Gonzalo Cordero: “Un acuerdo con la izquierda suponía enajenar una parte sustancial del electorado de Chile Vamos”

03 Noviembre 2023 Entrevista a Gonzalo Cordero, Foto: Andres Perez

El abogado UDI y analista político sostiene que era inviable que se llegara a un entendimiento entre las fuerzas de derecha e izquierda en el proceso constituyente. En parte, por la postura más confrontacional de republicanos y, en parte, por el tironeo que Apruebo Dignidad ejerció sobre el Socialismo Democrático. Llegar a un acuerdo, afirma, habría sido más costoso para Chile Vamos.


Una “quimera”. Escéptico, el abogado y militante UDI Gonzalo Cordero plantea que no fue más que una ilusión la de algunos dirigentes de centroderecha que pensaron que podrían alcanzar un acuerdo con la centroizquierda en el proceso constituyente.

Cordero es tajante: no hay acuerdo posible de la derecha y centroderecha con Apruebo Dignidad, y una muestra de ello fue el debate que esta semana terminó. ¿Por qué? A ambas fuerzas las distancian no sólo los medios mediante los cuales quieren alcanzar ciertas metas, sino también los fines.

Convencido de votar ‘A favor’ en diciembre, el analista político desdramatiza el que el nuevo texto constitucional haya nacido de una votación dividida. Más bien apunta a la izquierda, que “hoy día está enfrentada a tener que elegir cuál derrota prefiere: ¿Prefiere la derrota de que se apruebe la Constitución que se hizo en este proceso, o la derrota de darse una vuelta en 180 grados y decir que ahora sí le gusta la Constitución que lleva décadas tratando de eliminar, la de los cuatro generales? Yo creo que en alguna parte Jaime Guzmán está sonriendo...”.

¿Cómo vio a Chile Vamos en el Consejo Constitucional? Edmundo Eluchans (UDI) planteó que no resultó ser un puente entre republicanos y la centroizquierda.

Nunca pensé que fuera viable jugar ese rol de bisagra, dada la estructura del Consejo y sus mayorías. En Chile Vamos hubo posiciones más abiertas o proclives a conceptos que la izquierda promovía, y que curiosamente la izquierda terminó rechazando. Y al mismo tiempo hubo constituyentes de Chile Vamos que sostuvieron posiciones que, a mi juicio, eran claves, no solo porque las comparto, sino también porque eran las mejores desde el punto de vista electoral.

¿A cuáles posiciones se refiere?

A las que tienen que ver con mantener la libertad de elección, la propiedad de los fondos previsionales, mantener y empujar el cambio del sistema político con la rebaja de parlamentarios. Todas posiciones que para el electorado de oposición son importantes.

En vista de este análisis, ¿era posible que Chile Vamos se diferenciara marcadamente de republicanos en el Consejo?

Nunca fui partidario de esa mirada. Cuando uno ve las diferencias de las concepciones de un orden constitucional y de un orden social entre la oposición y el oficialismo de izquierda, son tan sustantivas y tan inconciliables en algunas materias que generar un eje de división entre las derechas no tenía utilidad ni viabilidad. Entonces, esa lógica de que podía haber una diferenciación entre las derechas que podía permitir un acuerdo se demostró que era equivocada por dos razones. Primero, porque las diferencias sustantivas son tan grandes que no lo permiten. Y segundo, porque la representación de republicanos en el proceso era lo suficientemente grande como para que ninguna norma que ellos votaran en contra se pudiera aprobar.

Entonces, el proceso estaba destinado a terminar con votación dividida, como ocurrió esta semana.

El principal problema de la izquierda es que quiere una Constitución a la carta. Y eso no es posible. Este proceso tiene el mayor grado de participación y de acuerdo que ha tenido un texto constitucional en la historia de Chile: los 12 bordes, un texto acordado entre 24 expertos del cual una parte significativa de él quedó literal en el texto final, y la expresión de la mayoría electoral en un consejo elegido. Si no queríamos que hubiera una mayoría electoral que se expresara en el texto, ¿para qué les pedimos a los chilenos que eligieran consejeros? Entonces, esta pretensión de la izquierda de que la Constitución, en un proceso como este, tenía que ser con un nivel de consenso desde el comienzo hasta el final, simplemente no es realista.

No era solo una pretensión de la izquierda, también lo era de muchos dirigentes y expertos de Chile Vamos.

El chileno hoy entiende la sociedad como una de opciones y oportunidades, ya no concibe las soluciones únicas y mucho menos las soluciones únicas de naturaleza estatal. Entonces, sobre esa base, el que dirigentes de la centroderecha pensaran que podían llegar a acuerdos compatibles para la izquierda y, por lo tanto, renunciar a estos principios, era una quimera. Y la tramitación lo demostró así.

¿Cómo ha ido virando la derecha en este proceso? Parece tener más sustento hoy un relato más confrontacional que uno proacuerdos.

El tema no es de mayor o menor confrontación, sino de hasta dónde se puede, siendo fiel a las propias convicciones de lo que es un orden social justo, llegar a acuerdos con un sector político -la centroizquierda- que en los hechos está siendo determinada su posición por Apruebo Dignidad, por la coalición del Partido Comunista y el Frente Amplio. O sea, sencillamente no es posible.

¿No hay espacio entonces para una centroderecha más proclive a los acuerdos?

No… Cuando tú tienes a tu adversario liderado por el Partido Comunista y el Frente Amplio, ¿dónde pueden estar los puntos de intersección? Cuando teníamos un país gobernado por la Concertación, en que era un objetivo del gobierno de izquierda el crecimiento económico, la estabilidad institucional, el que hubiera mayores oportunidades en la sociedad, teníamos diferencias respecto de la mejor manera de lograr esos objetivos. Había un espacio grande para lograr acuerdos en los medios, porque había coincidencia en algunos fines fundamentales. Pero hoy estamos gobernados por personas que en la convención pasada enarbolaban el decrecimiento como objetivo. ¿Cuál es el margen para encontrar puntos de intersección entre esos dos conjuntos?

Cae en saco roto el discurso de dirigentes como Javier Macaya o Gloria Hutt, presidentes de partidos que han empujado el encontrar acuerdos con este gobierno...

Se vuelve mucho más difícil de llevar a la práctica y de que tenga resultados concretos. Eso es un dato.

Entonces la derecha se tiene que replantear la forma en que se para frente al gobierno.

En la práctica se ha ido replanteando. El proceso constituyente es una demostración de que se ha ido replanteando. Porque se intentó algo que no se pudo.

¿Y cuál es el camino?

La derecha tiene que mantener la búsqueda de acuerdos en los medios. Y no hay ninguna razón para que busque acuerdos con la izquierda en los fines. Es así de simple.

¿Cuánto influye en esta posición más dura de Chile Vamos la mayor ascendencia de republicanos en el escenario político?

Es evidente que la emergencia de republicanos ha tenido un efecto en el sistema político y en la actual oposición. Y ese efecto te dibuja un escenario en que hay menos margen de puntos de acuerdo, porque genera una competencia electoral al interior de la oposición. Pero bueno, eso es la política.

Si se impone el ‘En contra’ en diciembre, ¿eso da cuenta de que la centroderecha y la derecha se farrearon este proceso?

Yo, por naturaleza, tiendo a mirar hacia adelante y no hacia atrás. No creo que tenga mucho sentido empezar a mirar lo que pudo haber sido y no fue.

Pero es un ejercicio que hacemos hasta el día de hoy con la Convención. Nadie duda, ni siquiera la izquierda, que se farrearon el proceso. ¿No pasará lo mismo con la derecha?

Si tuviera que decir algo en ese sentido, lo diría más bien respecto de un análisis del tipo de proceso que se pudo haber tenido y no se tuvo. El proceso tuvo dificultades estructurales que excedieron a la derecha.

Pero eso exime de responsabilidad a la fuerza mayoritaria.

Es que para que hubiera un acuerdo, esas fuerzas mayoritarias tenían que acceder a posiciones de la izquierda que te iban a enajenar una parte sustancial de tu electorado. ¿Esa era la alternativa? No, esa alternativa era perder de otra manera y peor. Entonces, ¿tiene la derecha la culpa de que la izquierda no esté dispuesta a aceptar en cuestiones fundamentales el tipo de sociedad que los chilenos quieren y hemos construido? Yo creo que no. Y esto de pensar que hay una cuestión casi mecánica, de que, si se llegaba a un acuerdo con la izquierda el resultado habría sido distinto, a mi juicio, es un error. Porque un acuerdo con la izquierda suponía enajenar una parte sustancial de tu electorado por las diferencias sustantivas que tenemos. Esta discusión, la forma en que se planteó, era una sábana corta, por definición. Si tú tapabas un lado, descubrías el otro.

Ud. Planteó hace unas semanas que la derecha no pasó máquina en el Consejo, sino que lo que operó fue la máquina del poder. ¿A qué se refiere?

Claro, lo que triunfó finalmente, no es que la derecha pasó máquina, sino la máquina del poder. La historia debiera ser muy crítica del rol que la centro izquierda ha jugado en estos últimos años, desde la violencia del 2019 a la fecha. Primero, porque no defendió a sus propios gobiernos y liderazgos: dejó que la izquierda de Apruebo Dignidad demoliera la figura del expresidente Lagos. Luego, no tuvo el carácter ni la convicción democrática para tomar distancia de la violencia. Después, la centro izquierda se rindió ante el discurso octubrista encarnado en el Frente Amplio y el Partido Comunista, para finalmente entrar al gobierno de Apruebo Dignidad, no como un contrapeso, no como un socio, sino que se subsumió en su gobierno. Si uno mira este proceso en su conjunto, para la izquierda ha sido desastroso. Pero para la centro izquierda no solo ha sido de derrota, ha sido de disolución, de pérdida de su perfil, de su identidad, de sus proyectos.

¿Y no está pasando un poco lo mismo entre Chile Vamos y Republicanos?

Creo que no. No es que haya habido una disolución de identidades. El Partido Republicano ha emergido como una alternativa que pretende que su discurso se basa en sostener que ellos representan con mayor fidelidad el proyecto cultural, valórico y social tradicional de la derecha. O sea, no ha habido en la competencia entre las derechas una competencia de demolición, de deslegitimación de un proyecto versus el otro. Ha habido una competencia por quién encarna mejor el proyecto, que es una cosa completamente distinta.

¿Cómo se manejan los descuelgues y dudas que hay dentro de Chile Vamos respecto del nuevo texto? ¿Cómo se convence a este público al que se le dijo una y otra vez que Chile no necesitaba una nueva constitución?

Se le convence si uno le dice que en el contexto del país de hoy hubo la posibilidad de escribir un buen texto constitucional, razonable, que en cuestiones fundamentales sigue la estructura de la constitución vigente y en otras cuestiones permite hacer una actualización, resolviendo temas importantes como las modificaciones al sistema político, fortalecer el tema seguridad.

Y en el contexto de una izquierda que le ha puesto inestabilidad al sistema institucional chileno por décadas, creo que la posibilidad de quedar con una buena constitución, con plena legitimidad democrática, es mejor que votar en contra y seguir teniendo, porque lo vamos a seguir teniendo.

¿Cree que el apoyo que dio Evelyn Matthei fue suficiente para dar un impulso al ‘A favor’?

Si uno ve las encuestas de hace un mes atrás y las mira hoy día, se ve una tendencia sostenida al alza del ‘A favor’. Y creo que para que eso se produjera era muy importante que todos los líderes que tienen una personería importante, una capacidad convocatoria política importante, definieran su opción. Y desde ese punto de vista creo que era muy importante que Evelyn Matthei, así como lo han hecho otros, expresara su posición de manera nítida.

¿No la vio tibia en ese apoyo?

No, no creo.

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