“Bongbong” Marcos: El hijo del dictador que busca revivir la corrupta dinastía política de Filipinas

Ferdinand "Bongbong" Marcos Jr. hace un gesto a la multitud durante su mitin final de campaña, antes de las elecciones nacionales de 2022, en la ciudad de Paranaque, el sábado. Foto: Reuters

Ferdinand Marcos Jr., quien es favorito en las elecciones presidenciales de mañana en ese país, lleva décadas intentando blanquear el nombre de su familia, conocida mundialmente por los 10.000 millones de dólares que robaron de las arcas fiscales durante sus 20 años de dictadura. Solo después de Suharto en Indonesia, se trata de la mayor cleptocracia del siglo XX.


Del exilio a la presidencia: mañana, Ferdinand “Bongbong” Marcos Jr. podría convertirse en el jefe de Estado de Filipinas. A sus 64 años, el candidato del Partido Federal de Filipinas ha hecho su camino al Palacio de Malacañán, en Manila, a base de una fuerte campaña en redes sociales, himnos marciales vueltos canciones pop, y el blanqueo del legado de su padre, el dictador Ferdinand Marcos (1965-1986).

La ventaja de Marcos Jr. es considerable: según las últimas encuestas, ganaría los comicios con un 57% de los votos. Así, “Bongbong” se volvería en el primer presidente en 30 años en ganar las elecciones con una mayoría, ya que en Filipinas no se hacen balotajes. La última en lograr eso fue Corazón Aquino, cuando en 1986 derrotó precisamente a Ferdinand Marcos padre.

Avalado por Rodrigo Duterte, el Presidente saliente, se espera que Marcos Jr. continúe y profundice lo hecho por su predecesor: seis años de una sangrienta guerra al narcotráfico, que algunas organizaciones cifran en 12 mil muertos, y persecución política -cárcel incluida- a sus opositores.

Ferdinand Marcos, con su esposa Imelda a su lado y Ferdinand Marcos Jr., en el extremo derecho, hace un fuerte gesto desde el balcón del Palacio de Malacañán, el 25 de febrero de 1986, en Manila. Foto: AP

Nacido en San Juan, en la Gran Manila, el segundo hijo y único varón de Ferdinand Marcos entró en política a los 23 años, cuando se postuló sin oposición como vicegobernador de Ilocos Norte: era 1980, y su padre ya gobernaba bajo ley marcial en ese entonces. En la misma provincia, llegó a ser gobernador tres años después, hasta que su familia fue expulsada por un movimiento ciudadano pacífico, y se fueron a vivir a Hawái en febrero de 1986. Al morir su padre, en 1989, la nueva Presidenta Corazón Aquino permitió que el resto de los miembros de la familia Marcos volviese al país.

Al volver a Manila, “Bongbong” aprovechó sus conexiones y consiguió ser elegido en una serie de puestos públicos, desde donde empezó a trabajar en la resurrección política del apellido Marcos, que ya se había hecho célebre por las enormes cantidades de dinero -estimadas en hasta 10.000 millones de dólares– robadas del fisco durante los 20 años de su dictadura: El dinero se guardó en bancos extranjeros o se gastó en obras de arte, joyería propia de la realeza, miles de zapatos y propiedades inmobiliarias desde Manila hasta Nueva York. Esto la convierte en la segunda mayor cleptocracia del siglo XX, solo por detrás de la del dictador indonesio Suharto, quien habría robado hasta 35.000 millones de dólares.

Un voluntario limpia los zapatos de la exprimera dama filipina Imelda Marcos en exhibición en el Museo del Calzado de Marikina, al este de Manila, el 26 de septiembre de 2012. Foto: Reuters

La premio Nobel de la Paz 2021, la filipina Maria Ressa, abierta crítica tanto de Duterte como de los Marcos, comentó a The New York Times lo que se juega en esta elección: “No solo determina nuestro futuro, sino también nuestro pasado”. Esto, porque gran parte de lo hecho por Marcos Jr. ha sido relativizar las atrocidades de la dictadura filipina, que tuvo lugar entre 1965 y 1986, y donde se registraron 3.257 ejecuciones extrajudiciales, 35 mil torturados documentados, 737 desapariciones y más de 70 mil detenciones. Debido a esto, la victoria de “Bongbong” lo convertiría en el primer Presidente filipino en no poder poner un pie en Estados Unidos, donde tanto él como su familia serían arrestados por desafiar una orden judicial de pagar 353 millones de dólares a las víctimas de votaciones de derechos humanos.

“No necesito reivindicar el nombre de mi padre, porque no necesita ser reivindicado: estoy confiando en que la historia lo juzgará bien”, decía “Bongbong” en 1995. Para Marcos hijo, el gobierno de su padre no fue sino un período de paz y prosperidad, y si fuera de Filipinas se habla del dictador como un “cleptócrata” que ocupó sus dos décadas en vaciar las arcas fiscales, sus seguidores aseguran a través de TikTok e Instagram que habría ganado su dinero honestamente, trabajando como abogado para una familia muy rica.

En enero, Twitter dijo haber eliminado 300 cuentas que promovían la candidatura de Marcos, por estar violando las reglas sobre spam y manipulación. Meta, la empresa que controla Facebook, ya suspendió más de 400 cuentas, páginas y grupos por violar los estándares sobre información falsa. Incluso la Iglesia Católica, muy influyente en la excolonia española, lanzó un comunicado mostrándose impactada por el “revisionismo histórico” que ha tenido lugar en esta elección, el “intento de borrar o destruir nuestra memoria colectiva a través de mentiras y narrativas falsas”. El problema de las fake news es particularmente acuciante en un país como Filipinas, donde según un estudio de 2020 de la compañía Statista, los habitantes de entre 16 y 64 años pasan en promedio cuatro horas al día en redes sociales. En comparación, los británicos gastan una media de dos horas.

Un retrato de Ferdinand "Bongbong" Marcos Jr. se ve entre la multitud de simpatizantes durante el mitin de campaña final del candidato en la ciudad de Paranaque, el sábado. Foto: Reuters

Otro estudio, publicado en el medio filipino Rappler, y desarrollado por la firma Stratbase, apunta a que los seguidores de Marcos Jr. están enfocados en “empujar cuatro narrativas” en las redes sociales: “que él es el más calificado para volver la nación grande de nuevo, que los años del régimen de su padre fueron los mejores del país, que Marcos Jr. y Duterte son una ‘pareja imparable’, y que no se puede confiar en los medios tradicionales”.

A pesar de que, en sus seis años en el Senado, Ferdinand Marcos Jr. contribuyó a aprobar leyes a favor de los ancianos y niños de Filipinas, una investigación de The New York Times descubrió que el 70% de las 52 leyes que impulsó estaban relacionadas con la instauración de feriados y festivales, el rebautizo de carreteras y la redelimitación de provincias y ciudades.

Con el lema de la “unidad nacional”, “Bongbong” pretende enfrentar una situación particularmente difícil para el país asiático: muy dependiente del turismo, a causa de la pandemia hay altos niveles de desempleo e inflación. “La unidad es mi causa, porque tengo la firme convicción de que es la primera etapa hacia una salida de la crisis”, señaló el candidato.

La vicepresidenta y candidata presidencial de Filipinas, Leni Robredo, sostiene flores rosas durante su mitin en la ciudad de Makati, el sábado. Foto: Reuters

En su camino a la presidencia, opositores de Marcos y su familia intentaron detener su candidatura, tratando de desclasificarlo por una denuncia de hace tres décadas por evasión de impuestos, lo que debería significar una prohibición de por vida para postularse a la presidencia. De todos modos, en enero de este año la comisión electoral filipina rechazó estas quejas.

En 2016, Marcos Jr. se presentó como candidato a vicepresidente: a diferencia de otros países, en Filipinas Presidente y vicepresidente se eligen por separado, pudiendo ser o no del mismo partido. En esa ocasión, se le vio “avasallado” por preguntas sobre su familia y las acusaciones de corrupción, por lo que seis años después, en la actual campaña presidencial, ha optado por no dar muchas entrevistas, y tampoco participar en debates.

Ahora, la fórmula propuesta es Marcos Jr. como Presidente, y Sara Duterte, la hija del actual mandatario, como vicepresidenta. Si en un principio Rodrigo Duterte había considerado a “Bongbong” como un candidato “débil”, ya en noviembre su postulación contó con el apoyo del oficialismo y, por lo visto, no se trata de un respaldo ingenuo: hay quienes ven en esto un intento del saliente líder por evitar ser perseguido luego del 30 de junio, cuando su mandato termine.

Manny Pacquiao, leyenda del boxeo filipino y candidato presidencial, habla durante un acto de campaña en los suburbios de Manila, el 16 de febrero de 2022. Foto: AFP

El sexenio de Duterte se vio caracterizado por la mortífera guerra contra las drogas, que llevó al Tribunal Penal Internacional a autorizar una investigación por posibles crímenes contra la humanidad. Esta campaña, empezada en 2016, les ha costado la vida a 12 mil personas, de las cuales solo en el primer año se contaban 54 niños. Además, investigaciones independientes han demostrado que la policía filipina ha matado a falsos sospechosos y recreado escenas del crimen, poniendo armas y drogas como evidencia.

Por otro lado, los opositores indican que la democracia filipina ha sufrido grandes retrocesos durante el último gobierno, y que esto solo se profundizaría si la dupla Marcos Jr.–Duterte llega al poder. La división de poderes y la libertad de prensa se han visto muy afectadas, como la misma Maria Ressa puede acreditar: su medio, Rappler, está en la mira del gobierno y se han abierto 11 investigaciones contra él.

Sara Duterte aceptó trabajar con “Bongbong” en miras a unir el país y hacer “que se levante de nuevo”. Una de sus propuestas es imponer el servicio militar obligatorio a los 18 años, mientras que Marcos Jr. se ha visto abierto a instaurar la pena de muerte en criminales que no puedan ser rehabilitados.

La segunda candidata en carrera es Leni Robredo, de 57 años y actual vicepresidenta de Filipinas y abogada de Derechos Humanos. Si en 2016 ya venció a “Bongbong” en la carrera por la vicepresidencia, en esta vuelta las cosas son mucho más difíciles para la principal opositora al gobierno de Duterte: las encuestas le dan entre un 20% y un 24% de las intenciones de voto.

Del Partido Liberal de Filipinas, Robredo ha sido también perseguida por el actual presidente, que llegó a acusarla públicamente de sedición, debido a su oposición a la guerra contra las drogas y a la idea de traer de vuelta la pena de muerte. Otro desencuentro entre Duterte y Robredo tuvo relación con el cuerpo embalsamado de Ferdinand Marcos padre, que en 2016 fue llevado al Cementerio de los Héroes de Manila: durante 30 años de democracia, todos los presidentes filipinos se habían negado a esto.

Con solo un 7% de la intención de voto, más atrás aparece el senador y excampeón mundial de boxeo, Manny Pacquiao. Héroe nacional para los filipinos, “PacMan” se perfila como un conservador religioso, a favor de la pena de muerte y contrario al matrimonio entre personas del mismo sexo. Una de sus principales promesas es el combate contra la corrupción, y luego de años siendo un estrecho aliado de Duterte, el boxeador desafío su liderazgo y sus posiciones sobre China, enemistándose así con todo su partido político.

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