No era un baby shower: las huellas del Tren de Aragua tras los cinco venezolanos acribillados en Lampa

Hace poco más de dos meses, cinco venezolanos murieron en una balacera a la salida de una parcela. Los asesinados no portaban documentos y el motivo tras el homicidio era todo un misterio. Eso, hasta que empezaron a aparecer los testimonios de familiares de las víctimas. Todo indica que la vendetta era contra Leonardo Guilarte, un ciudadano venezolano expulsado de Chile en 2021 por robar relojes de lujo y que ya estaba de vuelta en el país en forma ilegal. Las balas iban contra él, pero sus cuatro acompañantes sufrieron las fatales consecuencias.


La usual tranquilidad que se vive los domingos en Batuco, un sector rural de la comuna de Lampa, al norte de la Región Metropolitana, se vio abruptamente interrumpida a las 18.45 horas del 9 de abril, cuando a las radios de Carabineros llegó un llamado de emergencia. Un vecino había denunciado que afuera de una parcela, en el sector de Caleríos, a unos tres kilómetros al norte de Av. España, había cinco personas heridas por armas de fuego e inconscientes al interior de un vehículo.

La noticia, que resonaría a nivel nacional, se daba en momentos de una inmensa agitación en temas de seguridad en el país. Cuatro días atrás había ocurrido el asesinato del suboficial de Carabineros Daniel Palma, y tan sólo el día anterior otras cuatro personas habían sido asesinadas en una casa en Quilpué.

Al llegar a las afueras de la parcela de Batuco, a las 19.15 horas, los carabineros vieron un vehículo Hyundai Tucson color rojo incrustado de frente en una reja perimetral, chocado por detrás y con decenas de impactos de bala concentrados en la zona del asiento del copiloto. El parte policial señala que el auto era robado y su patente había sido clonada de otra camioneta de similares características perteneciente a una mujer de Puerto Montt.

Así quedó el vehículo en el que cinco ciudadanos venezolanos fueron asesinados en Batuco en abril pasado.

En el interior estaban una mujer y cuatro hombres. Tres ya estaban muertos y dos fallecieron horas más tarde. Ninguna de estas personas portaba documentos de identificación, por lo que al Servicio Médico Legal (SML) le tomó varios días confirmar científicamente sus identidades. Pero en ese instante el grupo tenía algo en común: todos llevaban puesta una pulsera roja de las que se utilizan para controlar el acceso a eventos.

“Al término de un baby shower habría salido este vehículo afectado (...), pero en el camino de servidumbre habría sido impactado por otro vehículo y habría ocurrido un intercambio de fuego”, fue la versión preliminar que entregó en el lugar el mayor Sergio Andrade, de la Prefectura Santiago Norte de Carabineros.

Una vez identificados por el SML, se pudo determinar que todos eran ciudadanos venezolanos. En el asiento del conductor estaba Marco Antonio Monasterios Isturis, de 39 años; mientras que el asiento del copiloto, el que recibió la mayoría de los tiros, era ocupado por Leonardo José Guilarte Acosta, de 26 años. A sus pies se encontró una pistola, que se presume habría utilizado para defenderse.

Detrás del conductor yacía muerta Valeria de Andrade Romero, pareja de Guilarte. Los otros dos asientos traseros eran ocupados por Edgar Javier Fernández Velásquez y por el hijo del conductor del auto, Maryaikol José Monasterios Yañes, cantante de trap conocido en el mundo de la música urbana como “El Maay”.

Pero lo que el mayor de Carabineros describió como un baby shower en realidad no era tal. La naturaleza del evento era otra totalmente distinta: una trama con fiestas al ritmo del tussi, armas, relojes de lujo, un reingreso ilegal y una sentencia de muerte, con rastros bien definidos que llevan a integrantes del temido Tren de Aragua.

Cronología de un homicidio quíntuple

El 25 de abril de 2021, Leonardo Guilarte Acosta, uno de los asesinados en Batuco, tomó un vuelo directo desde Iquique con destino a Caracas, la capital de Venezuela. Y no lo hizo por su propia voluntad. Vestido con un overol blanco, un chaleco reflectante y una mascarilla en su rostro, el joven fue parte de los 55 ciudadanos venezolanos que ese día fueron expulsados de Chile con amplia difusión del gobierno.

El 25 de abril de 2021 el gobierno chileno expulsó del país a 55 venezolanos que habían cometido delitos o habían ingresado irregularmente al país. FOTO: ARCHIVO GOBIERNO REGIONAL/AGENCIAUNO

El viaje de retorno de Guilarte a Venezuela, quien había llegado como turista a Chile junto a su pareja y su hija de un mes de edad, a inicios de 2019, era el punto cúlmine de una historia que había empezado el 11 de agosto de 2020. Ese día el hombre fue detenido en Santiago como integrante de una banda de “Motoclocks”, grupos compuestos en su mayoría por venezolanos que roban con violencia relojes de lujo en las calles del sector oriente de Santiago, pero que también han cometido otros delitos más graves. Dos de los imputados por el asesinato del suboficial Palma, Carlos Cortez Flores y Luis Lugo Machado, han sido vinculados a este tipo de bandas.

En el caso de Guilarte, la Fiscalía logró condenarlo a la pena de tres años y un día por un robo con intimidación cometido en contra de una mujer el 26 de mayo de 2020 en la intersección de Av. Presidente Riesco con Magdalena, en la comuna de Las Condes. En ese lugar, el joven venezolano y otro sujeto abordaron a la mujer y la intimidaron con un arma de fuego para quitarle un reloj y joyas de oro. Pero el botín no fue el esperado. Lo que parecía ser un millonario reloj marca Rolex, la predilección de estas bandas, en realidad era una imitación. De todas formas, la pena aplicada se sustituyó por su expulsión y una prohibición de volver a ingresar al país durante 10 años.

Hombre venezolano tomándose una selfie
"Los ganadores no esperamos oportunidades. Salimos a buscarlas", escribió Leonardo Guilarte en su Facebook el 6 de julio de 2022.

Desde ahí en adelante, nada más se supo de Guilarte en Chile. Hasta la tarde del domingo 9 de abril pasado, cuando junto a otros cuatro venezolanos apareció muerto con un disparo en la cabeza afuera de la parcela de Batuco. Nadie sabe cómo ni cuándo había regresado al país.

Quien llamó a Carabineros para hacer la denuncia fue el dueño de la parcela donde se estaba celebrando la fiesta, a unos 20 metros de donde quedó la camioneta chocada. “Manifiesta que mantiene la parcela en mención como centro de eventos, el cual días atrás le fue arrendada a una persona de sexo femenino de nombre ‘Jeymi’, de nacionalidad chilena, desconociendo todo tipo de información personal de esta”, señala el parte policial sobre la declaración del testigo.

De acuerdo a otros testimonios recogidos por la policía, “Jeymi”, quien dijo ser prevencionista de riesgos, incluso visitó el lugar días antes y acordó que los asistentes ocuparían la parcela hasta las 19 horas, pagando $ 8.000 por persona. El recinto, que cuenta con una gran piscina, cocina y quincho, también tiene varias cámaras de seguridad, las que hoy son claves en la investigación.

Así luce la parcela de Batuco en la que se realizó el supuesto baby shower.

El 9 de abril, “Jeymi” llegó con cerca de 60 personas pasado el mediodía. Los dueños de la parcela señalaron a la policía que debido a lo extenso del terreno, en el transcurso de todo el evento sólo escucharon la música normal de una fiesta y que únicamente estaban atentos a abrir el portón de acceso cuando alguien quería salir.

Eso, hasta cerca de las 18.30 horas. Según el parte policial, en ese momento el dueño del sitio “logra percatarse de que al interior de este lugar se origina una discusión, donde los asistentes comienzan a abandonar el recinto en sus vehículos”. Su esposa, por otro lado, declaró que los asistentes salieron tranquilos. Lo cierto es que uno de los autos que partió fue el Hyundai Tucson rojo, cuyo conductor tocó la bocina para que le abrieran el portón de acceso.

Fue en ese instante, con el portón abierto, cuando testigos cuentan que se sintieron varias ráfagas de disparos que venían desde el exterior de la parcela. De inmediato, los dueños del lugar se resguardaron en su casa, ubicada en el mismo sitio. Los vecinos dicen que se sintieron fuertes ruidos de varios autos que escapaban del lugar.

Uno de los muros exteriores de la parcela de Batuco todavía luce los impactos de balas del asesinato del 9 de abril.

En cuestión de minutos, el silencio. Temeroso, el dueño de la parcela asomó la cabeza a través del portón, en el que quedaron huellas de lo que serían al menos cinco impactos de balas. A 20 metros de allí estaba el Hyundai Tucson, incrustado en la reja del vecino.

Todos los asistentes al evento escaparon.

Ninguno se quedó a asistir a las personas baleadas.

No era un baby shower, era un after

Bolsas con tussi. Eso fue parte de lo que, en la desesperación por arrancar de la balacera, los participantes al supuesto baby shower dejaron botadas en la parcela. Se abría la puerta para saber que en vez de celebrar la llegada de una nueva vida, lo que realmente estaba pasando allí era un “after, una modalidad de fiestas privadas con música electrónica y drogas sintéticas, muy común entre algunos grupos de venezolanos, en las que se ostentan armas, relojes y joyas de lujo.

Muchos mienten sobre las fiestas que van a hacer, porque saben que la gente que tiene parcelas ya no les arrienda a los extranjeros, porque ya han tenido problemas o tienen miedo”, cuenta la dueña de uno de esos sitios en Lampa. En redes sociales, especialmente en TikTok, hay cientos de videos de fiestas after celebradas también en otras zonas rurales de la Región Metropolitana, como Buin, Paine o Curacaví, en las que incluso existe un circuito de Dj venezolanos de música “Afrohouse”.

Algunos de esos videos son justamente de Leonardo Guilarte Acosta y lo sitúan de regreso en Chile al menos desde junio de 2022, pese a que tenía una prohibición de ingresar al país durante 10 años. De grandes lentes oscuros, anillo y cadenas de oro, se le ve bailando en varias fiestas mientras mantiene en su boca un chupete dulce, una de las formas conocidas en que se consumen tussi y otro tipo de drogas sintéticas en este tipo de eventos.

“Los after son una forma en la que bandas de venezolanos, por ejemplo ‘los roleros’, como llaman a los que roban relojes de lujo, se vinculan entre sí. Ahí se conocen, hacen negocios, se venden autos robados y droga. Muchos han caído porque las policías vigilan estas fiestas”, asegura un abogado que ha defendido a venezolanos en causas de este tipo en Chile.

Lo ocurrido minutos después de que balearon a Guilarte y a otras cuatro personas a la salida del evento confirma esta teoría. Cuando Carabineros todavía no recibía el llamado de emergencia, un hombre moreno, de unos 20 años de edad, llegó a la Tenencia de Batuco manejando a toda velocidad una camioneta Toyota 4Runner de color gris que tenía toda su parte frontal abollada por un choque.

“Me balearon, llévenme a la urgencia”, le dijo el hombre al primer policía que vio mientras le mostraba una gran mancha de sangre en el costado izquierdo de su polera, a la altura de las costillas.

Este es el momento exacto en que Helson Jiménez llegó a pedir auxilio a la Tenencia de Batuco luego de ser herido con una bala en sus costillas.

Era Helson Josué Jiménez Negrim, también venezolano, de 21 años de edad, quien estaba en libertad vigilada intensiva tras ser condenado, al igual que Guilarte, a tres años y un día como miembro de una banda de “Motoclocks” en 2022.

En la guantera de su auto la policía encontró una pistola semiautomática Sig Sauer que en su cargador de doble columna tenía 13 balas 9.19 milímetros, por lo que quedó detenido. La coincidencia horaria entre su herida y el quíntuple homicidio, más la pulsera roja que también portaba y lo situaba dentro del after, lo convirtió de inmediato en uno de los principales sospechosos.

Con el paso de las semanas, esa teoría perdió toda fuerza. Si en un principio el Ministerio Público señaló que se investigaba su eventual participación en el crimen, hace unos días decidieron que sólo perseguirán a Helson Jiménez por el delito de porte y tenencia ilegal de arma de fuego y municiones, para lo que se realizará un audiencia de procedimiento abreviado el próximo 17 de julio. Todo apunta a que en medio de la balacera, Jiménez también escapó de la parcela, chocando por detrás la Tucson roja y que una bala lo terminó impactando.

La sentencia de muerte del Tren de Aragua

Cerca de una hora después de la llegada de Carabineros y las ambulancias al sitio del quíntuple asesinato, una escena llamó profundamente la atención de los equipos de emergencia. “Llegó un grupo de extranjeros y así, súper fríos, dijeron que eran familiares y nos preguntaron si una de las personas que estaban muertas tenía unos short azules y si la mujer tenía un tatuaje en el brazo izquierdo con el nombre ‘Macielle’”, cuenta un miembro de esos equipos.

Como entre el corte de tránsito por la emergencia y el vehículo con los cuerpos había más de 800 metros de distancia, acordaron que la policía haría sonar sus sirenas si la descripción coincidía con la escena del crimen.

Las sirenas sonaron.

Se trataba de Leonardo Guilarte y su pareja, Valeria de Andrade. Macielle, en tanto, era la hija de ambos, quien falleció el año pasado. Quienes preguntaron eran la mamá de Valeria y la hermana y un primo de Leonardo.

Su reacción fue muy rara, como si supieran que los iban a matar, si a mí me matan a alguien así yo me desespero”, señala la misma fuente.

Valeria de Andrade, la única mujer entre las cinco víctimas, compartía constantemente fotografías y videos en redes sociales.

Quienes sí lloraron públicamente la pérdida de sus familiares fueron otros parientes de las víctimas a través de redes sociales. En un mensaje publicado por la hermana de Valería de Andrade el 11 de abril, la mujer compartió una serie de fotos de la niñez y la juventud de ambas. En un largo texto, destacaba una frase: “Los que te conocemos sabemos que no hiciste nada malo, sólo estar en el momento y la hora equivocada”.

Mientras que en Instagram, la mamá del cantante de trap Maryaikol Monasterios ha pedido respeto por su hijo y el dolor de su familia. Por esa red, la mujer acusó que tras su muerte alguien cambió los contenidos en la cuenta en la que “El Maay”, como era conocido, compartía fotos y videos de sus presentaciones como artista del género urbano en Chile. Uno de los últimos temas era “Encapuchado”, cuyo video fue grabado en la población La Legua de San Joaquín.

Ninguno de los familiares y amigos de las víctimas quiso participar en este reportaje. “Yo no tengo ni idea de cómo fue eso, y tampoco quisiera saber más del tema, ya bastante tenemos con saber que ellos no están en este mundo”, respondió escuetamente la pareja de Maryaikol.

Pero una de las pistas más fuertes sobre lo que realmente ocurrió ese día en Batuco surgiría horas más tarde, en el mismo lugar y de boca de los mismos familiares que minutos antes habían preguntado por las características de los fallecidos. “Ellos nos dijeron que Leonardo estaba amenazado, que ‘estaba encargado’ y que hace unos días ya habían ido a buscarlo a la casa, pero no lo encontraron”, afirma un miembro de los equipos de emergencia que habló con los familiares de Guilarte.

También nos dijeron que había hecho cosas con el Tren de Aragua, pero que se había querido separar de ellos. Que los del Tren se enteraron de que estaba en la fiesta y que alguien le avisó que lo venían a buscar y por eso trató de salir antes de la parcela”, asegura la misma persona. Al salir del lugar, el resultado fue el que ya se conoce. Por tratarse de una investigación en curso, ni la Fiscalía Centro Norte ni la Policía de Investigaciones estuvieron disponibles para participar de este reportaje.

Esta versión es corroborada por algunos de los venezolanos que hoy cumplen sentencias en diferentes cárceles de la Región Metropolitana, los que son parte de bandas que roban relojes de lujo, a las que perteneció Guilarte.

Una sentencia de muerte para una persona que, de paso, se llevó la vida de otros cuatro venezolanos.

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