“Fue un acto de niño taimado”: la tensión que genera en los jesuitas la renuncia del sacerdote Felipe Berríos

Foto Juan Farias / Diario La Tercera

Aunque el sacerdote oficializó su intención de dejar la congregación, restan una serie de procedimientos para que aquello se concrete. De hecho, como dan cuenta especialistas, el "padre general de la Compañía" podría declinar la solicitud, y dado que el religioso fue enfático en sus cuestionamientos al provincial, podría suceder que el trámite se entrampe. Es más, en una carta enviada por Gabriel Roblero, la entidad recalcó que actuaron en regla y que haberle permitido viajar a La Chimba en medio de la investigación canónica, habría sido "impresentable".


Gran revuelo causó la jornada de este jueves la divulgación de la carta que envió Felipe Berríos (65) oficializando su renuncia a la Compañía de Jesús, congregación a la que pertenece hace 45 años. Porque aún cuando era una definición que había adoptado hace semanas -y así lo publicó La Tercera Sábado- a varios tomó por sorpresa la forma en que lo hizo, pues este tipo de procesos, en el caso de otros consagrados, se habían dado en mayor sintonía con las autoridades de la Compañía de Jesús y, principalmente, sin grandes cuestionamientos públicos de por medio. Por lo demás, su paso al costado no se ha materializado y sigue siendo jesuita.

Lejos de la modalidad a la que estaban acostumbrados en el torno de esa comunidad, el sacerdote informó sólo días antes su decisión a sus superiores, sin que existieran instancias de reflexión conjunta, y esbozando fuertes reproches en contra de la entidad. Esto último, como manifestó, por la forma en que la congregación le dio curso a la investigación canónica en su contra tras recibirse denuncias por “actos de connotación sexual” que lo acusaban, y que luego fueron catalogadas como “verosímiles” por parte de la abogada María Elena Santibáñez, encargada de la investigación previa canónica. Nunca estuvo conforme, además, con que se le impidiera retornar a su hogar, en el campamento Luz Divina en Antofagasta.

“No comprendo por qué el gobierno de la provincia insinúa en sus declaraciones que se me ha investigado por hechos que podrían constituir delitos graves. Esta difícil situación no solo ha sido tremenda en sí misma, sino que, además, se suma el modo en que el gobierno de la provincia ha actuado en relación a mí”, dijo en la carta que compartió, agregando que el Provincial Gabriel Roblero estuvo lejos de apoyarlo: “Ha tenido actitudes objetivas y comprobadas en que ha optado más por cuidar la imagen de la institución y su propia persona, que la búsqueda de la verdad y la justicia”.

Ante este escenario las dudas y especulaciones se han incrementado. El exsacerdote jesuita Juan Carlos Bussenius asegura a La Tercera PM que es “del todo extraño” como han sucedido las cosas en este caso, aunque asegura que Berríos -a quien conoce desde hace años- siempre se caracterizó por hacer todo “a su pinta”.

“Sabiendo que está en una situación de acusación de orden canónico, no es llegar e irse. En estos casos hay que proceder con mucho cuidado y me parece muy impudente lo que está haciendo”, comenta.

Según explica, para renunciar a la Compañía, además de la necesidad de que existan una serie de conversaciones con el Provincial en torno a las razones, debe enviar una carta al Padre General de la entidad para que se analice su caso y le acepten o no la petición. Señala, asimismo, que dado que Berríos es “profeso”, o sea que tiene un voto especial al Papa, debería, antes que cualquier cosa, espera un permiso que le permita vivir fuera de la congregación en tanto se resuelve su solicitud de renuncia, lo cual finalmente zanja la Curia General de la comunidad religiosa, que está en Roma.

“Por esos puntos yo digo que llama la atención el empecinamiento de Felipe de seguir con su propia visión del asunto, aún cuando su voto de obediencia está vigente, y en un acto como de niño taimado quiere llegar e irse. Eso no corresponde”, reflexiona Bussenius.

Si bien se entiende que una persona no puede ser obligada a mantenerse en una congregación -o en otro espacio-, desde la perspectiva administrativa, la abogada Anastasía Assimakópulos, profesora de Derecho Canónico de la Universidad de los Andes, explica que, considerando que “hay todo un estatuto jurídico para los religiosos que los ayuda a llevar el estilo de vida propio de su posición en la Iglesia”, no porque él renuncie eso corre de inmediato.

“Acá debe haber un proceso donde él tiene que entregar sus razones, hay un periodo de discernimiento, de ayuda, porque se está en una orden en que el centro se pone en la caridad, en el cuidado de cada persona. Entonces, esto no es automático”, comparte la profesional.

Dado que Felipe Berríos hoy sigue sujeto a “medidas cautelares” impuestas por el Provincial producto de las denuncias en su contra, y que son las que le impiden volver a Antofagasta, Assimakópulos explica que, si llega a irse, no procederían sanciones, aun cuando en la práctica sigue siendo sacerdote jesuita. “No se soluciona el problema aplicando una sanción. Este es un derecho que busca que las personas se acerquen más a Dios y, a veces, una sanción pueda terminar alejándolo más, porque, por lo demás, la investigación canónica va a seguir igual (...) No lo pueden obligar a no estar en La Chimba”, sostiene.

Por otra parte, es necesario considerar que, como hasta ahora, Berríos no ha manifestado intención de dejar el sacerdocio, sino que sólo la Compañía, la abogada detalla que, para seguir ejerciendo, deberá ser aceptado por algún obispo para que se incardine en dicha diócesis. No puede ser aceptado en otra instancia, eso sí, mientras no salga formalmente de su congregación actual.

Los reparos de la Compañía

Si bien hechas públicas las intenciones del aún sacerdote la Compañía de Jesús informó que lamentaba la decisión, durante la tarde del jueves el Provincial Gabriel Roblero compartió con la comunidad una carta de tres carillas donde profundizó en el asunto y, de paso, defendió las labores realizadas por la congregación ante las denuncias recibidas.

Ahí, en primer punto, aseguró que conversó presencialmente con él el jueves 17 de noviembre y que, en la instancia lo animó “a ser paciente, a que no se apresurara, que fuera prudente en lo que hiciera y pudiera esperar la decisión que viniera desde la Santa Sede respecto a la situación canónica en que se encuentra”.

En línea, aseguró que durante todo el proceso “Felipe fue informado de la denuncia principal y de todas las otras denuncias que se recibieron en su contra, pudiendo responder a cada una de ellas, lo que además hizo asesorado por un abogado de su confianza, que él mismo eligió, asistiendo en cuatro oportunidades ante la investigadora”.

Reiteró, en el mismo tono que las denuncias “se tratarían de hechos ocurridos entre los años 1993 y 2009, que habrían afectado a siete mujeres entre los 14 años, la más pequeña, a 22 o 23 años la mayor de ellas. Tres de estas conductas habrían sido cometidas en retiros de colegios, dos en trabajos voluntarios (en un caso, de secundarios, y en el otro, de universitarios). Finalmente, en tres casos se trataría de hechos ocurridos dentro de la celebración del Sacramento de la Confesión. Los hechos que involucran menores de edad y el sacramento de la Confesión son de los delitos más graves en la legislación de la Iglesia”.

De esta forma, reiteró que Berríos ha contado con todas las garantías y que lo han mantenido en Santiago para resguardar el proceso. “Nos permite cuidar a todos los intervinientes en este proceso, incluida la integridad física del propio Felipe. El procedimiento de investigación previa canónica no termina con las conclusiones de la investigadora, sino con la decisión del Dicasterio para la Doctrina de la Fe. Por tanto, prudentemente, no corresponde modificar las medidas cautelares en esta etapa. Por otra parte, habría sido impresentable que, habiendo resultado 7 hechos denunciados como verosímiles, 3 de ellos con menores de edad, se le enviara a vivir solo a La Chimba”, recalcaron.

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