El “efecto constituyente” que impactó a alcaldías emblemáticas en la Región Metropolitana

Sacaron más votos que en 2016, pero a muchos no les sirvió. En varias de las principales comunas de la capital que cambiaron de signo político, el aumento de votantes derribó a los incumbentes, en algunos casos por amplio margen. Una consecuencia del aumento en 60% de participación en los comicios municipales en la RM y cuyo golpe lo recibieron con más fuerza ediles oficialistas.


Sacó 11.500 votos más que en su primera elección, pero no le alcanzó. Si en 2016 Felipe Alessandri (RN) había llegado a la emblemática alcaldía de Santiago gracias a 29.860 sufragios, en 2021 el edil logró 41.328 preferencias. Sin embargo, en la primera elección los casi 30 mil votos eran el 46,76% de la votación total, y en los comicios del pasado sábado y domingo los poco más de 40 mil apoyos representaron el 35,28%. En una contienda donde la participación total aumentó en 76,76% respecto de cinco años atrás -de 67.509 pasó a 119.326-, la ganadora fue Irací Hassler (PC), con 45.251 sufragios y el 38,62% de los votos válidamente emitidos.

El ejemplo muestra uno de los efectos menos comentados de la denominada “megaelección”: el impacto que tuvo la simultaneidad con la disputa de constituyentes y gobernadores en los comicios municipales, que vieron su participación aumentada en un 31,09% a nivel nacional. Si en 2016 habían votado 4.926.395 personas, el fin de semana pasado lo hicieron 6.458.760, es decir, un millón y medio más de sufragios. Y de esa cantidad, más de un millón de los votos nuevos se concentraron en la capital: la Región Metropolitana pasó de 1.644.318 sufragios a 2.653.345, un aumento de 61,36%.

No fueron los comicios municipales con más votos desde el regreso de la democracia: la marca aún la tienen las elecciones del año 2000, donde acudieron 7.089.886 personas. Pero hace dos décadas el sistema era distinto, porque el sufragio era obligatorio para quienes estaban inscritos. Y con el 43,35% del padrón total participando, la disputa de 2021 sí se coloca como la con más votantes de las tres que se han realizado desde que se implementó el modelo de voto voluntario.

Las cifras son claras. En 2012, para el debut del formato, participaron 5.790.906 personas, equivalente al 43,20% del padrón de aquel entonces. Y en 2016, los poco menos de cinco millones de votantes alcanzaron al 34,89%, ocho puntos y medio más bajos que los comicios recién pasados.

Con esta variación, y el alza concentrada en la capital, el golpe mayor lo sintieron los incumbentes, en especial candidatos de Chile Vamos en comunas con un alto número de población. Una consecuencia de unificar las elecciones bajo una sola, y que varios expertos habían advertido que podía ocurrir hace algunos meses atrás.

Foco en las comunas más pobladas

“Le pedimos al Estado de Chile, al gobierno de Chile, a los parlamentarios que no cometan un error garrafal, vamos en camino a un desastre electoral”. Era el 23 de febrero y el alcalde de La Florida, Rodolfo Carter (UDI), irrumpía así en un debate que tomaba fuerza: ante lo que se empezaba a vislumbrar como un posible impacto en la participación por la cantidad de elecciones conjuntas que se iban a realizar y el tiempo que tomaba la votación, el gobierno evaluaba impulsar una medida inédita en la historia moderna chilena, realizando los comicios en dos días.

En una pauta conjunta con la alcaldesa de Providencia, Evelyn Matthei (UDI), y el propio Alessandri, Carter proponía otra cosa: dividir las elecciones en dos fines de semana, dejando uno para las elecciones constituyentes y de gobernadores y otro para las de alcaldes y concejales. “Pedimos que se celebre una elección el domingo y la otra elección el próximo domingo, o un sábado y un domingo, pero que terminada la elección se cuenten -los votos- se publiquen y que todo el mundo sepa el resultado de la elección”, apoyaba Matthei en ese momento.

Había otro factor dando vuelta. Los expertos y analistas electorales, de forma transversal, calculaban que el hecho de que se celebraran las elecciones de alcaldes de forma simultánea con la de constituyentes acarrearía más votantes y añadiría un factor alto de impredecibilidad al resultado de los comicios municipales. No sólo por el aumento, sino porque, siguiendo la lógica del plebiscito previo, podría irrumpir además un grupo nuevo de participantes de los que se sabía muy poco y cuya inclinación política no estaba clara. “Cuando entra más gente a votar, aumentan los niveles de incertidumbre y el alcalde pierde el control de la elección. Por eso mismo, no es tan extraño que sean los ediles quienes impulsen la idea de separar las elecciones”, decía en febrero a La Tercera Mauricio Morales, académico de la Universidad de Talca.

Finalmente, la fórmula propuesta por los alcaldes no tuvo piso, se pasó a una elección en dos días e incluso la fecha original se pospuso, pasando desde el 10 y el 11 de abril al 15 y 16 de mayo por la situación sanitaria.

Y el efecto de participación se notó, en especial en las comunas más pobladas. Puente Alto, la comuna con más personas habilitadas para votar del país, fue además la que más subió en cuanto a cantidad de votantes para comicios municipales de toda la RM entre 2016 y 2021: de 85.296 a 173.711, un alza del 103,66%. De hecho, sólo el reelecto alcalde Germán Codina (RN) sacó más sufragios que todos los emitidos en la elección de hace cinco años, llegando a 87.310 preferencias. Pero esa cantidad esta vez le alcanzó para el 50,76%, mientras que en la anterior vez sus 67.107 votos le habían dado el 81,37%.

Derrotas con más votos

Codina estuvo dentro de los afortunados. En Maipú, la segunda comuna con más votantes de Chile, Cathy Barriga (IND-UDI) pasó de 35.303 votos en 2016 a 43.137 en la elección del fin de semana pasado, una subida neta de casi ocho mil sufragios. Pero el resultado fue totalmente diferente. Hace cinco años, la cifra le permitía llegar al sillón municipal con el 36,26% de las preferencias. Ahora, lo obtenido la dejó apenas con el 22,37%: con un alza de casi 90% en la participación -la tercera mayor de todas las comunas de la capital-, Barriga terminó siendo más que doblada por el ganador, Tomás Vodanovic (RD), quien sumó 90.384 sufragios, el 46,82% del total.

En Ñuñoa, si bien Chile Vamos no llevó a la reelección al alcalde Andrés Zahri, su carta, Guido Benavides (RN), mantuvo intacto el caudal de votos del bloque: 30.933 en 2016 y 31.933 en 2021. Pero lo que la primera vez había alcanzado para el 49,58% de las preferencias, en esta ocasión ni siquiera permitió llegar al 30 por ciento (29,33%). La ganadora fue Emilia Ríos (RD) con 34.652 votos, el 31,85%, empujada por un aumento de participación del 70% en la comuna.

Y el fenómeno también pasó en San Miguel, uno de los “trofeos” de Chile Vamos en los comicios de 2016. El incumbente, Luis Sanhueza (RN), elevó su votación de 8.780 a 9.133 sufragios, pero su porcentaje bajó 14 puntos -de 34,19% a 20.16%- y sólo le alcanzó para el tercer lugar en una elección finalmente ganada por la candidata del Frente Amplio, Érika Martínez, con el 25,56%, equivalente a 11.578 preferencias, en un escenario donde los votantes aumentaron en 73%.

Aunque sin el efecto de la derrota, a algunos alcaldes reelectos también les impactó la participación. Por ejemplo, Carolina Leitao (DC) sumó casi exactamente los mismos votos de 2016 en Peñalolén -27.372 versus 27.989-, pero si hace cinco años logró el 58,19%, esta vez fue reelecta con el 32,38% del total. Un caso inverso fue el del independiente René de la Vega en Conchalí: sumó cinco mil preferencias más entre ambas elecciones -de 8.485 a 13.789-, pero su porcentaje se mantuvo casi inamovible: si en 2016 ganó con el 28,67%, en 2021 se impuso con el 28,77%. Apenas una décima más.

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