El enredo imposible de la UDI de JVR, tironeada entre Lavín y Longueira

Con tres senadores ya jugados por aprobar el retiro de fondos de pensiones, que aseguran una tercera derrota consecutiva del sector -a los que el partido también debería pasar al Tribunal Supremo si ya lo hizo con cinco diputados-, la directiva de Van Rysselberghe enfrenta además la presión de dos históricos: su dos veces ex líder y su candidato presidencial. El primero pide que los disidentes renuncien, y el segundo los apoya, al proyecto de ley, y rechaza que los castiguen. Y el portaestandarte de ese grupo, Iván Moreira, ahora pide que Andrés Chadwick dirija el partido. Y recién es lunes.


“Lamento la renuncia de Hernán Larraín Matte y espero que Evópoli supere pronto sus problemas internos. Mientras tanto, seguiremos trabajando incansablemente para la mejor coordinación de Chile Vamos y enfrentar en unidad los próximos desafíos. Tal como acordaron los presidentes hace unos días, hoy acordamos una reunión de los secretarios generales para mañana martes”.

Esa es -hasta el momento de publicar esta nota- la única reacción oficial con que ha contestado la directiva de la UDI, a través de su secretario general Felipe Salaberry, cuando La Tercera PM le consultó sobre cómo encara el complejo enredo en que ha quedado la UDI a días de que tres de sus senadores (Iván Moreira, José Miguel Durana y David Sandoval) anunciaran sus votos a favor del retiro del 10% de las AFP.

Con el partido revuelto a más no poder, puertas afuera su presidenta Jacqueline van Rysselberghe ha rechazado las peticiones de renunciar al mando junto a Mario Desbordes en RN. Y a cinco meses de las elecciones internas (y con una pugna aún no declarada en público de si puede repostular o no), el flanco interno ha quedado tironeado con la entrada al juego de dos de sus referentes históricos, en un pulso que parece va a jugarse en si al final la UDI castigará o no a sus congresistas díscolos que apoyan el retiro de pensiones.

Por un lado, su dos veces ex presidente Pablo Longueira ha presionado para que tales congresistas “antes de votar, dejen de pertenecer a ese partido”, o sea, que renuncien porque “solo la UDI, entierra la UDI”, como dijo en una declaración conocida ayer, y que es la segunda que hace durante esta saga. Y por otro, su casi seguro candidato presidencial para el próximo año, Joaquín Lavín, finalmente hoy sinceró su apoyo al proyecto (”en situaciones excepcionales hay que tomar medidas que uno jamás hubiera hecho”) y se puso en la trinchera contraria a la de Van Rysselberghe, al declarar que castigar a los parlamentarios es una “exageración”.

No solo eso: también le puso piso político interno al reclamo de los disidentes, partiendo por Iván Moreira -cuyo hermano Christian es uno de los cinco diputados pasados al Tribunal Supremo por haber votado a favor- al cruzar otro Rubicón gremialista y sentenciar que “mi opinión es que estos son temas debatibles. Los principios están en otras cosas para mí”. Es el mismo punto en que el senador basa su argumento de que no pueden ser castigados por el partido, y que volvió a repetir hoy, cuando dijo en Chilevisión que revisó la declaración de principios del colectivo y que “en ningún minuto aparece que hay que defender las AFPs”.

No es que Longueira y Lavín estén peleados; solo piensan distinto en lo que toca al retiro de pensiones. Entre sus conocidos y cercanos mutuos dicen que siguen en contacto, y que hasta antes de la llegada del virus hasta se reunían una vez al mes, aproximadamente, con gente como el ex UP Óscar Guillermo Garretón, el abogado y columnista Jorge Navarrete y el ex ministro y ex diputado DC Jorge Burgos. Pero en los hechos el rol de ambos acicatea más el ya convulso clima interno en el partido.

La lectura tras esta jugada es para algunos hasta obvia en la UDI. Longueira -quien estado relativamente activo, haciendo llamadas y preocupado por “la ofensiva institucional de la izquierda”, dice un cercano- ve en esto un tema crucial. Según quienes lo han escuchado, ve una deficiente conducción tanto de La Moneda como la UDI. Lavín, en tanto -también al decir de sus conocidos-, “no puede amarrarse a un gobierno que está llegando tarde”, y “tiene que tomar esa posición; es candidato presidencial”. Si quiere que esa carrera tenga futuro, no tiene opción. Y en medio de esto queda el colectivo fundado por Jaime Guzmán.

Leyendo esto es que hoy en la mañana algunos gremialistas sacaban cuentas escuchando a Moreira, cuyos reclamos contra las “amenazas” y presiones que en distintos medios ha dicho haber recibido, pasaron a una nueva fase: comenzar a insinuar que la presidencia de la UDI debe cambiar de manos en medio de esta crisis. Ya lo ha dicho dos veces en lo que va corrido del lunes, sugiriendo que la conduzca nada menos que Andrés Chadwick.

Me va a retar Andrés, pero el único que podría hoy ayudar a salvar la UDI es precisamente Andrés Chadwick por su capacidad de dialogo, por su liderazgo, porque existe respeto y admiración a el, porque Pablo Longueira no va a volver, los antiguos que hicieron la UDI no van a volver”, se explayó esta mañana en Chilevisión, en cuyo matinal es figura habitual. Allí también subrayó que “me sentí violentado en mi fuero interno” cuando pasaron a su hermano y a los otros cuatro diputados al Supremo.

Luego profundizó la idea con La Tercera PM: “Más allá de que esté o no de acuerdo con mi posición y más allá de mis dichos, Andrés Chadwick es la persona que hoy puede ordenar a la UDI, él es el llamado a liderarla. Por su historia en la UDI, porque tiene una capacidad de convencer con argumentos cuando hay diferencias, y porque es una persona respetada”.

La pregunta caía de cajón: ¿Acaso plantea que la senadora Van Rysselberghe deba renunciar a la presidencia del partido? “No soy quién para pedir la renuncia de nadie, más encima estoy bajo inminente amenaza de ser expulsado: cuando a uno lo mandan al Tribunal Supremo no es para que o era cosa que expulsarte, y en este caso tendrían que expulsar a tres senadores de la UDI”.

Desde que el proyecto por el retiro de fondos ha dividido a los parlamentarios UDI ante este trance doctrinario, Moreira ha estado en contacto con diversos históricos del partido. A Longueira le mandó un mensaje la semana pasada para concertar una conversación que al final -según una versión- no se produjo porque luego los diputados fueron pasados al Tribunal Supremo.

Hoy en la mañana dijo dos veces (en T13 y en Mega) que “le tengo bastante afecto en lo personal, pero él, por múltiples razones, dejó hace muchos años de ser un referente para mí”. Ambos eran amigos, pero eso se enfrió el 2013 cuando Longueira apoyó la postulación senatorial de Laurence Golborne a Santiago Oriente: Moreira se tuvo que ir de candidato al sur, al igual que Ena Von Baer, que disputaba esa plaza con él.

Los cálculos gremialistas

En medio de este ambiente nunca visto en el partido (acaso un lejano referente sea cuando Lavín forzó a que Longueira y Sebastián Piñera dejaran las testeras de la UDI y RN para salvar su entonces muy complicada campaña presidencial en medio del Caso Spiniak, el 2003), algunos dirigentes e históricos hacen sumas y restas mentales. Unos sospechan que el alcalde de Las Condes está de alguna manera alineado o coordinado con los congresistas disidentes; Moreira dijo hoy también que “a Lavín se le podrán hacer muchas críticas, pero tiene un corazón muy grande” y que “tiene algo que le falta algunos dirigentes de la UDI, corazón. Y puedo meter las manos al fuego que piensa igual que yo”.

Otros incluso creen leer algún atisbo de operación de La Moneda para poner orden en la vapuleada coalición. Sobre todo, dado que el Presidente por ahora se rehúsa dejar caer a su comité político, partiendo por su ministro del Interior, Gonzalo Blumel, militante de Evópoli, partido a cuya jefatura renunció Larraín Matte. Pero en la UDI por ahora no hay quien vea a Van Rysselberghe retirándose a la berma, aun cuando eso sirviera para desestabilizar a Desbordes.

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