy complejos y si no somos capaces de ponernos en el lugar del otro, vamos a perder todos. Y por goleada.

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