A 50 años de Watergate: Qué fue de los protagonistas del caso

Complejo de oficinas Watergate en Washington D.C. Foto: AP

Libros de memorias, divorcios, premios y meses en la cárcel, fueron parte de los destinos de los involucrados en el escándalo político que terminó derribando al gobierno de Richard Nixon en 1974.


El 17 de junio de 1972, poco después de la medianoche, cinco ladrones fueron detenidos en pleno allanamiento de la sede del Comité Nacional del Partido Demócrata, en el complejo de oficinas Watergate, en Washington D.C. Este evento, por el cual en un primer momento no habían explicaciones inmediatas, resultó ser la punta de un iceberg enorme, que terminaría costándole la presidencia al republicano Richard Nixon dos años después.

La polémica, retratada a fondo en el libro y la película Todos los hombres del presidente, implicó a decenas de funcionarios del gobierno norteamericano. El círculo más cercano a Nixon se había dedicado, primero a intentar espiar a sus opositores del Partido Demócrata, y luego a encubrir ese mismo espionaje, obstruyendo el quehacer de la justicia con el objetivo de detener cualquier investigación. Este fue el destino de los actores clave en el caso Watergate:

Gordon Liddy habla en un mitín conservador en un mall de Washington DC.

James McCord fue uno de los cinco ladrones que fueron detenidos en las oficinas Watergate, en pleno allanamiento de la sede del Partido Demócrata. Exoficial de la CIA y exagente de la FBI, fue el encargado de las intercepciones telefónicas del equipo. Enfrentó los cargos de conspiración, robo e intercepción de comunicaciones, y estuvo en la cárcel cuatro meses. Su condena fue reducida, luego de que declarase en contra de funcionarios de la Casa Blanca que estaban detrás del plan de espionaje. En una carta al juez John Sirica, McCord escribió en ese entonces: “Hubo presiones políticas sobre las personas detenidas, para que se declararan culpables y se mantuvieran calladas”.

Después de salir de prisión, publicó un libro llamado Un pedazo de cinta, la historia de Watergate: Hechos y ficción. De ahí, mantuvo el bajo perfil hasta su muerte a los 93 años, en junio de 2017, en Pennsylvania.

Virgilio González fue otro de los ladrones detenidos: era un refugiado cubano, activista contra Fidel Castro, y fue el cerrajero de la operación. Durante los juicios, indicó que se le había dicho que su participación en los allanamientos iba a ayudar a avanzar en la “liberación de Cuba”.

Pasó un año en prisión, y volvió a la ciudad de Miami, donde vivía, haciendo carrera como cerrajero. En 1977, junto con los otros tres “soldados de a pie” que participaron en el robo, recibió 200 mil dólares del fondo de la campaña de Richard Nixon de 1972. El pago sirvió como un acuerdo para la demanda civil de los cuatro hombres, que alegaban haber sido engañados para tomar parte del robo.

Desde el Comité de Reelección del Presidente, como consejero general, Gordon Liddy planeó y dirigió la estratagema para espiar a los demócratas, recibiendo cerca de 332 mil dólares en fondos de campaña con ese fin. Un poco después del fracaso del 17 de junio, que fue la segunda vez que sus hombres entraron a Watergate, fue detenido. Conocido como “el hombre de acero de Watergate”, por su negativa total a cooperar con la investigación, fue la persona que más tiempo pasó en prisión por el caso: 5 años.

Luego de su liberación, pasó a ser un presentador radial de tendencia conservadora, animando programas sobre asuntos militares y armas. También apareció en programas televisivos como Miami Vice. Hizo carrera en la radio hasta 2012, para morir en 2021 a los 90 años.

H.R. Haldeman y John Ehrlichman en el despacho del Presidente Richard Nixon, en 1969. Foto: AP

Más arriba en la pirámide de confianza de Nixon, estaban John Dean, H.R. Haldeman y John Erlichman. Dean fue Consejero para la Casa Blanca entre 1970 y 1973, ayudando a encubrir a los funcionarios de Nixon por el caso de espionaje, hasta que el caso ya estaba demasiado cerca del presidente. “La plantilla se está acabando, se acabó. Tenemos un cáncer acá, cerca de la presidencia, que está creciendo”, le habría dicho al mandatario un poco antes de ser despedido.

Finalmente, John Dean fue el primero de los altos cargos de la Casa Blanca en revelar detalles del encubrimiento, implicando al presidente y otros funcionarios durante su testimonio en el Comité Watergate del Senado, en 1973. Estuvo cuatro meses en prisión, luego de lo que se dedicó a escribir libros y columnas, volviéndose una fuente común en Estados Unidos cada vez que se quiere comparar el gobierno de Donald Trump con el de Richard Nixon.

John Ehrlichman era consejero de asuntos domésticos, y fue acusado por Dean de dirigir el encubrimiento de la operación de Watergate. En 1973, en medio de la revelación del escándalo, renunció a su puesto: al final enfrentó cargos por obstrucción de la justicia y perjurio, llegando a pasar 18 meses en prisión.

Al salir de la cárcel, Ehrlichman se divorció y se fue a Nuevo México, donde se enfocó en la escritura de novelas. En 1982 publicó unas memorias, que llevaron por nombre Testigo del Poder: los años de Nixon. Más tarde se mudó a Atlanta, donde trabajó como consultor comercial para la industria de eliminación de desechos peligrosos, y murió en 1999.

H.R. Haldeman fue jefe de gabinete de Nixon, y junto con Ehrlichman formaban lo que se conoció como el “Muro de Berlín”, debido a sus apellidos alemanes. La voz de Haldeman aparece en muchas de las conversaciones grabadas de las reuniones en La Casa Blanca, incluyéndose la conocida como “Smoking gun” (pistola humeante), una conversación entre el jefe de gabinete y Nixon, en la que se hablaba de usar a la CIA para distraer a la FBI de su investigación en Watergate.

Pasó, al igual que Ehrlichman, 18 meses en prisión. Luego se volvió consultor en negocios, enfocado en bienes raíces y en una franquicia de restoranes en Florida. En sus memorias Los Fines del Poder, publicadas en 1978, Haldeman escribió: “Yo también creía en la campaña dura, pero aún desde mis posiciones más radicales, Nixon se excedía a veces”.

El presidente Richard Nixon hablando en una conferencia en 1973. Foto: AP

Respecto a Richard Nixon, su historia es mucho más conocida: a puertas de iniciarse un proceso de destitución en su contra, la noche del 8 de agosto de 1974 el mandatario se adelantó, renunciando al puesto en cadena nacional. El poder quedó en el entonces vicepresidente Gerald Ford, que un mes más tarde concedería el perdón a Nixon, por cualquier crimen que hubiera “cometido o en el que pudo haber participado” durante su presidencia.

Los años siguientes, Nixon se retiró a su rancho en California, e incluso intentó volver a la abogacía, sin éxito debido a que fue expulsado del Colegio de Abogados. Publicó sus memorias, otro libro llamado No Más Vietnam, y murió después de un derrame cerebral en abril de 1994.

Otro personaje clave en la trama de Watergate fue el llamado “Garganta Profunda”, una misteriosa fuente gubernamental que ayudó a los reporteros del diario The Washington Post a desenredar la conspiración, juntándose con Bob Woodward en estacionamientos y tomando medidas de precaución serias, como la de siempre tomar dos taxis, para evitar ser seguido. Luego del libro y la película Todos los hombres del presidente, Garganta Profunda se volvió la fuente anónima más famosa de la historia del periodismo.

Después de años de especulaciones y teorías, el agente Mark Felt del FBI reveló en 2005 que él fue la fuente misteriosa, siendo confirmado esto por los periodistas de The Washington Post. Mark Felt era entonces el número dos de la oficina de inteligencia. El mismo año de la revelación, Felt publicó un libro, en el que contó su historia y rol en Watergate: “La gente debatirá por mucho tiempo sobre si hice lo correcto ayudando a Woodward… el fondo es que hicimos esto para conseguir toda la verdad, y acaso, ¿no es eso lo que se supone que hace elFBI?”. En 2008, a los 95 años, Felt murió.

Bob Woodward y Carl Bernstein durante una cena en la Casa Blanca en 2017. Foto: AP

Bob Woodward y Carl Bernstein fueron los dos periodistas encargados de cubrir la historia para The Washington Post. Juntos consiguieron armar la historia hablando con docenas de fuentes, la mayoría anónimas, y le valieron al diario un Premio Pulitzer por la cobertura.

Woodward, que era quien se juntaba en los estacionamientos con “Garganta Profunda”, sigue trabajando hoy en el Post, y ha escrito 18 libros, muchos de ellos sobre el legado del caso Watergate. En 2018 publicó un libro sobre Donald Trump. Por su parte, Bernstein dejó el diario pocos años después de Watergate, trabajó para ABC News y la revista Time, y en 2007 había publicó una biografía de Hillary Clinton. El año pasado editó sus memorias, que llevan por titulo Persiguiendo la historia: un niño en la redacción.

El editor ejecutivo de The Washington Post en ese entonces, Benjamin Bradlee, también jugó un papel supervisando la investigación de Woodwad y Bernstein. Desde 1965 a 1991 fue el editor del diario, y ya en 1971 había desafiado al gobierno de Nixon publicando los “Pentagon Papers”, una serie de documentos secretos detallando las acciones del gobierno de Estados Unidos en Vietnam. El caso de Watergate terminó consolidando la reputación del Post como un medio de periodismo duro y de investigación.

Durante su trayectoria, hasta 1991, Bradlee supervisó coberturas que llevaron al Post a ganar 17 premios Pulitzer. Publicó sus memorias en 1995, y murió en 2014.

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